En un mundo absoluto




O puede que en un mundo disoluto. Para anunciar el vodka Absolut a algún creativo se le ocurrió publicar este bonito mapa ucrónico en el que México aparece agrandado con sus antiguos territorios hoy en manos gringas. Muchos mexicanos debieron cambiar en ese momento el tequila por el vodka. Y al contrario, a muchos gringos se les atragantaría el destornillador al ver el anuncio. Lo hicieron retirar.

De momento me quedaré con este otro mapa, también bonito, y apto para todos los públicos. Nos demuestra que todos los países, civilizados o no, tienen su cerveza. Incluso Panamá. A ver cuando nos organizamos una vuelta al mundo de la cerveza.


Eso sí, en verano, tomadla de baja graduación y muy fría. En invierno uno puede tomarla del tipo doble malta o del tipo belga-cabezona.

Sex phone - Part II


Esto iba a ser un comentario en el post de ayer; pero tomó vida propia y se convirtió en otro post. Pasar de no escribir por meses a postear dos días seguidos...
La verdad es que me reí mucho con los comentarios de Pitxi y Chuso, y ya estaba pidiendo a gritos saber que móvil usa el otro Gang!!!
Una vez alguien me dijo que los zapatos de un hombre dicen mucho de él. Si los lleva lustrados e impecables, si están gastados, si son mocasines o acordonados...Habría que ser una especie de Carl Lightman de los zapatos para interpretar el comportamiento de alguien a travez de su calzado. Aunque en parte es cierto. Claro que en verano todos ocultan sus verdaderas intenciones al calzar ojotas...
Hoy, en este siglo XXI me atrevería a decir que el móvil (celular le decimos aquí en los sures) que usa cada uno nos habla un poco sobre su dueño. Con esto no quiero decir que si el de Chuso se cae a pedazos, como manifestó él en su comentario, mi amigo Gang esté desarmándose por la vida o sea un desprolijo. Al contrario: creo que habla de a lo que aspira cada uno. ¿Retorcido, no?
Por ejemplo: viajo todos los días a mi oficina en el centro en un transporte público. Comparto el viaje con gente de distintos estratos sociales. Y curiosamente (o no), los de menos condiciones económicas (por favor, no tomen esto como un artículo clasista) tienen los teléfonos móviles más nuevos y más caros. Mi teléfono móvil es solo eso: un aparato que sirve para hablar, enviar mensajes y punto. Sí, saca fotos, tiene música. Pero me interesa sólo que me sirva. Que sea lindo y cómodo también. Pero ahí nomás. Listo. ¿Y mis aspiraciones? No las reflejo en el teléfono creo.
Es más: mi teléfono no se ve!! Es muy finito y lo llevo en el bolsillo. O sea: mis aspiraciones no las conoce nadie. Jajaja. Ahora, el que tiene un i Phone lo hace notar. Claro, por eso debe ser que los estadísticos de los que hablé ayer concluyen que los usuarios del teléfono de la manzanita tienen más sexo que los demás!! ¡Por favor!
Por el contrario, veo profesionales que extraen de entre sus trajes teléfonos casi como de museo ya. Muchas veces hasta yo mismo caigo en eso de que hay que cambiar el teléfono y le digo a Sil: ¿cuándo vas a cambiar ese telofonito de mierda? Y ella no lo cambia porque le funciona, le sirve, es elegante para la dama, pequeño y discreto. Yo lo odio porque cuando lo agarro los dedos no me entran en sus teclitas. Pero es su teléfono.
Acá no hubo largas filas a las puertas de las tiendas cuando lanzaron el i Phone; pero de un día para el otro aparecieron muchos con el aparatito que usan más para follar (como dicen allá) que para hablar. ¡Si ya no se encara a una fémina con dulces palabras al oído en la barra de una disco!
No, ahora se le pide el número de móvil (según un amigo, si hoy una chica a la que recién conoces te da su número móvil es casi como que ya le sacaste la tanga). Porque a partir de ahí nace la conquista: mensajes, fotitos, etc, etc. Nada personal, nada físico, nada de tonos en la voz o arqueado de cejas o mordiditas de labios.

