Clemente V y Francisco


Los que reclamábamos que el Papa Francisco fuese un pontífice de acuerdo a la tradición de la Iglesia, hemos recibido una respuesta contundente: Francisco ha decidido imitar a su antecesor Clemente V. Recordemos que fue este pontífice de comienzos del siglo XIV el que instituyó una comisión investigadora a resueltas de cuyo informe ordenó la disolución de la Orden de los Caballeros Templarios y condenó a su gran maestre Jacques de Molay que terminó en la hoguera. El motivo no fue otro que las presiones recibidas del rey de Francia que quería hacerse de los numerosos bienes que poseían los templarios. 
Bergoglio, epígono devaluado de los peores papas de la historia, quiere replicar a Clemente V. Ha decidido acabar con la Orden de Malta, la única orden de caballería que aún subsiste con todos sus fueros, y sus motivos no son, a mi entender, económicos, sino el mero resentimiento plebeyo que lo caracteriza: no puede soportar que aún exista un residuo medieval que se precie de la nobleza de muchos de sus miembros. La excusa es, como ya expusimos hace algunas semanas, la expulsión de quien fuera el Hospitalario de la Orden debido a que en una de las misiones sanitarias que comandó, había distribuido preservativos y abortivos. Todos sabemos que el Papa Francisco posee una enorme misericordia hacia los que niegan las verdades de la fe o hacia los que llevan con pertinacia una vida desordenada, pero es implacable a la hora de perseguir a quienes se mantienen fieles a la doctrina de la Iglesia. 
Al modo de Clemente V, instituyó una “comisión investigadora” a fin de que lo informaran lo que había ocurrido con el infortunado distribuidor de condones. Sabemos lo que ocurrió luego: el Gran Magisterio declaró que la Secretaría de Estado se había confundido ya que la Santa Sede no tiene ninguna jurisdicción para involucrarse en los asuntos internos de la Orden. 
El 10 de enero, en una nueva declaración, el Gran Maestre estableció que la Orden no colaboraría de ninguna manera con la Comisión porque se trataba nada menos que de defender su soberanía. Y la respuesta del Vaticano no se hizo esperar. Fue publicada el día 11, en un medio progresista de Estados Unidos, y, en resumen, lo que allí se afirma es:
  1. La Comisión fue designada directamente por el Papa Francisco. Es decir, le responden al Gran Magisterio que no se la tienen que ver con el difuso cardenal Parolín, Secretario de Estado, sino con el mismo Pontífice. Es el mismo recurso que utilizan los padres cuando le dicen a sus hijos: “Juancito, obedéceme porque si no, vendrá el Viejo de la Bolsa y te llevará”. O bien, “Señores caballeros, pórtense bien porque si no, harán enojar al Papa”.
  2. Y, para justificar su intervención, aducen el siguiente argumento: “El Papa tiene derecho a investigar porque tiene jurisdicción inmediata sobre todos los bautizados, sean religiosos o laicos”.
Yo no soy canonista -y los que lo son podrán corregirme-, pero me parece un soberano disparate. Más aún, un disparate de dimensiones cósmicas. La Orden de Malta es un sujeto de derecho público internacional, es decir, es propiamente un estado soberano. No es primariamente una orden religiosa, como los franciscanos y los dominicos. El Anuario Pontifico, que vaya si tiene autoridad en el tema, menciona en una sola ocasión a la Orden de Malta, y lo hace dentro del listado de los Estados con los cuales la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas. Es decir, no la ubica dentro de las órdenes religiosas. Por tanto, el derecho que aduce Bergoglio sería análogo al siguiente caso. Supongamos que el presidente Macri expulsa al ministro de Salud Lemus. Como ambos son bautizados, y el Papa tiene jurisdicción inmediata sobre todos los bautizados, establece un comisión para averiguar por qué fue desplazado de su cargo el ministro Lemus. Si esto ocurriera, las carcajadas se oirían no solamente en la Cancillería argentina sino hasta en un bar perdido de Villa Mercedes. 
Francamente, parece un acto de insanía de Bergoglio. Es decir, parece que está completamente loco y nadie se anima a frenarlo. Ni a Gregorio VII o a Bonifacio VIII se les ocurrió tamaño disparate. Ni el mismísimo Luis XIV se habría animado a tanto. Este hombre se quiere llevar todo por delante, con la prepotencia propia de un jesuita resentido.

Veremos qué ocurre. Conozco personalmente al Gran Maestre, fra’ Mathew Festing y a algún otro miembro del Gran Magisterio, y conozco también a varios Caballeros de Justicia y de Honor y Devoción, y puedo dar testimonio de su integridad y fidelidad a la Iglesia y a sus enseñanzas. En Argentina, como en otros países americanos, tenemos una imagen distorsionada de la Orden de Malta, convertida en muchas ocasiones en una especie de club exclusivo de gente snob que organiza conciertos a los que asisten Mirtha Legrand y Cecilia Zuberbhuler. No es así en los países europeos, donde aún se exige la condición de nobleza de sangre para ingresar, o bien, sus miembros son católicos devotos y ejemplares. 
Justamente ha sido la política del fra’ Mathew Festing fortalecer el aspecto religioso de la Orden, alejándola de ese modo de la apariencia de una ONG humanitaria, que es en lo cual la quiere convertir del papa Francisco. Para eso, se ha preocupado en aumentar el número de los Caballeros de Justicia, es decir, de aquellos que pronuncian los tres votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia y que, aunque no están obligados a hacer vida comunitaria, continúan trabajando en su lugares habituales, dando testimonio de Cristo y sirviendo al prójimo. 
Tuitio fidei et obsequium pauperum (“Defensa de la fe y servicio a los pobres”): ese es el lema de la Orden de Malta. Como sabemos, la defensa de la fe no es una de las prioridades del Papa Francisco. Deberíamos decir más bien, que su objetivo es la destructio fidei. No es extraño, entonces, que quiera disolver y acabar con la Orden. 
Yo espero que, si dentro de algunas semanas, nos enteramos que el pobre fra’ Mathew ha sido quemado en el Aventino, cual otro Jacques de Molay, lance también como éste una maldición. Se dice que el último gran maestre de los Templarios exclamó antes de ser arrojado a la hoguera: 

Dios sabe quién se equivoca y ha pecado y la desgracia se abatirá pronto sobre aquellos que nos han condenado sin razón. Dios vengará nuestra muerte. Señor, sabed que, en verdad, todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir. Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra dada, ¡os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!... A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año..

El papa Clemente V murió un mes después y el rey Felipe IV ocho meses más tarde. Si así fuera, en menos de dos meses tendríamos un nuevo cónclave....