Reflexiones sobre los amores de Leticia

Algunas reflexiones ulteriores sobre la exhalación apostólica de Bergoglio:
1. Se trata de un documento berreta, tan berreta como su autor y como su pontificado, que será leída con vergüenza por los cristianos de las próximas generaciones, si es que hay próximas generaciones. Bien podrìa haber sido titulado Los amores de Leticia, o Directo al corazón, o cualquier otro título que lo ubicara en su lugar: el anaquel donde descansan las novelas de Corín Tellado.
Un documento que advierte sobre la gravedad de que uno de los cónyuges se quede dormido esperando al otro que está entretenido jugando a la Play Station, no puede ser serio. Y tampoco puede serlo el que aconseja a los padres no preocuparse tanto por dónde están sus hijos -aunque se estén drogando o refocilándose con sus amiguitos- puesto que la ubicación espacial no tiene importancia, ya que lo que de veras importa es preocuparse por su ubicación existencial. 
Pamplinas, volutas de papel, espuma... es decir, nada.
2. Se trata de un documento que no cambia la doctrina de la Iglesia. A lo sumo, pone por escrito, y de un modo muy elíptico y sinuoso, lo que es práctica común en las iglesias católicas de la mayor parte de los países del mundo desde hace décadas, es decir, que los recasados son admitidos a la comunión sacramental bajo ciertas condiciones. Si Bergoglio hubiese querido cambiar la doctrina de la Iglesia o, incluso, su disciplina, habría promulgado un motu proprio, como hizo cuando determinó la agilización de los procesos de nulidad matrimonial. Pero a Bergoglio no le interesa cambiar la doctrina católica porque no le interesa la doctrina. “Esas son cosas de los teólogos”, suele decir. Es por eso que redactó un documento vidrioso en el que cada cual lee lo que quiere leer. 
3. Si Bergoglio hubiese querido cambiar la doctrina en serio, no habría hecho lo que hizo. Convocó a un sínodo en dos etapas, mandó a Kasper a revelar meses antes de la apertura cuál era el plan de los progres, lo cual dio todo el tiempo del mundo a los conservadores para preparar su estrategia, fue y volvió, embrolló y terminó en nada. Si su intención hubiese sido un real y profundo cambio de doctrina, habría convocado a un sínodo breve,  de pocos días; habría mantenido en secreto los planes propuestos por Kasper y sus aliados y, de esa manera, habría desayunado a todos los padres sinodales que, sin estrategia previa, habrían sido conducidos casi sin darse cuenta a firmar un documento herético, admitiendo no sólo la comunión sino también las bondades de las relaciones homosexuales. 
Y para percatarse de los principios básicos de esta estrategia no hace falta ser el barón von Clausewitz. Basta ser la directora de una escuela primaria que convoca a una reunión de padres.
4. Si la doctrina de la Iglesia puede ser cambiada por un documento de esta calidad, o si, como algunos se alarman, la Iglesia misma puede ser demolida por una nota a pie de página un documento de quinta categoría, significa que estamos mucho peor de lo que pensábamos. Dos mil años de historia y de desarrollo teológico no pueden ser arrasados por la nota al pie que escribe un Papa arrabalero.
5. A pesar de todo eso, se trata de un documento nocivo. Hará daño como hace daño todo lo que toca Francisco. Todos los medios de comunicación ya han anunciado que los recasados pueden comulgar. Uno de los que tiene mayor influencia a nivel global, Foreign Policy, lleva en su portada de esta semana: “El dictador del Vaticano”, y dice el epígrafe: “El Papa Francisco, de un modo rudo, está transformando a la Iglesia en liberal”. Es decir, ven los hechos y aún sin leer el documento, como el mismo periodista confiesa, ya sentenciaron que la doctrina cambió y que la Iglesia está cambiando. Y esto lo sabe muy bien Bergoglio: nadie lee documentos y nadie entra en discusiones teológicas. Lo que se lee y por lo que se obra es por lo que dicen los titulares de los diarios y de los noticieros. Sus merengues y sus notas al pie no cambian la doctrina católica sino que venden titulares a la prensa. Y eso es lo que quiere: su propia exaltación. 
6. No tiene sentido alguno pretender sacar conclusiones teológicas de este engendro bergogliano. Sería lo mismo que convocaran a Plinio, Herodoto y Flavio Josefo para discutir una afirmación de Felipe Pigna, o reunir a Shakespeare, Cervantes y Proust para analizar "Flores robadas en los jardines de Quilmes", de Jorge Asís. Por eso mismo, 
7. Algo bueno tiene el documento: destruye cualquier pretensión ultramontana de seguir insistiendo con el Magisterio. Este panfleto es el signo más claro que el tal magisterio no existe, y nunca existió, porque no sé dónde queda el magisterio cuando entre sus fuentes se cuentan a Benedetti y a Martin Luther King. Como hemos comentado varias veces en este blog, el papa tiene una función de tribunal de última apelación en la interpretación de la Revelación. No es su función estar hablando todos los días y lanzando exhalaciones y encíclicas todos los años. Y si lo hace, a no preocuparse y a seguir creyendo lo que creyeron los santos. 