Mis zapatos no están lustrados todos los días. Pero me llevan a todos lados.
Cualquier réplica a este artículo la mandan por favor al 15-4467-9.....

Sex phone, sex phone. You´re my sex phone...!


Podría ser un comercial del telefonito de la manzana, con música de Tom Jones. Al estilo de cuando los tres Doors vendieron su "Ligth my fire" para un comercial de no-me-acuerdo-que-cuernos y el buen cabronazo de Jim se carajeó porque no estaba de acuerdo. Uh...puedo hablar horas sobre esto, ahora que me doy cuenta; pero no era el tema del post.

Si hay encuestas que arrojan estadísticas al pedo, esta del i Phone es una de ellas. "Los usuarios de este Smart phone tienen más parejas sexuales que los que prefieren otros teléfonos" Ja ja ja!!!

Ni hablar de como llegaron a esta conclusión los cráneos de los algoritmos: determinando con qué cámaras y teléfonos se tomaron las fotos que se cuelgan en las redes sociales. ¡¿?! .

Mi pregunta es: ¿es consciente de esto aquel que usa un i Phone? ¿y el que usa la Blackberry? cuando lea esto irá corriendo a cambiarlo por el primero. ¿Y los que sólo usamos un móvil común y corriente? La encuesta debería decir entonces: "Aquellos que tengan Motorola Razor V8 están condenados a la monogamia". Los otros días, Sil agarró mi teléfono y mirando las fotos que guardaba se encontró con...¡un balde azul debajo de una gotera! Si me costó explicarle que se trataba de una aire acondicionado que había reventado en un edificio y la foto era para reclamarle a la empresa de mantenimiento, no me quiero imaginar la situación con una foto en un i Phone: sería casi pornográfica (el balde, la gotera cayendo en él...no me hagan imaginar más).

Sil, quedate tranqui. No me compraré un i Phone.

Y mis amigos Gangs, ¿qué teléfonos usan?

El Omegón y todo eso... (Parte 13)

(A la parte 12A la parte 14)

Los ordinales, hoy

Como decíamos ayer, la teoría de conjuntos (en particular, la teoría de los ordinales), tal como fue planteada por Georg Cantor , resultó ser inconsistente (1). Esto quedó demostrado por la existencia de la paradoja del mayor ordinal posible (la mal llamada Paradoja de Burali-Forti, discutida en el capítulo anterior) y también por la paradoja de Russell del conjunto de todos los conjuntos que no son elementos de sí mismos.

Cantor intentó solucionar estos problemas mediante un argumento filosófico-teológico según el cual existen dos niveles de infinitud: el nivel transfinito y el nivel de la infinitud absoluta. El primero, según Cantor, es el único accesible a la mente humana. Cantor aseguraba que toda su teoría de ordinales y cardinales se enmarcaba en este nivel.

Por el contrario, decía Cantor, la comprensión del nivel absoluto estaba sólo reservada a Dios y era inaccesible al ser humano. En este nivel se encontraban conceptos tales como "el conjunto de todos los conjuntos" y "el mayor de todos los ordinales". Las paradojas que se derivan de estos conceptos, siempre según Cantor, sólo son aparentes y resultan ser el fruto de nuestras propias limitaciones (2).

Esta "explicación", además, calmaba los escrúpulos religiosos de Cantor. Como ya dijimos antes, hasta el siglo XIX muchos teólogos consideraban que el infinito era un concepto esencialmente divino y que pretender comprenderlo constituía una herejía. Cantor, quien era profundamente religioso, estuvo durante mucho tiempo muy incómodo con la idea de ser un hereje. La concepción de que, después de todo, habría un parte del infinito inaccesible a la mente humana lo reconciliaba de alguna manera consigo mismo.

