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Wednesday, July 07, 2010
La vida (y la muerte y la vida) del Rebbe - Allan Nadler - Forward

El Rebbe: La vida y el más allá de Menajem Mendel Schneerson, de Samuel Heilman y Menachem Friedman

La mayoría de los judíos neoyorquinos recuerdan vivamente los disturbios de Crown Heights de agosto de 1991, cuatro días terribles de ataques contra los judíos hasídicos de Brooklyn, de los cuales resultó el asesinato brutal de Yaakov Rosenbaum, un joven y estudioso Chabad de Australia. Los disturbios fueron denunciados como un pogrom - el primero en los Estados Unidos - por el ex alcalde Ed Koch y luego por Rudy Giuliani, y posteriormente fueron clasificados por el historiador Edward Shapiro, en su libro sobre los disturbios, como el peor "episodio antisemita en la historia judía de América". Sin embargo, lo que muy poca gente recuerda de estos infames sucesos es el incidente en particular que provocó los disturbios.

Un vehículo fuera de control conducido por un hasid de Chabad mató accidentalmente a un niño negro de cinco años de edad, Gavin Cato. Ese vehículo formaba parte de una caravana de tres automóviles que con exceso de velocidad, y junto con una escolta policial, acompañaba regularmente al difunto Rebbe de Lubavitch, Menachem Mendel Schneerson, de Brooklyn a Queens, y ello con el objeto de visitar la tumba de su suegro, Yosef Yitzchak Schneerson, a quien los Hasidim de Chabad hasta ese día denominaban elocuentemente "der frierdiger rebbe", es decir, "el Rebbe anterior", con el que regularmente entraba en "comunión".

En su animado y provocador nuevo libro, "El Rebbe: La vida y el más allá de Menachem Mendel Schneerson", los respetados académicos Samuel Heilman y Menachem Friedman Menachem definen esas visitas al cementerio como fuentes de inspiración, durante las cuales un clarividente Schneerson buscaba el consejo de su predecesor, a la vez que representaban una característica central del liderazgo del Rebbe a la hora de abordar unos problemas cuya solución por sí mismo solía eludir.

Schneerson, quien estaba "poseído" tras del Holocausto por la creencia de que el "frierdiger rebbe" no moriría antes del comienzo la era mesiánica, enseñaba que no había muerto realmente en el sentido convencional, y habitualmente decía sus seguidores que su presencia seguía estando activa entre ellos. Esos viajes al cementerio de Queens para buscar el consejo de su predecesor eran, de hecho, las únicas salidas de su base de Brooklyn que se permitió el Rebbe durante décadas de su liderazgo en Chabad.

En un capítulo particularmente informativo y titulado "Muerte y Resurrección", los autores del libro documentan el pathos, la frecuencia y la centralidad de esta forma de liderazgo religioso, que no sólo ha sobrevivido a Schneerson, sino que ha adquirido una vida propia (por así decirlo) desde su muerte. Como señala el libro, cuando falleció su esposa Moussia en 1988, Schneerson se sumergió en una vida de profundo aislamiento personal, y esas visitas al "frierdiger rebbe" se hicieron cada vez más regulares. Para entonces, el Rebbe tenía miles de fervorosos seguidores, aunque ni un solo confidente. Según tal como lo presentan los autores del libro, "así permaneció el hombre que debía conducir a esta generación a la redención, aislado del mundo dentro de su propia casa, privado de la última persona para la que no era solamente el Rebbe".

Su delicado estado de salud y el deseo de marcar el comienzo de la era mesiánica, añadió urgencia a sus visitas al "frierdiger rebbe". Y así, no cuando urgía a sus hasidim a cantar febrilmente lo que se había convertido en el himno de Chabad, "Queremos al Mesías ahora, no queremos esperar", pasaba horas y más horas aislado en el interior del mausoleo del "frierdiger rebbe".

Uno de los temas centrales en esta especie de esclarecimiento de "la vida y el más allá" del Rebbe, se alude en el subtítulo del libro y trata precisamente de la difuminación de las fronteras entre este mundo (donde vivimos) y ese próximo e inevitable imaginado, confusión que se hizo aún mayor después del silencio del propio Rebbe tras un derrame cerebral masivo el 2 de marzo de 1992.

Fue una tragedia evitable que se produjo, irónicamente, mientras se encontraba aislado en el interior del mausoleo del "frierdiger rebbe" durante casi tres horas. Sus discípulos esperaban fuera, alejados de su audible derrumbe, espantados por la idea de molestar su sesión de espiritismo con los muertos.