Y al final de camino, nada

Como San Juan de la Cruz que, cuando alcanzó la cima del Monte Carmelo se encontró con NADA, así también nosotros después de terminar al largo “camino sinodal”, como le gusta decir al papa Francisco, nos encontramos como nada.
Ayer leí la exhortación apostólica Amoris letitia, de cabo a rabo y la verdad es que, tal como varias veces dijimos en este blog, es más de los mismo, dicho en lenguaje bergogliano que, debemos reconocer, es el único que entiende el hombre contemporáneo, aunque ese hombre no vaya a leer jamás semejante mamotreto.
Se trata de un larguísimo documento, escrito a varias manos. Esto es más que evidente. En el capítulo IV se hace un interesante análisis del famoso himno paulino del amor, con abundantes recursos al texto griego y correspondencias con el Antiguo Testamento. Eso, por cierto, no pertenece al pontífice argentino que escasamente domina el cocoliche porteño. Las múltiples intervenciones de su pluma son fácilmente reconocibles. Por ejemplo, el alto contenido teológico que aparece en esta expresión: “[el cónyuge] Es el compañero en el camino de la vida con quien se pueden enfrentar las dificultades y disfrutar las cosas lindas”. (163). O en esta otra: “Sabemos que a veces estos recursos alejan en lugar de acercar, como cuando en la hora de la comida cada uno está concentrado en su teléfono móvil, o como cuando uno de los cónyuges se queda dormido esperando al otro, que pasa horas entretenido con algún dispositivo electrónico” (278).
La vena poética del pontífice que se manifiesta en la inclusión de un poema de Benedetti: «Tus manos son mi caricia / mis acordes cotidianos / te quiero porque tus manos / trabajan por la justicia. / Si te quiero es porque sos / mi amor mi cómplice y todo / y en la calle codo a codo / somos mucho más que dos». (181). Para los argentinos, esta poesía nos resuena como la canción ícono del destape homosexual de los ’80, interpretada por Sandra Miahanovich, lesbiana pública.  Y Tulio quedaría deslumbrado ante este construcción retórica: “El problema es que el deslumbramiento inicial lleva a tratar de ocultar o de relativizar muchas cosas, se evita discrepar, y así sólo se patean las dificultades para adelante” (209).
Si vamos al fondo de la cuestión y nos escapamos de la trampa de los titulares periodísticos, el documento pontificio tiene varios aspectos positivos que, más allá de mis críticas a su autor, es importante destacar.
1. Es muy claro acerca de algunos temas a los que podría haber evitado o hacerse el distraído. Vemos algunos casos. Refiriéndose a la a la teoría del género y la pretensión de imponerla en todos los ámbitos, dice: “Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad. No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes (56).
O bien, tal como han proclamado los medios de difusión, se pronuncia a favor de la educación sexual de los niños, pero lo hace muy bien: “282. Una educación sexual que cuide un sano pudor tiene un valor inmenso, aunque hoy algunos consideren que es una cuestión de otras épocas. Es una defensa natural de la persona que resguarda su interioridad y evita ser convertida en un puro objeto. Sin el pudor, podemos reducir el afecto y la sexualidad a obsesiones que nos concentran sólo en la genitalidad, en morbosidades que desfiuran nuestra capacidad de amar y en diversas formas de violencia sexual que nos llevan a ser tratados de modo inhumano o a dañar a otros. 283. […] Es irresponsable toda invitación a los adolescentes a que jueguen con sus cuerpos y deseos, como si tuvieran la madurez, los valores, el compromiso mutuo y los objetivos propios del matrimonio”.
Y es muy claro acerca del famoso “matrimonio homosexual”: “Debemos reconocer la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad, pero las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio”. (52)
2. En varias partes del documento insiste sobre un aspecto que considero muy valioso y que es olvidado por todos, tanto tradis como progres. Dice: “Por lo tanto, la decisión de casarse y de crear una familia debe ser fruto de un discernimiento vocacional (72)”. Muchos dirán: “Ya sabíamos que el matrimonio es una vocación”. Sí, pero lo entendíamos siempre como opción a la vocación a la vida consagrada. Lo que el Papa dice aquí es que, porque el matrimonio es una vocación, es un camino de vida propia de los cristianos, y de los cristianos comprometidos. “132. Optar por el matrimonio de esta manera, expresa la decisión real y efectiva de convertir dos caminos en un único camino, pase lo que pase y a pesar de cualquier desafío. Por la seriedad que tiene este compromiso público de amor, no puede ser una decisión apresurada, pero por esa misma razón tampoco se la puede postergar indefinidamente”. “Tenemos que reconocer como un gran valor que se comprenda que el matrimonio es una cuestión de amor, que sólo pueden casarse los que se eligen libremente y se aman” (217). ¿Qué es lo que yo entiendo de estas afirmaciones? Que si alguien no toma al matrimonio en estos términos y está dispuesto a aceptar todos los compromisos que supone, mejor que no se cases. Que se vaya a vivir con tu novia, y después verá.
