El otro día pude tomarme de nuevo un gintonic. Hacía largo tiempo que no lo hacía, puede que desde antes del nacimiento de Gurriati (puede que tengan razón en eso de que el alcohol hace olvidar).
El caso es que no se trató de un gintonic de esos de diseño, como los que se toma el Pelao en sus fiestas en áticos. No fue ni un Hendricks ni un London Gin. Tampoco un Citadelle, ni siquiera una Bombay (hace tiempo que no la pruebo).
El pelotazo consistió en Gin Giró y tónica.
Y la experiencia fue altamente satisfactoria. En vaso grande, con la suficiente cantidad de hielo, un toque de limón y largo de ginebra.
Creo que el GIN GIRÓ (C/Narciso Monturiol 17, 08960, Sant Just Desvern-Barcelona) bate de largo a su contrincante español (el LARIOS malagueño). La etiqueta asegura que está fabricado con alcohol agrícola (nada de una ristra de aromatizantes botánicos exóticos, como naranjas de la China, cáscaras de limones etíopes y almendras del Congo Belga, directamente ALCOHOL AGRÍCOLA. Eso sí, nada del etanol que se meten los rusos borrachos). Es una ginebra muy apreciada en Barcelona para preparar los Dry Martini.
A partir de ahora creo que es obligado el que no falte una botella de litro y medio de esto en las casas más decentes. Eso, hasta que encontremos las últimas reservas de GUOLF en el sótano de una bodega de Cebreros (Ávila).