El Último Dios: La Lección del Siglo XX

EDITORIAL: ANTHROPOS

AUTOR: HANS-GEORG GADAMER
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DISPONIBILIDAD: INMEDIATA

¿Qué sigue siendo válido aún dentro de la tradición filosófica y cultural de Occidente, y concretamente de su invención más característica, la metafísica, tras los diversos intentos de destruirla realizados por filósofos como Heidegger y Wittgenstein? El siglo xx parece haberse concluido con una opinión negativa respecto a la cuestión del ser que ha arrastrado consigo toda cuestión planteada por la cultura occidental, desde el significado de la vida hasta el misterio de la muerte. Gadamer, entrevistado por Riccardo Dottori, habla sobre la filosofía de la finitud y sobre la importancia del Otro, sobre la relación entre ética y política y entre ética y retórica, sobre la filosofía contemporánea y sus principales exponentes, sobre la religión, sobre las varias expresiones del autoritarismo, sobre el antisemitismo y sobre el futuro de la filosofía. El camino que Gadamer nos indica es el de la práctica hermenéutica como lectura del mundo: el sentido de la realidad del trabajo, la tolerancia, la solidaridad, la duda y la prudencia al formular juicios pueden ser para el hombre los caminos de la salvación en esta tierra. De la crisis de la metafísica, de la muerte del Dios nietzscheano, nace la idea heideggeriana de un «último dios», nuevo recorrido de la humanidad, nueva interpretación totalmente humana de lo trascendente sobre la que Gadamer invita al lector a reflexionar.

La Paradoja del Amor

EDITORIAL: UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

AUTOR: PASCAL BRUCKNER
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DISPONIBILIDAD: INMEDIATA

El amor, el más egoísta de los sentimientos, como se ha afirmado alguna vez, continúa siendo en Occidente un valor fundamental, aunque también una fuente de dolorosas contradicciones. El filósofo Pascal Bruckner, agudo observador de las actitudes y obsesiones contemporáneas, disecciona en este ensayo las metamorfosis de un sentimiento en el que se mezclan visiones idealizadas del ser amado y violentos deseos de posesión, al tiempo que nos obliga a repensar algunos lugares comunes sobre el amor, el sexo, las relaciones de pareja y las nuevas formas de seducción propiciadas por una sociedad hipermercantilizada e hipertecnológica como la nuestra. Bruckner explora la paradójica condición del sujeto contemporáneo, celoso de su libertad y su autonomía, pero todavía capaz de renunciar a esa libertad por la pasión amorosa. Sin duda, La Paradoja del Amor es un inteligente ensayo sobre la naturaleza de nuestros deseos, pasiones y aversiones, que derribará muchas certezas y falsas seguridades.

Antropología: horizontes Estéticos

EDITORIAL: ANTHROPOS

AUTOR: CARMELO LISÓN TOLOSANA
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DISPONIBILIDAD: INMEDIATA

El arte puede decir verdades sobre la humana naturaleza. Pero ¿podemos decir algo relevante desde nuestra naturaleza cultural sobre el arte en cualquiera de sus manifestaciones y formulaciones? Enfrentamos un problema cultural: el arte como goce en distintas culturas pero desde estéticas posiblemente diferentes.

También, una obra de arte aún distante en tiempo, espacio e intención, podemos estimarla en varias de sus dimensiones al participar de la posibilidad humana de apreciar lo bello. Levantamos puentes culturales y encontramos experiencia de «belleza» o «esteticidad» en toda cultura, aunque esos objetos testimonian la distancia cultural. El arte nos presenta registros de significación simbólica, objetos y formas que una cultura impone a la expresión y producción de sentido, desde el indispensable diálogo personal con la obra.

Se trata de un misterioso modo de comunicación que expresa un significado elusivo a finalizar por el observador pero dentro de un cuadro de vida regido por representaciones mentales, resultado de categorías peculiares al grupo. Las obras marcan la textura de una visión del mundo y de la vida, y celebran un nuevo horizonte cultural, son una indicación sensible de valores y de cambio en valores culturales que inducen a penetrar en su mensaje, a evocar en exploración coetánea las tendencias del espíritu.

Nada en el arte es ajeno a una forma de vida y sus producciones objetivadas que es lo que en esta obra se trata de investigar en su especificidad. Asimismo ofrece al lector adentrarse en lo estético y el arte de la mano de autores consagrados.