“¡Pero cómo, dirán algunos, van a vivir en pecado!” Sí, van a vivir en pecado de fornicación, y seguramente falten también al tercer mandamiento porque no irán a misa los domingos, y al noveno, y a varios más. No será el único pecado con el que vivirán. Pero si se casan, sin haber aceptado libremente la vocación cristiana al matrimonio, lo más probable es que en tres años comiencen a vivir en adulterio y comiencen a sumar fracaso tras fracaso, y pecado tras pecado.
Dicho en otros términos: los sacerdotes deberían ser mucho más restrictivos a la hora de admitir a una pareja al matrimonio. Convengamos que la mayoría de los matrimonios que se celebran actualmente son matrimonios nulos, y esto lo puede decir cualquier canonista serio.
3. Lo que todos esperaban es que el papa admitiera públicamente a los divorciados y recasados al sacramento de la eucaristía. Por supuesto, eso no ocurrió. Y se expresa con claridad acerca del divorcio. “Pero otra cosa es una nueva unión que viene de un reciente divorcio, con todas las consecuencias de sufrimiento y de confusión que afectan a los hijos y a familias enteras, o la situación de alguien que reiteradamente ha fallado a sus compromisos familiares. Debe quedar claro que este no es el ideal que el Evangelio propone para el matrimonio y la familia”. (298). O bien: “Obviamente, si alguien ostenta un pecado objetivo como si fuese parte del ideal cristiano, o quiere imponer algo diferente a lo que enseña la Iglesia, no puede pretender dar catequesis o predicar, y en ese sentido hay algo que lo separa de la comunidad”. (297).
Hace un guiño al mundo, jugando con el término “excomulgar”, que la mayoría entiende erróneamente como separados de la comunión eucarística, cuando repite que “A las personas divorciadas que viven en nueva unión, es importante hacerles sentir que son parte de la Iglesia, que «no están excomulgadas » y no son tratadas como tales, porque siempre integran la comunión eclesial”. (243) Eso ya lo sabemos, y no aporta nada nuevo.
He encontrado solamente tres párrafos que habilitarán, seguramente, la manga ancha de muchos curas y obispos en el tratamiento de los recasados:
1. “Hay una cuestión que debe ser tenida en cuenta siempre, de manera que nunca se piense que se pretenden disminuir las exigencias del Evangelio. La Iglesia posee una sólida reflexión acerca de los condicionamientos y circunstancias atenuantes. Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular » viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante”. (301). El principio es correcto. Hay muchos casos que objetivamente son irregulares pero que, subjetivamente, la persona, acompañada y aconsejada por un buen y sabio sacerdote, puede tener la certeza moral de estar en gracia de Dios. Como dice el Papa, esta es doctrina de la Iglesia y ha sido suficientemente estudiada y fundamentada por los teólogos. Lo que no me suena bien es ese “ya”, como si antes sí se podría haber hecho esa afirmación y ahora, fruto de alguna desconocida evolución en el dogma, ya no.
2. Dice el documento: “Ruego encarecidamente que recordemos siempre algo que enseña santo Tomás de Aquino (Summa theologiae I-II, 94, 4), y que aprendamos a incorporarlo en el discernimiento pastoral: «Aunque en los principios generales haya necesidad, cuanto más se afrontan las cosas particulares, tanta más indeterminación hay […] En el ámbito de la acción, la verdad o la rectitud práctica no son lo mismo en todas las aplicaciones particulares, sino solamente en los principios generales; y en aquellos para los cuales la rectitud es idéntica en las propias acciones, esta no es igualmente conocida por todos […] Cuanto más se desciende a lo particular, tanto más aumenta la indeterminación ». (305)
El Aquinate habla en ese artículo de las posibilidades de conocimiento que tiene tanto la razón especulativa como la razón práctica de la ley natural. El problema es que no sé (y pido si algún lector sabe verdaderamente, lo aclare) si el principio tomista puede ser aplicado al caso. Al estar hablando de la ley natural, es claro que un indígena de la Polinesia, aunque pueda atisbar que la norma general indica la monogamia, su acto particular sea indeterminado, y tenga tres mujeres. Pero no me parece que eso pueda aplicarse a un bautizado que debe conocer muy bien su catecismo y la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio cuando se casa. No me parece que haya aquí posibilidades de “indeterminación” del acto particular, sino más bien de “imperfección” la que, en lenguaje católico, se llama “pecado”, y en este caso concreto “adulterio”, y los adúlteros no pueden comulgar. Me suena entonces, y los especialistas deberán aclararlo, que la referencia a Santo Tomás es tramposa.
3. “El discernimiento debe ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento, y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios”. (305). Una vez más, no está mal lo que dice, pero es darle una navaja a un mono, o a un cura, que suele ser lo mismo. Porque el Evangelio nos dice claramente que todo es blanco o negro: “El que no junta conmigo, desparrama; el que no está conmigo, está contra mí”. No se puede juntar un poquito y desparramar otro poco: o se junta, o se desparrama. Y si, en algún momento se desparramó, hay que confesarse y prometer no volver a desparramar. Esta es la doctrina evangélica y la doctrina de la Iglesia.

