Procusto y la diferencia

Conocemos la historia del posadero Procusto, aquel que odiaba las diferencias y estiraba o aserraba a sus huéspedes a fin de que todos ellos cupieran perfectamente en el tamaño de su cama de hierro.
Afortunadamente, apareció Teseo logró vencer al rey de los mediocres -buscaba siempre la media- cortándole la cabeza.
Vladimir Volkoff analiza el tema es un excelente libro, Elogio de la diferencia, que pueden bajar desde la página del blog Exscriptor
Les dejo aquí algunos párrafos escogidos del libro para animarlos a que lo lean:

"Una cosa era segura para mi: en la civilización occidental, democrática, intelectual, pacifista y agnóstica, en la que vivía, me competía conservar intacto el Graal de otra civilización: oriental, auocrática, teocrática, guerrera y ortodoxa".

"Si se clasificara la humanidad en dos clases de hombres, aquellos en quienes el concepto de privilegio despierta la imaginación y aquellos a quienes le revuelve el estómago, opino que encontraríamos entre los primeros a todos los fantaseadores de agradable compañía, a todos los poetas, a todos los que no confunden la gravedad con la seriedad y el humor con la comicidad chabacana, y entre los segundos, en tropel, a los puritanos, los bocazas, los hepáticos, los agriados y los aguafiestas de cualquier clase".

"Nunca he creído, justo es precisarlo, en ese mito que los intelectuales famélicos han inventado para seducir a los proletarios y atemorizar a los burgueses: la lucha de clases". 

"Propongo para la nobleza esta definición simplona: categoría de hombres diferentes. Son diferentes de los demás y entre sí. Su coeficiente de diferencia es superior al de los demás, al igual que el coeficiente de diferencia de las figuras es superior al de las cartas bajas. No son diferentes ni debido a una distinción física que no siempre tienen y que otros sí tienen a veces, ni a pruebas a menudo imposibles de realizar, ni a unas tradiciones que fluctúan, ni a oficios que cambian, ni a genealogías que se doran, ni a propiedades que se malvenden, ni a efímeros privilegios, ni a responsabilidades transitorias: son diferentes porque se reconocen como diferentes y son espontáneamente reconocidos como tales".

"¿Para qué sirve la nobleza? Para nada, y ésta es precisamente su nobleza".

"Los héroes han dejado de ser interesantes: ahora se trata de ensalzar a los que trabajan. 'La glorificación del trabajo es una mentira. El hombre no está hecho para trabajar. Ha nacido para prodigarse en actividades libres, para crear si es capaz de ellos, aunque no creara más que un nuevo modelo de pajarita de papel... Que se ahorren el penegírico, capitalista o comunista, del Trabajo y la Producción. Falsos dioses para falsos hombres -y hombre falsos'. (...) No se trata, una vez más, de que sea humillante trabajar, sino de que es un sinsentido convertir el trabajo en fuente de honor".

"A mí, la sola idea de integración me ha horrorizado siempre; en Argelia, me parecía que integrar una población a la otra era faltarles al respeto a las dos". 

"La verdad absoluta del Evangelio nunca ha prometido verdad relativa alguna de la tierra, no ha predicado la libertad jurídica, sino tan sólo la libertad moral, espiritual, la que puede conseguirse aun encadenados. (...) Bajo los turcos, hubo mártires de la f; dudo de que la constitutición belga suscite algo más que beatos".