Té Verde Helado con Frutas para sacudir los sufrimientos...

Actitud ante el sufrimiento y el dolor
No existe una vida sin sufrimiento y dolor. A través del sufrimiento aprendemos a valorar lo que tenemos y a ser más comprensivos con los demás, pero ¿qué sentido tiene el sufrimiento y el dolor?, ¿realmente nos fortalece?, ¿la actitud que tengamos puede ayudarnos a sobrellevarlo?

1. El sufrimiento como parte de la vida
2. Diferentes actitudes ante el sufrimiento
3. Ayudar a quien sufre
4. Sufrimiento y maduración

1. El sufrimiento como parte de la vida

El dolor y el sufrimiento son algo inherente a la vida que, por otro lado, nos ayuda a madurar.
Todas las personas a lo largo de su vida experimentan el dolor y el sufrimiento en diversas ocasiones. Todos hemos sentido alguna vez la enfermedad, la soledad, el fracaso, la humillación etc. Nadie está a salvo del sufrimiento, ni siquiera aquellas personas que se sienten felices y afortunadas, ya que forma parte de nuestra vida. Es inherente al ser humano.

El sufrimiento hace que el hombre tome conciencia de sus limitaciones ante la vida. No todo depende de él sino que existen imprevistos que hacen que su vida cambie completamente. Nos sitúa en situaciones límites creyendo que no podemos soportar más.

Cuando lo estamos padeciendo, lo vemos como un mal en sí mismo, sin sentido alguno. Es imposible vislumbrar lo positivo que podemos sacar de él, no podemos comprender el porqué del dolor y del sufrimiento.

Sin embargo, si no es demasiado prolongado saldremos fortalecidos, pues nos sirve de impulso para crecer ante las dificultades y vencer los obstáculos y temores que antes parecían imposible de superar.

Por otro lado, hemos de destacar que cuando pasamos por momentos difíciles que nos hacen sufrir, tendemos a reflexionar y profundizar sobre nuestra propia vida. Nos sentimos pequeños y vulnerables y esto nos hace ser más sensibles y comprensivos ante el sufrimiento y necesidades de los demás.


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2. Diferentes actitudes ante el sufrimiento

Las actitudes que podemos tener ante el dolor y el sufrimiento son básicamente las siguientes:

- Aceptarlo. Normalmente ante una mala noticia o una contrariedad que nos suponga dolor necesitamos tiempo para asimilarla y aceptarla. Si lo aceptamos con serenidad y con aplomo, además de solucionar los obstáculos que dependan de nosotros, nos habremos superado a nosotros mismos en situaciones que tal vez nos creíamos incapaces de soportar.

- Rechazarlo. Tratar de evitar el dolor es adentrarnos aún más en el sufrimiento, es prolongarlo. No podemos pretender creer que aquello que evitamos, porque nos hace sufrir, no existe. Hemos de afrontarlo cuanto antes y tratar de solucionarlo.

- Desesperarnos. Es normal que cuando una persona está sufriendo bien por problemas familiares, enfermedad, trabajo, pérdida de un ser querido, etc. se sienta débil y con una profunda tristeza. Es normal por tanto que proteste, llore, grite o se enfade. Sin embargo, lo que no puede ocurrir es que se desespere y no sea capaz de salir de la situación que le hace sufrir, destruyéndose y siendo la desesperación, la causa de que el sufrimiento sea constante en su vida, impidiéndole además aprender algo constructivo de todo ello.


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3. Ayudar a quien sufre

Puede ocurrir que deseemos ayudar a una persona que está sufriendo y no sepamos qué debemos hacer. Incluso, a veces nos hemos mantenido al margen, aunque esté esperando nuestra ayuda, porque nos hemos sentidos inseguros y sin saber cómo actuar.

Lo que no debemos hacer es comparar su situación a otras parecidas por las que nosotros hemos pasado, ni minimizar su problema con frases como "podría haber sido peor", "en el fondo has tenido suerte" ni tampoco debemos decirle cómo debe actuar ante la nueva situación.

Para ayudar, es mejor tratar de escuchar, ponernos en su lugar para comprenderla, sentir su dolor, su temor y su rabia, pero sobre todo estar con esta persona compartiendo esos momentos dolorosos por los que está pasando, cuidándola y tratando de aliviarle la pena.