La disonancia entre esta vida y los dos desesperados años que siguieron hasta su muerte el 12 de junio de 1994, tuvieron como intervalo una larga hospitalización. Después de aquel mes de junio de 1994, la confusión se convirtió en algo mucho más extremo: la negación de su muerte y la deificación de Schneerson en algunos de sus círculos.

En una entrevista realizada por la televisión israelí poco antes de que el Rebbe sufriera el derrame cerebral, el gran filósofo ortodoxo israelí Yeshayahu Leibowitz, se le preguntó qué pensaba de mesianismo del Rebbe. La respuesta de Leibowitz fue característicamente cómica y heladora:

Sólo hay una cosa que no puedo discernir de este hombre [Schneerson], y es si fue un psicópata o un charlatán. Esta es la única cosa sobre la que no puedo decantarme. Pero este tipo de degeneración, (típica) de falsos profetas y de falsos mesías, es tan antigua como el propio Israel.
Que Schneerson no era un charlatán ha sido demostrado de forma fehaciente por los recientes estudios académicos de Tomer Persico y Elliot Wolfson, que no dejan duda alguna sobre la absoluta convicción del Rebbe de que era el Mesías. Si bien la inminencia de la redención final había sido un punto clave en toda la psicología y en las afirmaciones del "Rebbe" - desde que asumió el manto de Rebbe en 1950 - , Heilman y Friedman documentan ampliamente la obsesión mesiánica que se convirtió en el leitmotiv de sus enseñanzas a partir de la década de 1980, culminando con el anuncio del Rebbe al comienzo del año hebreo 5752 que este sería el año de la revelación del Mesías:

Este sería el año, prometido por el Rebbe, en el que "el mundo se uniría bajo la bandera del Mesías, y todo sería reparado" (el Tikkun Olam). Sus propios hasidim habían preparado un pabellón en el que una corona negro sobre un fondo amarillo se cernía sobre la palabra hebrea "Moshiach".
El Rebbe se lo había dicho a menudo a sus seguidores: "No puede haber un rey sin una nación que lo corone". Su "nación", los hasidim, lo coronaron en lo que se convertiría en una serie de parecidos eventos. En la noche del Sábado del 04 de enero de 1992, un panel de rabinos de Lubavitch, en el 770 de Eastern Parkway, [sede mundial de Chabad-Lubavitch] llegaron a un acuerdo al respecto de la llegada del Mesías y concluyeron la reunión con gritos públicos de "¡Viva el Rey mesías". Ellos trasmitieron su reunión por satélite a todo el mundo.
Como resultado de esta conclusión, decenas de miles de hasidim de Chabad están ahora reconstruyendo la relación de Schneerson con su difunto suegro, y rayan en el reino de la idolatría. A falta de un heredero de Schneerson (¿cómo se hace, después de todo, para "reemplazar" al Mesías sin admitir su fracaso?), usan una variedad de técnicas sobrenaturales - como el tratamiento de escritos y vídeos del Rebbe como si fueran una especie de cartas del tarot - y la comunión con él durante las visitas a su tumba, junto a la del "frierdiger rebbe", recibiendo así la asesoría espiritual de un hombre muerto, para quien cantan: "¡Larga vida a nuestro Maestro y Señor, el Rey Mesías, para siempre jamás".

"El Rebbe" no es una biografía exhaustiva y no está destinada a ser la obra definitiva sobre este tema fascinante, mucha de la historia social y política de Chabad bajo el liderazgo de Schneerson falta en el libro. Sin embargo, hasta la fecha es el mejor estudio analítico de los dos temas principales que aborda: una visión crítica y una audaz biografía psicológica de Schneerson, precedida y complementada con dos capítulos dedicados a un análisis sociológico de las creencias y comportamientos de sus hasidim, especialmente después de la muerte del hombre en quien creían convencidos - y ahora más - de que era el Mesías (Las entrevistas de los autores y su investigación dejar en evidencia que existen dos posiciones principales entre los Lubavitchers: los que admiten abiertamente su mesianismo y los que lo camuflan).

El libro comienza y finaliza con capítulos cortos sobre la Chabadniks actuales y sus respuestas a la muerte del Rebbe. La mayor parte del libro, sin embargo, es una biografía cronológica, desde su nacimiento hasta su muerte, en seis capítulos, cada uno dedicado a una fase distinta de la vida del Rebbe. Los capítulos más reveladores están obligados a generar controversia, especialmente entre los Lubavitchers y sus simpatizantes. En ellos se describen los primeros años de vida de Schneerson, antes de ser nombrado Rebbe y, finalmente, cuando fue ungido "El Rey Mesías".