Conclusiones:
1. El documento es de mala línea y completamente prescindible. Redactado en el espumoso lenguaje que maneja el Papa Francisco, pasará sin pena ni gloria a los anales de la Iglesia. Pero tampoco podrá ser considerado un documento progresista. Afirma, a su modo la doctrina de la Iglesia, y las innovaciones, si existen, no son más que acentuaciones de las morigeraciones que siempre existieron.
2. ¿Qué efectos tendrá el documento? Ninguno. Se seguirá haciendo lo que se hace desde hace décadas: admitir a los divorciados y recasados a la eucaristía. Les pido a los lectores del blog que levante la mano el que conozca algún cura que le haya negado la comunión a un fiel que vive en adulterio. Difícilmente encontremos algunos. Y el que lo hiciera, al día siguiente aparecería en todos los diarios y sería reprendido por su obispo. Todo seguirá como estaba, y Bergoglio se llevará la palma del misericordioso e innovador, y los aplausos del mundo.
3. Finalmente, el documento deja a varios pagando y a otros desencantados. Quedaron pagando Elizabetta Piqué y el cardenal Kasper, por ejemplo. La primera, a duras penas puede rescatar algunas frases que llevan agua para su molino. El segundo, no sabrá dónde meterse luego de haber afirmado, hace dos semanas, que la exhortación apostólica cambiaría 1700 años de historia de la Iglesia. Sucedió exactamente lo contrario.
Y deja también a varios desencantados. Por ejemplo, a las decenas de comentaristas de este blog que se frotaban las manos esperando un documento hereje y rupturista que provocara un cisma y muchos descalabros más. Nada de eso.

