El liderazgo de Francisco

La semana pasada, el académico italiano Loris Zanatta publicó en Clarín una columna fuertemente crítica al Papa Francisco. Tras una primera lectura, pareciera que le cuestiona que no es suficientemente liberal. Sin embargo, detrás hay una crítica mucho más profunda y cáustica. Le dice en la cara que es un ignorante. Y lo prueba con los hechos. 
No es novedad. Lo venimos diciendo en este blog desde el inicio mismo de este catastrófico pontificado. Lo que llama la atención es lo siguiente: ¿cómo es posible que un hombre que documenta diariamente su ignorancia cuando abre la boca siga manteniendo el liderazgo que posee? La mediocridad de Bergoglio ya no es solamente señalada por algunos blogs “ultraconservadores”, sino también por intelectuales de peso como Zanatta. Ya no es solamente un chiquilín el que se ríe porque el rey está desnudo, sino que los notables del reino también lo admiten. Y, sin embargo, el rey sigue reinando de lo más campante.
La pregunta que me interesa discutir en este artículo es sobre quiénes ejerce su reinado el rey, o bien, quienes se recuestan sobre el liderazgo de Bergoglio. Dentro de la Iglesia, es el líder indiscutible del sector más progresista del episcopado, encabezado por el cardenal Marx. La mayor parte de los obispos son solamente adulones y no reconocen otro liderazgo más que el de aquel que ostenta el poder y cambiarán de fidelidades cuando cambie el Papa. Sin embargo, Francisco está perdido el liderazgo en un amplio sector de fieles que nunca se rebelará contra el papado pero que toma distancia de sus enseñanzas. Las desventuras de la enamoradiza Leticia no ha caído bien en aquellos fieles que, justamente, se han mantenido fieles a la doctrina de siempre por el sensus fidelium.
En el ámbito político internacional, Bergoglio lidera la izquierda. Y este liderazgo no se lo atribuyo yo, sino que se lo asignó hace algún tiempo el Washington Post. Y no hacen falta muchas luces para darse cuenta que es la referencia del progresismo: desde el de Hilary Clinton hasta el de los medios masivos de comunicación. En un mudo que está girando a la derecha, ellos lo han aupado como su líder. Y como tal lo presentan los vicarios de los poderes oscuros. Basta abrir cualquier diario para darse cuenta. 
Un caso particularmente sintomático ocurrió hace pocos días. El Super Bowl es la final del campeonato nacional de fútbol de Estados Unidos, un encuentro deportivo que es visto por cientos de millones de personas. Pues bien, para ese encuentro el Papa Francisco envió un mensaje que fue transmitido durante el partido. La pregunta que enseguida viene a la cabeza es cómo fue posible que el jefe espiritual de la Iglesia Católica haya conseguido tamaño privilegio en un evento mundano si los hay y en los que cada segundo vale millones de dólares. La respuesta es sencilla: porque cuenta con el apoyo de toda la progresía que no escatima en gastos a la hora usarlo como ariete contra Trump, y él aprovecha para consolidar su liderazgo. 
Por otro lado, no dejo de asombrarme que teniendo tamaña oportunidad y tamaña audiencia, el Vicario de Cristo no hay hecho la más mínima alusión no ya a Nuestro Señor, sino al mismo Dios. Sus palabras fueron las de un líder terreno: la paz, el encuentro y la solidaridad; lo mismo que podrían proclamar Ghandi, Rigoberta Menchú o John Lennon. No puedo dejar de recordar uno de los capítulos finales de El Señor del Mundo de Benson, cuando Felsenburg se dirige a la humanidad entera que está pendiente de sus palabras llevando un mensaje de paz...
Si alejamos un poco el zoom del panorama que estamos pintando, nos encontraremos con un cuadro interesante: pareciera que el papado ha retomado el liderazgo que tenía en épocas medievales, cuando todos los reyes y soberanos cristianos le estaban sometidos y su palabra era apreciada por todos los hombres. Claro que hay una diferencia: los soberanos que ahora se le someten no son ya cristianos y su palabra es recibida y aplaudida por un mundo que apostató de Cristo. En pocas palabras, el Papa Francisco es el líder del enemigo
Vicario de Cristo, Sucesor de Pedro y líder de las Fuerzas Oscuras: ambigüedad si las hay.