Heilman y Friedman realizan una fascinante presentación de la juventud de Menachem Schneerson y Moussia en Berlín y París, en la década de 1930, la cual está llena de sorpresas. Nos muestra a una pareja joven, ambos con distinguidos ancestros hasídicos, y que parecían tener la intención de forjar un nuevo camino para ellos como europeos modernos y cosmopolitas, manteniendo un estilo de vida de judío ortodoxo (moderno) como referencia, pero con poca conexión con la propia comunidad Chabad en general. Esto era especialmente cierto para Moussia, la hija del "frierdiger rebbe", y que hasta el final de su vida se negó a referirse a sí misma como una rebbetsin y prefería ser conocida como "la señora Schneerson de of President Street".

Ni en Berlín, ni en París, los Schneerson vivieron en barrios judíos. De hecho, en París residían en el elegante Hotel Max, en la margen izquierda, cuyos otros inquilinos eran una rica variedad internacional de artistas, músicos y escritores bohemios. En ninguna ciudad se vio a Schneerson alguna vez en una sinagoga, y no hay pruebas de su relación con sus pequeñas comunidades hasídicas. Los autores documentan que focalizó sus intereses en sus estudios de ingeniería y, a diferencia de años más tarde, sólo tuvo esporádicos contactos con sus suegro.

Contrariando las súplicas de su propio padre, Schneerson se recortó la barba, y siempre llevaba prendas de vestir modernas en lugar de las típicas hasídicas, manteniendo una gran relación social con su hermano Leibel, un trotskista que había abandonado por completo la observancia judía ortodoxa, y con su cuñado, el cosmopolita imberbe Mendel Horensztein, que tampoco mostraba ningún interés por su linaje hasídico y sus tradiciones.

Trágicamente, todos los sueños de convertirse en parte integrante de la cosmopolita ciudad de París fueron aplastados por la invasión nazi de Francia y por la urgente necesidad de escapar de Europa. El detalle más revelador de la vivida narración del libro fueron los esfuerzos frenéticos para rescatar a los Schneerson por parte de los hasidim Chabad de Estados Unidos, y es que todos los esfuerzos para obtener para Schneerson una visa especial como hombre de religión fueron denegados por las restrictivas cuotas existentes en los EEUU para los refugiados judíos, siendo rechazado por el Departamento de Estado.

Así pues, se le identificó como ingeniero en su solicitud de visado, ya que nunca había ejercido en cualquier yeshiva y formalmente no estaba ordenado como rabino, y además no tenía documentada un solo día de experiencia laboral como rabino. Esto no impidió que los Lubavitchers de Estados Unidos lo intentaran y, en su defecto, convencieran a Henry Butler para que como importante abogado llevara el caso de la "emigración de los Schneerson", "donde el hombre que se identificaba como ingeniero en su solicitud de visa realmente era un rabino".

Heilman y Friedman han realizando esta trabajo utilizando los métodos establecidos por Max Weber ("La sociología de la religión") y Erik Erikson ("El joven Lutero"), todo ello para tratar de reconstruir el pensamiento interior del rabino durante este período turbulento, y aún así la totalidad de sus conclusiones no convencerán a todos los lectores, especialmente a los fieles de Chabad. Sin embargo, ellos nos muestran vividamente el drama que representó para los Schneerson su transición desde París a Brooklyn:

Al reflexionar sobre su situación, no podía dejar de darse cuenta que sus planes para instalarse en París, convertirse en un ciudadano francés y vivir como un judío de origen hasídico que proseguía una carrera de ingeniería se habían arruinado. También era el caso de Moussia, quien siempre consideró sus años transcurridos en París como los más felices y libres de su vida, como a menudo decía a sus amigos, dándose cuenta que esos días habían terminado para siempre.
Los procesos de gran alcance psicológico y espiritual que tuvieron lugar dentro de la psique de Schneerson en la década siguiente - y no específicamente el trauma del Holocausto -, lo transformaron de ser un aspirante a ingeniero parisino a convertirse en el más famoso, influyente y controvertido rabino hasídico de la historia judía, el cual llegó a estar poseído por la creencia de que iba a marcar el comienzo de la era mesiánica. Estos procesos no están lo suficientemente explorados por Heilman y Friedman, una laguna que es la mayor debilidad de este libro por lo demás excelente.

En cambio, los autores documentan los postreros y duraderos efectos del carisma de Schneerson sobre sus miles de discípulos, especialmente los "shluchim", o mensajeros, cuya finalidad es facilitar la práctica del judaísmo en prácticamente todos los lugares de la tierra en donde se encuentren los judíos. El mejor aspecto del legado final de Schneerson es la excelente labor de esos "shluchim", la cual se levanta sobre sus propios méritos, con o sin la presencia de un mesianismo delirante.
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