Es teología barata, con un poco de Bucay, otro de Pilar Sordo y adiciones de libros de autoayuda que le sopló el Tucho. Nada más que eso. Es Bergoglio en estado puro. 

Procusto y la diferencia

Conocemos la historia del posadero Procusto, aquel que odiaba las diferencias y estiraba o aserraba a sus huéspedes a fin de que todos ellos cupieran perfectamente en el tamaño de su cama de hierro.
Afortunadamente, apareció Teseo logró vencer al rey de los mediocres -buscaba siempre la media- cortándole la cabeza.
Vladimir Volkoff analiza el tema es un excelente libro, Elogio de la diferencia, que pueden bajar desde la página del blog Exscriptor
Les dejo aquí algunos párrafos escogidos del libro para animarlos a que lo lean:

"Una cosa era segura para mi: en la civilización occidental, democrática, intelectual, pacifista y agnóstica, en la que vivía, me competía conservar intacto el Graal de otra civilización: oriental, auocrática, teocrática, guerrera y ortodoxa".

"Si se clasificara la humanidad en dos clases de hombres, aquellos en quienes el concepto de privilegio despierta la imaginación y aquellos a quienes le revuelve el estómago, opino que encontraríamos entre los primeros a todos los fantaseadores de agradable compañía, a todos los poetas, a todos los que no confunden la gravedad con la seriedad y el humor con la comicidad chabacana, y entre los segundos, en tropel, a los puritanos, los bocazas, los hepáticos, los agriados y los aguafiestas de cualquier clase".

"Nunca he creído, justo es precisarlo, en ese mito que los intelectuales famélicos han inventado para seducir a los proletarios y atemorizar a los burgueses: la lucha de clases". 

"Propongo para la nobleza esta definición simplona: categoría de hombres diferentes. Son diferentes de los demás y entre sí. Su coeficiente de diferencia es superior al de los demás, al igual que el coeficiente de diferencia de las figuras es superior al de las cartas bajas. No son diferentes ni debido a una distinción física que no siempre tienen y que otros sí tienen a veces, ni a pruebas a menudo imposibles de realizar, ni a unas tradiciones que fluctúan, ni a oficios que cambian, ni a genealogías que se doran, ni a propiedades que se malvenden, ni a efímeros privilegios, ni a responsabilidades transitorias: son diferentes porque se reconocen como diferentes y son espontáneamente reconocidos como tales".

"¿Para qué sirve la nobleza? Para nada, y ésta es precisamente su nobleza".

"Los héroes han dejado de ser interesantes: ahora se trata de ensalzar a los que trabajan. 'La glorificación del trabajo es una mentira. El hombre no está hecho para trabajar. Ha nacido para prodigarse en actividades libres, para crear si es capaz de ellos, aunque no creara más que un nuevo modelo de pajarita de papel... Que se ahorren el penegírico, capitalista o comunista, del Trabajo y la Producción. Falsos dioses para falsos hombres -y hombre falsos'. (...) No se trata, una vez más, de que sea humillante trabajar, sino de que es un sinsentido convertir el trabajo en fuente de honor".

"A mí, la sola idea de integración me ha horrorizado siempre; en Argelia, me parecía que integrar una población a la otra era faltarles al respeto a las dos". 

