Nada será igual.

Néstor Kirchner 1950-2010
De ahora en más nada será igual
Luis Gregorich
Para LA NACION
Jueves 28 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa

De ahora en más nada será igual
Néstor y Cristina Kirchner, en uno de los últimos actos que compartieron juntos. Foto Archivo

La discreción y el respeto que impone la muerte del ex presidente Néstor Kirchner no pueden impedir un breve análisis inicial de la situación política del país ante este penoso hecho.

La consecuencia obvia, imposible de callar, es que se ha producido un sacudón en el corazón del poder. En una tierra poco pródiga en liderazgos, ha desaparecido el principal líder del principal partido (o movimiento), aunque no controlaba todas las ramas de la organización.

De aquí en adelante, nada será igual. No puede garantizarse, tampoco, un ordenado trámite hereditario conyugal.

Afortunadamente la crisis es diferente, si bien bastante simétrica, de la suscitada en 1973-1974, con la fórmula Perón-Perón y la forzosa asunción de Isabel. Hemos dejado atrás la sangrienta violencia de aquellos años. Cristina Kirchner es una presidenta que fue directamente elegida y su calidad política y de gestión son muy superiores a las de la viuda del general. Esto no le evita amenazas internas, pero le brinda armas para resistirlas.

Si Cristina refuta la fragilidad emocional que algunos le atribuyen y aprovecha la simpatía popular que otorga el sufrimiento, si consigue blindar su gobierno y derrumbar la certidumbre según la cual "el jefe era él", si es capaz de establecer un diálogo razonable y duradero con la oposición y con el peronismo disidente, es posible que termine consiguiendo para sí la candidatura a la reelección, con ciertas posibilidades de éxito.

En cambio, si accediera a esa candidatura en medio del caos y la fragmentación política, su permanencia en la primera magistratura sería, por el castigo del voto popular, inviable.

El peronismo, que tiene la virtud de acomodarse a cien ropajes distintos, bien podría, asimismo, juramentarse frente a la tumba de Néstor Kirchner y buscar, para las próximas elecciones, un candidato de unidad, en torno al cual pudiesen reunirse todos o la gran mayoría de los peronistas.

Hoy por hoy nadie trabaja mejor que Daniel Scioli ese perfil de moderación, de estética conservadora y pausada. Podría aspirarse, así, a retener buena parte de los votantes y las intendencias del conurbano y recrear eficazmente las alianzas con los gobernadores que se despreocupan del rigor ideológico.

En cuanto a los transversales de izquierda, en primer lugar no son muchos, y en segundo lugar "nos votan lo mismo, porque somos la mejor opción".

La desaparición física de Néstor Kirchner es lamentable y sustrae de la escena a uno de sus protagonistas.


No hay que olvidar que también se lleva consigo un estilo, un modo de hacer política que con sus más y sus menos, sus asperezas y sus confrontaciones, ha dejado una huella patente en los últimos años.

No vaya a suceder que la oposición, legítima aspirante a conquistar el gobierno en 2011, se dedique ahora a copiar los defectos del ex presidente desaparecido y se olvide de sus virtudes, en las que, como todo individuo, es inimitable.