Que así sea

Traduzco el artículo aparecido hoy en Il Foglio:





LOS LEFEBRISTAS VUELVEN A CASA
Mateo Matuzzi

ROMA. La fractura entre la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (los lefebristas) y la Santa Sede está por ser recompuesta. El acuerdo para la institución de la prelatura personal -garantía de amplia autonomía en la gestión y en la pastoral- está próximo. Confirma que el lento y complejo proceso negociado se ha ya solucionado de un modo positivo la intención por parte de Ecône de comprar el complejo de Santa María Inmaculada en el Esquilino, a poca distancia del Laterano. La iglesia neogótica contruida entre fines del ochocientos y principios del novecientos por los Hermanos de la Caridad se encuentra adosada a un edificio destinado en los últimos años a una escuela primaria y secundaria. Es aquí donde, según sabe Il Foglio, surgirá un Centro de estudios y, en un segundo momento, con toda probabilidad se instalará la sede de la casa generalicia de los lefebristas. 
Quien ha acelerado todo este proceso ha sido directamente el Papa, a través de Mons. Guido Pozzo, secretario de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei. Del 17 al 20 de enero pasado, se habría alojado en Santa Marta Mons. Fellay (el superior de la FSSPX), mons. Alfonso de Galarreta y el asistente general don Alain Nély. Estas negociaciones han sido presenciadas también la superiora de las religiosas de la Fraternidad. Don Nély es la persona encargada de completar la compra del complejo. 
Que Francisco tenga un rol de primer plano en las tratativas no debe sorprender. Recordaba el mismo Fellay que la relación entre Bergoglio y la Fraternidad tiene raíces profundas. “Nos conocemos desde Argentina. Estábamos en contacto con él porque allí un concordato permite a los sacerdotes extranjeros obtener un permiso de residencia con la condición de que el obispo esté de acuerdo.Cuando tuvimos problemas con algún obispo local, que no quería nuestra presencia, nos reunimos con el cardenal Bergoglio para exponerle el tema. Su respuesta -agregó el Superior General de la FSSPX hace un año- fue clara: ‘Obviamente tú eres católico y no eres cismático. Yo te ayudo’. Y lo hizo. Se contactó con Roma y escribió una carta al gobierno sobre nuestra situación”.
Luego, siendo ya Papa, con ocasión del Jubileo extraordinario de la misericordia, concedió a los fieles que “por diversos motivos” frecuentan las iglesias en las que celebran los sacerdotes de la Fraternidad, el recibir válida y lícitamente la absolución sacramental de sus pecados, facultad que se extendió más allá del periodo jubilar, “confiando en la buena voluntad de sus sacerdotes a fin de que se pueda recuperar la plena comunión en la iglesia católica”. 
Los problemas, sin embargo, permanecen, sobre todo al interior de la variada realidad lefebrista. La situación en pocas palabras es la que se planteó en 2012 cuando, Mons. Fellay, sorpresivamente, decidió rechazar la mano extendida de Benedicto XVI, no aceptando las condiciones teológicas puestas por Ratzinger para una conclusión positiva del negociado. Fue decisiva la fractura existente entre el ala alemana y el ala francesa de la Fraternidad. Si hubiese sido por la primera, la FSSPX habría vuelto a la comunión con Roma hace cinco años. Los alemanes consideraban que las cuestiones que se discutían podían resolverse y que, por tanto, no debía cerrarse la negociación. Pero la frustraron los franceses, mucho menos dispuestos al trato.
Fellay parece dispuesto a superar el impasse, aún a costa de dolorosas pérdidas entre sus fieles y sus sacerdotes.