"La verdad absoluta del Evangelio nunca ha prometido verdad relativa alguna de la tierra, no ha predicado la libertad jurídica, sino tan sólo la libertad moral, espiritual, la que puede conseguirse aun encadenados. (...) Bajo los turcos, hubo mártires de la f; dudo de que la constitutición belga suscite algo más que beatos".


Se alquilan balcones

La entrevista que tuvo lugar el sábado pasado en Roma entre el papa Francisco y Mons. Fellay, y el secreto sobre los temas tratados, es casi una confirmación de lo que ya se sabía reservadamente desde hace algunos meses: la Santa Sede concederá unilateralmente el estatus canónico de prelatura personal a la Fraternidad San Pío X sin pedir nada a cambio. Cuando esto suceda - y sucederá mucho antes de lo previsto- se agotarán rápidamente los balcones puestos en alquiler: el espectáculo que veremos será antológico, mucho más entretenido e impactante que Aida. Imaginemos algunos actos:
1. Sin duda alguna, la escena que se llevará todos los aplausos será aquella en la que aparecerán los obispos con sus caras de asombro e incredulidad. No solamente serán incapaces de dar explicaciones por su tenaz oposición histórica a la Fraternidad, y por todas las calumnias que lanzaron contra sus fieles, acusándolos de estar fuera de la Iglesia y de administrar sacramentos inválidamente, sino que, repentinamente, tendrán en su diócesis una nueva casa religiosa, pujante y atractiva, y sobre la cual no tendrán ningún tipo de jurisdicción. 
Seguramente, el prior se acercará a saludar al obispo como corresponde, y por cortesía le explicará cuáles son sus actividades litúrgicas y pastorales, y el prelado, con cara de bobo y clergyman gris, no podrá más que asentir y felicitarlos.
¿Y cuál será la expresión facial de obispillos de segunda o tercera categoría, cuando deban enfrentarse el Superior de Distrito de la Fraternidad que les comunicará que en los próximos días abrirán en su diócesis un nuevo priorato? Me temo que, cuando entren en escena prelados de reparto, como el sanrafaelino Taussig o uno de sus vecinos, amante de las distinciones y exigencias de la obediencia y sus objetos quo, quem y no sé cuánto disparate más, la platea aplaudirá a rabiar y las carcajadas resonarán como nunca. 
2. Otra escena memorable será de las curas y curillas que alertaban a sus fieles hasta hace unos pocos días acerca de los peligros de aficionarse en demasía a la liturgia tradicional y los conminaban a ni siquiera acercarse a las iglesias de la Fraternidad. Y el problema, también en este caso, no será solamente el tener que desdecirse, sino las estrategias que deberán implementar rápidamente en sus parroquias a fin de retener a sus fieles, y a sus limosnas. Porque es muy probable que la asistencia las misas de los prioratos al menos se duplique. En los primeros días o meses, muchos fieles irán por simple curiosidad pero cuando descubran -sobre todo los más jóvenes-, la belleza y solemnidad de la liturgia tradicional y la comparen con los mejunjes vulgares y de mal gusto que están acostumbrados a ver en sus parroquias, comenzarán a emigrar rápidamente, y no por una cuestión de tradicionalismo, sino de simple y natural búsqueda de la belleza y de lo sobrenatural. 
3. Será interesante también observar las reacciones de los mismos lefes, muchos de los cuales nacieron en la resistencia y poseen el hábito de ser eternos opositores. Y sabemos que los hábitos no son fáciles de erradicar. ¿Cómo se las arreglaran para ser, dentro de poco, tan oficiales como el párroco de la esquina? 
4. Habrá que ver también las respuestas ingeniosas que deberán idear los curas o las comunidades religiosas más bien conservadoras que nunca quisieron celebrar la liturgia tradicional, aunque aseguraban por lo bajo en su superioridad, a fin de no “causar escándalo” o de “permanecer en la obediencia”. Ahora se les acabaran las excusas. Porque, de hecho, la distinción entre rito “ordinario” y “extraordinario” dejará de existir: serán tan ordinarios el uno como el otro; dos formas diversas y a libre elección del mismo rito romano. 
5. Habrá que estar atento a las últimas escenas del último acto. Yo me huelo que en algunos países como Argentina, se comience a notar cambio bastante profundo en la topografía parroquial. Hay un hecho cierto: en la mayoría de las diócesis, las parroquias están despobladas, sobre todo, de jóvenes. Y los jóvenes de los grupos parroquiales, aún después de todos los escarceos y estrategias sociológicas que probaron los obispos, son pocos y de tercera selección. Y lo mismo ocurre en la mayor parte de los seminarios diocesanos: los que ingresan, son la resaca psicológica y social de las parroquias. En muchos países de Europa, -conozco particularmente los casos de Francia, Inglaterra y Alemania-, los prioratos de la Fraternidad y las parroquias donde se celebra la liturgia tradicional están colmadas de fieles de los cuales, la inmensa mayoría son jóvenes de primerísima selección. Es probable que lo mismo comience a ocurrir aquí.
Los prioratos, si son mínimamente perspicaces, deberán multiplicar no solamente las misas dominicales sino, incluso, los centros de misa, y esforzarse para que las ceremonias sean lo más bellas posibles, lo cual es muy fácil de lograr. Y así, comenzará la migración de los fieles de parroquias “normales” a parroquias “tradicionales”. Y los curas “normales” comenzarán a desesperarse, y no porque se les reduzca el trabajo, sino porque se le reducirá drásticamente la colecta. No sería extraño que a muchos de ellos se les diera por aprender a celebrar la misa tradicional: “la chequera bien vale una misa”.
6. Finalmente, habrá que estar atento también a las expresiones de algunos personajes secundarios: los miembros del Opus Dei, la única prelatura personal que existe hasta el momento, y uno de los que con mayor fuerza se opusieron a ceder su exclusividad. Serán como el hijo único al que, inesperadamente, le nace un hermanito.

