Encore Bouyer


A raíz de algunos comentarios, es pertinente algunas aclaraciones con respecto a Bouyer, sobre todo para quienes aún no lo han leído, a fin de que sepan a qué atenerse:
  1. Dije que, a mi entender, es el mejor teólogo del siglo XX junto, quizás, a Congar y von Balthasar. Que lo ubique en esa categoría no implica considerar a Bouyer como el gurú a quien hay que seguir vaya donde vaya. Ese seguimiento se debe solamente a Nuestro Señor, que se revela a través de la Escritura y la Tradición según se manifiesta en los escritos de los Padres y Doctores de la Iglesia.
  2. No implica tampoco que concuerde con Bouyer en todo. Me parece excelente en su teología sistemática, por ejemplo, en la trilogía dedicada a las personas trinitarias. Su libro “El Trono de la Sabiduría” dedicado a la Santísima Virgen es insuperable. Sus obras espirituales son de mucho provecho: “El sentido de la vida monástica”; “Introducción a la vida espiritual” o “El misterio litúrgico” (uno de los libros de más provecho espiritual que he leído). Sus obras exegéticas también son buenas. De hecho, uno de los especialistas en Sagradas Escrituras más importantes del país -y de la mejor línea- enseña San Juan con su “El cuarto evangelio”. 
  3. Sin embargo, no me convencen sus obras sobre liturgia. Fue uno de los primeros integrantes del Movimiento Litúrgico y fundador de “Centro de Pastoral Litúrgica”. Fue crítico de varios aspectos de la liturgia tradicional. En algunas de ellas estoy de acuerdo; en otras no. Junto con sus colegas, elaboró entre los ’40 y los ’50 propuestas de reforma litúrgica. Varias se tuvieron en cuenta en la reforma conciliar, y resultó ser un desastre. Por ejemplo, la orientación del sacerdote durante la celebración y la introducción de la lengua vulgar. Fue un iluso y un ingenuo. Cuando se dio cuenta de lo que estaban haciendo, y de lo que hicieron, ya era tarde. Sin embargo, no sería justo quedarse con la imagen de Bouyer que aparece en el libro sobre la reforma litúrgica de Didier Bonneterre. Es una visa parcial y, en cuanto tal, injusta.
  4. No me gusta tampoco la tirria que le tenía a los que llamaba “integristas”, y que aparecen, por ejemplo, en el capítulo II de “La descomposición del catolicismo”. Se refiería al ultramontanismo más decadente que había sufrido en carne propia, con sus estrecheces mentales y su testa dura. Sobre el fenómeno de la Fraternidad San Pío X tuvo una visión bastante ecuánime, y la dio a conocer en un texto de 1978 y que publicó Rorate Coeli. Siempre abogó porque la misa tradicional pudiera celebrarse libremente.

En fin, creo que es un autor que hay que leer. No tiene sentido la descalificación en bloque. No es inteligente. No sirve.