El sufrimiento saca lo mejor de nosotros mismos. Por eso, cuando vemos a un amigo o un familiar que está sufriendo, no debemos dudar en ayudarle. Nuestra sola presencia con el amor que le podemos dar, puede hacerle este trance más llevadero.


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4. Sufrimiento y maduración

El sufrimiento conduce a una maduración de la personalidad. En las diferentes formas en que se puede presentar, nos produce un pesar y un dolor que nos hace reflexionar sobre nosotros mismos y sobre nuestra propia vida, y a cuestionarnos el porqué de todo lo que nos acontece.

En situaciones extremas o en el caso de enfermedades graves hace que nos preguntemos sobre el sentido de la vida y de la muerte, dándonos cuenta que todo tiene un fin y que nuestra vida también. Es entonces cuandoaprendemos a valorar lo que tenemos, dando prioridad a lo que realmente tiene importancia y aprendiendo también a ser más comprensivos y generosos con los demás.

Las personas que tienen un sentido transcendente de la vida también se lo dan al dolor y la enfermedad. Su fe les ayuda a llevarlo con mas entereza ya que, para ellos, es una forma de estar más unidos al querer divino.


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Dª. Trinidad Aparicio Pérez

Psicóloga. Especialista en infancia y adolescencia.

Granada.

FUENTE PULEVA SALUD:

http://www.pulevasalud.com/ps/contenido.jsp?ID=10418&TIPO_CONTENIDO=Articulo&ID_CATEGORIA=103643&ABRIR_SECCION=747


La infusión de té se prepara por separado, se sirve en vasos con hielo y se le agrega un poco de jugo de limón y tres diferentes tipos de fruta en trocitos.

Ingredientes

2 sobres ó 2 cucharaditas rasas de té verde

1 taza de agua

¼ de durazno en trocitos

¼ de manzana verde en trocitos

¼ de pera en trocitos o alguna/s otra fruta que te guste.

Jugo de limón, al gusto

Modo de preparación

Miel o azúcar negra.


PROCEDIMIENTO:

Agrega el té y deja 2 ó 3 minutos a que se logre la infusión.

2. Cuela inmediatamente para que no se amargue. Sirve en vasos altos con hielo.
Agrega las frutas y el jugo de limón.

3. Si lo deseas, puedes servir el té caliente. En ese caso utiliza sólo la mitad de té,
pero las mismas cantidades de los demás ingredientes.


El sentido del sufrimiento (Fragmento del libro El hombre en búsqueda de sentido de Víktor Frankl padre de la Logoterapia)


El sentido del sufrimiento

Cuando uno se enfrenta con una situación inevitable, insoslayable, siempre que uno tiene que enfrentarse a un destino que es imposible cambiar, por ejemplo, una enfermedad incurable, un cáncer que no puede operarse, precisamente entonces se le presenta la oportunidad de realizar el valor supremo, de cumplir el sentido más profundo, cual es el del sufrimiento. Porque lo que más importa de todo es la actitud que tomemos hacia el sufrimiento, nuestra actitud al cargar con ese sufrimiento.

Citaré un ejemplo muy claro: en una ocasión, un viejo doctor en medicina general me consultó sobre la fuerte depresión que padecía. No podía sobreponerse a la pérdida de su esposa, que había muerto hacía dos años y a quien él había amado por encima de todas las cosas. ¿De qué forma podía ayudarle? ¿Qué decirle? Pues bien, me abstuve de decirle nada y en vez de ello le espeté la siguiente pregunta: "¿Qué hubiera sucedido, doctor, si usted hubiera muerto primero y su esposa le hubiera sobrevivido?" "¡Oh!", dijo, "¡para ella hubiera sido terrible, habría sufrido muchísimo!" A lo que le repliqué: "Lo ve, doctor, usted le ha ahorrado a ella todo ese sufrimiento; pero ahora tiene que pagar por ello sobreviviendo y llorando su muerte."

No dijo nada, pero me tomó la mano y, quedamente, abandonó mi despacho. El sufrimiento deja de ser en cierto modo sufrimiento en el momento en que encuentra un sentido, como puede serlo el sacrificio.

Claro está que en este caso no hubo terapia en el verdadero sentido de la palabra, puesto que, para empezar, su sufrimiento no era una enfermedad y, además, yo no podía dar vida a su esposa. Pero en aquel preciso momento sí acerté a modificar su actitud hacia ese destino inalterable en cuanto a partir de ese momento al menos podía encontrar un sentido a su sufrimiento.