Nota al pie: El misterio que rodea a toda esta obra es el motivo por el cual el papa Bergoglio hace todo esto. Es un colpo di scena para todos. Inesperado. Y no solamente para los medios progresista dentro de la Iglesia, que son muy poderosos, sino para la prensa y opinión pública mundial, que es mucho más poderosa. ¿De que se va a disfrazar la Piqué? 
Yo tengo una hipótesis: el motivo es solamente el ejercicio omnímodo del poder. Como bien lo definió un importante personaje argentino que lo conocía profundamente, Bergoglio es un “enfermo de poder”. Al papa le importa un bledo la liturgia, el latín y la doctrina. Y es así: a Bergoglio le importa un comino que los lefes acepten más o menos, o nada, al Concilio Vaticano II, porque a Bergoglio no le importa ese bendito concilio, ni los otros concilios y ni siquiera el catecismo. Lo hemos dicho muchas veces: el papa Francisco tiene ablacionado su intelecto especulativo; es puro intelecto práctico o sea, es ejercicio puro de la voluntad, lo cual no es otra que jesuitismo en estado puro. 
La decisión de normalizar unilateralmente a la Fraternidad solamente se explica, a mi entender, como un fabulos ejercicio de poder. La escena será similar a la que vimos los argentinos hace un par de años a través de una filmación clandestina: el expresidente Kirchner, con expresiones cuasi orgásmicas, frente a una caja de seguridad repleta de billetes.

Una desgracia para la Sede Papal



Hace algunas semanas discutimos en este blog las gravísimas consecuencias que acarreó a la Iglesia la innecesaria proclamación del dogma de la infalibilidad pontificia por las dos terceras partes de los padres del Concilio Vaticano I (la tercera parte restante dejó el aula conciliar antes de que se procediera a la votación en señal de protesta).
En este vídeo, y en menos de diez minutos, Michael Voris explica con apabullante claridad, la situación en que nos encontramos hoy debido a esa ocurrencia. 
Se agradece a Jack Tollers por el subtitulado.