La verdad es que esta explicación filosófico-teológica no convenció a ningún matemático, ni siquiera a los dos más grandes defensores de Cantor, David Hilbert y Richard Dedekind, y es así como los problemas de la teoría de Cantor quedaron sin resolver durante varios años (en la década de 1920 David Hilbert todavía planteaba la comprensión del infinito como uno de los mayores desafíos para el honor de espíritu humano).

En los primeros años del siglo XX Bertrand Russell intentó una solución mediante una reformulación de las reglas del lenguaje lógico-matemático que, de ser aplicadas, se suponía, eliminarían todas las paradojas conocidas hasta ese momento. Lamentablemente, por razones demasiado extensas para explicarlas aquí, la idea de Russell falló.

La solución (al menos la solución hasta ahora aceptada) provino del enfoque axiomático y consistió específicamente en el planteo de una teoría axiomática de conjuntos. En realidad, decir "una" teoría de conjuntos es inexacto. Aunque la teoría más "popular" entre los matemáticos es la llamada teoría de Zermelo-Fraenkel, se han propuesto muchas teorías de conjuntos, no todas equivalentes entre sí.

Mi intención es desarrollar a continuación algunos de los puntos principales de la llamada teoría de conjuntos de Morse-Kelley, haciendo especial hincapié en la definición de los ordinales y en cómo se eliminan las paradojas que aparecen en la teoría de Cantor. (Al hablar de los ordinales, me basaré en la exposición que se hace en el apéndice del libro de John L. Kelley, Topología General, Eudeba, Buenos Aires, 1975.) Aunque hablaré de la teoría de Morse-Kelley, casi todo lo que diré (tal vez todo) es común a casi todas (tal vez a todas) las teorías de conjuntos existentes actualmente.

Para comenzar, digamos que todas las teorías de conjuntos actuales eliminan las paradojas (por ejemplo la de Russell o la de Burali-Forti) mediante un truco de lenguaje que (curiosamente, o no) tiene reminiscencias de la explicación filosófico-teológica de Cantor. El truco consiste esencialmente en hacer una distinción entre clases y conjuntos.

A toda propiedad (entendamos la palabra "propiedad" en su sentido intuitivo) le corresponde una clase: la clase de todos los objetos que cumplen esa propiedad. Ahora bien, antes de continuar es importante decir que en casi todas las teorías de conjuntos actuales todos los objetos de la teoría son clases. Es decir, la distinción "tradicional" entre clases y elementos no existe. Insisto, todas son clases, sólo que algunas clases son elementos de otras clases más grandes.

Por ejemplo, en la teoría de Morse-Kelley el número 0 se define como la clase vacía (que es la clase definida por la propiedad "$x\neq x$"). Observemos que 0 no se define como el cardinal de la clase vacía (como habría hecho Cantor), sino que es esa clase. 0 es un nombre para la clase vacía.

¿Qué es un conjunto? Un conjunto es un caso particular de clase. Una clase es un conjunto si pertenece a una clase más grande. Tenemos entonces que las clases se dividen en dos tipos, por una lado están los conjuntos, que son clases que son miembros (o elementos) de clases más grandes y por otro lado están las clases propias, que no son miembros de clases más grandes. (Cantor, probablemente, hubiera identificado a las primeras con "lo transfinito" y a las segundas con "lo absoluto".) Por ejemplo, la clase universal (la clase que contiene a todo, definida por la propiedad "$x = x$") es una clase propia.

Dijimos antes que a cada propiedad P le corresponde una clase C. La definición dice que:

"$x \in C$ $\Leftrightarrow $ (x cumple P y x es un conjunto)"

¿Cómo sirve esta distinción para evitar, por ejemplo, la paradoja de Russell? En la teoría intuitiva de conjuntos (nombre que actualmente se la da a la teoría de conjuntos de Cantor) a cada propiedad simplemente le corresponde un conjunto. Si a la propiedad P le correspondiera el conjunto C diríamos que:

"$x \in C$ $\Leftrightarrow $ x cumple P"

Tomemos, como hizo Russell, la propiedad "$x\not\in x$" y llamemos R al conjunto que le corresponde. Luego: $x\in R \Leftrightarrow x\not\in x$ .