Uno de los postulados, básicos de la logoterapia estriba en que el interés principal del hombre no es encontrar el placer, o evitar el dolor, sino encontrarle un sentido a la vida, razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir a condición de que ese sufrimiento tenga un sentido.

Ni que decir tiene que el sufrimiento no significará nada a menos que sea absolutamente necesario; por ejemplo, el paciente no tiene por qué soportar, como si llevara una cruz, el cáncer que puede combatirse con una operación; en tal caso sería masoquismo, no heroísmo.

La psicoterapia tradicional ha tendido a restaurar la capacidad del individuo para el trabajo y para gozar de la vida; la logoterapia también persigue dichos objetivos y aún va más allá al hacer que el paciente recupere su capacidad de sufrir, si fuera necesario, y por tanto de encontrar un sentido incluso al sufrimiento. En este contexto, Edith Weisskopf-Joelson, catedrática de psicología de la Universidad de Georgia, en su artículo sobre logoterapia 4 defiende que "nuestra filosofía de la higiene mental al uso insiste en la idea de que la gente tiene que ser feliz, que la infelicidad es síntoma de desajuste. Un sistema tal de valores ha de ser responsable del hecho de que el cúmulo de infelicidad inevitable se vea aumentado por la desdicha de ser desgraciado".

En otro ensayo expresa la esperanza de que la logoterapia "pueda contribuir a actuar en contra de ciertas tendencias indeseables en la cultura actual estadounidense, en la que se da al que sufre incurablemente una oportunidad muy pequeña de enorgullecerse de su sufrimiento y de considerarlo enaltecedor y no degradante", de forma que "no sólo se siente desdichado, sino avergonzado además por serlo".

Hay situaciones en las que a uno se le priva de la oportunidad de ejecutar su propio trabajo y de disfrutar de la vida, pero lo que nunca podrá desecharse es la inevitabilidad del sufrimiento. Al aceptar el reto de sufrir valientemente, la vida tiene hasta el último momento un sentido y lo conserva hasta el fin, literalmente hablando. En otras palabras, el sentido de la vida es de tipo incondicional, ya que comprende incluso el sentido del posible sufrimiento.

Traigo ahora a la memoria lo que tal vez constituya la experiencia más honda que pasé en un campo de concentración. Las probabilidades de sobrevivir en uno de estos campos no superaban la proporción de 1 a 28 como puede verificarse por las estadísticas. No parecía posible, cuanto menos probable, que yo pudiera rescatar el manuscrito de mi primer libro, que había escondido en mi chaqueta cuando llegué a Auschwitz. Así pues, tuve que pasar el mal trago y sobreponerme a la pérdida de mi hijo espiritual. Es más, parecía como si nada o nadie fuera a sobrevivirme, ni un hijo físico, ni un hijo espiritual, nada que fuera mío. De modo que tuve que enfrentarme a la pregunta de si en tales circunstancias mi vida no estaba huérfana de cualquier sentido.

Aún no me había dado cuenta de que ya me estaba reservada la respuesta a la pregunta con la que yo mantenía una lucha apasionada, respuesta que muy pronto me sería revelada. Sucedió cuando tuve que abandonar mis ropas y heredé a cambio los harapos de un prisionero que habían enviado a la cámara de gas nada más poner los pies en la estación de Auschwitz. En vez de las muchas páginas de mi manuscrito encontré en un bolsillo de la chaqueta que acababan de entregarme una sola página arrancada de un libro de oraciones en hebreo, que contenía la más importante oración judía, el Shema Yisrael. ¿Cómo interpretar esa “coincidencia” sino como el desafío para vivir mis pensamientos en vez de limitarme a ponerlos en el papel?

Un poco más tarde, según recuerdo, me pareció que no tardaría en morir. En esta situación crítica, sin embargo, mi interés era distinto del de mis camaradas. Su pregunta era: “¿Sobreviviremos a este campo? Pues si no, este sufrimiento no tiene sentido.” La pregunta que yo me planteaba era algo distinta: “¿Tienen todo este sufrimiento, estas muertes en torno mío, algún sentido? Porque si no, definitivamente, la supervivencia no tiene sentido, pues la vida cuyo significado depende de una casualidad —ya se sobreviva o se escape a ella— en último término no merece ser vivida.” - Por V'iktor Frankl

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