La teoría intuitiva nos dice que la afirmación anterior es verdadera cualquiera sea el valor que le asignemos a x. Tomemos, por ejemplo, x = R. Tenemos así que la teoría nos dice que es verdad que: $R\in R\Leftrightarrow R\not\in R$ Pero la lógica elemental nos dice que esta afirmación es ipso facto falsa. La teoría intuitiva de conjuntos nos conduce entonces a una falsedad y es, por lo tanto, contradictoria.

Ahora bien ¿qué diría ante esta situación una teoría moderna de conjuntos? ¿Cómo elude la paradoja? Tomemos la misma propiedad de antes, "$x\not\in x$" y sea R la clase que le corresponde. La definición que da una teoría de conjuntos actual nos dice que, cualquiera sea x, vale que:

"$x\in R$ $\Leftrightarrow $ si ($x\not\in x$ y (x es un conjunto))"

Como antes, tomemos $x = R$. Es verdad entonces que: "$R\in R$ $\Leftrightarrow $ (($R\not\in R$) y (R es un conjunto))"

Y ya no hay paradoja porque esta afirmación no es contradictoria en sí misma. Más aún, del hecho de que esta afirmación es verdad se deduce que R no pertenece a sí misma y que R no es un conjunto. Es decir, R es una clase propia.

Vemos así como las modernas teorías de conjuntos evitan (mediante un truco de lenguaje) la paradoja de Russell. Veremos en la próxima cómo definen los ordinales y cómo evitan (de manera similar) la paradoja de Burali-Forti.

Notas:

(1) En su libro Comprendiendo el Infinito (Fondo de Cultura Económica, México DF, 2005), Shaughan Levine sostiene la tesis de que la teoría de Cantor era consistente y que las contradicciones que se achacan aparecen solamente si se aplica la teoría a situaciones que Cantor no contemplaba (es decir, la teoría es consistente si nos limitamos a lo que Cantor llamaba "lo transfinito"). Sin embargo, creo que Levine se equivoca. La teoría de Cantor es inconsistente. Por supuesto, si ante cada incosistencia nos limitamos a decir "ese caso no lo tomo en cuenta" entonces cualquier teoría (aun la más absurda) puede ser defendida como consistente.

(2) En 1904 Cantor le escribió una carta a Bertrand Russell usando este argumento como intento de refutación de su paradoja del conjunto de los conjuntos que no pertenecen a sí mismos. No sabemos si Russell le respondió. (La carta de Cantor está reproducida en el libro citado en la nota anterior.)

Revista Axioma

En este enlace están ya disponibles los números 0 al 6 de Axioma, revista para profesores y estudiantes de matemática. Próximamente estarán también disponibles los números del 7 al 19, que completan la colección de números publicados.

Truño o caño???



Podría ser la nueva frase de moda en los horrorosos Halloween estadounidenses, pero tb es un dilema que muchas veces nos planteamos y que puede causar un grave daño a las relaciones humanas, porque aunque se parezcan ambas expresiones, no, no es lo mismo un truño que un caño, ni en tiempo ni en forma ni en preparación ni en consistencia, y evidentemente que a la hora de realizar las necesidades fisiológicas hay que saber y tener muy claro si se quiere hacer un caño o un truño, este es el consejo que os doy así que me voy a hacer un truño o mejor un caño??

"internet es muy grande"

se lo oi tal cual a uno de esos "filosofos hippiosos de esquina" y me quede flipado
claro, venia de pasar 5 horas delante de la muerte...INTERNET GRANDE!
el infinito a teclafija, la posibilidad total para santificar tus deseos cirilicos
me encanta....pero en pequeñas dosis...tuve la vision stereoscopica de un PELAO INCANDESCENTE pegado a una pantalla 24-7, que miedo, que placer!

prefiero tumbarme a mi bola e inventar cojines donde solo crecen orugas