La Paradoja de Banach-Tarski (Cap. 2)

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Cortar y Pegar

En este capítulo vamos a estudiar un problema de "corte y confección". La intención es comenzar a aproximarnos a una correcta interpretación del Teorema de Banach-Tarski.

Es problema dice así: ¿Es posible dividir un cuadrado en una cantidad finita de partes de tal modo que con éstas sea posible ensamblar un triángulo isósceles? (A las partes resultantes de la división se les puede aplicar rotaciones, traslaciones y simetrías, es decir, movimientos que no las deformen.)

En realidad hay dos maneras de entender este problema, las que podríamos llamar, por una lado, la interpretación concreta o física y, por el otro, la interpretación abstracta o matemática.

La interpretación concreta es la que seguramente casi todos adoptarían si intentaran resolver el problema. En esta interpretación pensamos al cuadrado como si fuera un objeto físico, un cuadrado de papel, por ejemplo, que tenemos que cortar con una tijera. Con las partes resultantes, cual si fueran piezas de un rompecabezas, debemos armar un triángulo iósceles.

Como se ve en el dibujo siguiente, el problema así interpretado se resuelve fácilmente. Sólo debemos cortar el cuadrado por una de sus diagonales.
En la interpretación abstracta vemos al cuadrado como un conjunto de puntos del plano. Dividir el cuadrado en partes equivale, en este caso, a establecer aquello que en la Teoría de Conjuntos se llama una partición del conjunto. Es decir, dividimos el cuadrado en subconjuntos de tal modo que cada punto pertenezca a uno y sólo uno de los subconjuntos de la partición.

Intentemos, para esta interpretación, la misma solución de antes. Dividimos el cuadrado por la diagonal, pero en este caso cada punto de esa diagonal sólo puede estar en uno de los dos triángulos resultantes. En la solución física había una duplicación: cada punto de la diagonal aparecía en ambos catetos de los triángulos resultantes de la división.
En el paso 2 del dibujo vemos que la hipoptenusa del triángulos inferior no está marcada de color negro. Esto indica que a ese triángulo "le falta" su hipotenusa (y por lo tanto, la figura en realidad no es un triángulo, ya que entendemos que un triángulo debe incluir todos sus lados).

Al ensamblar las piezas debemos tener la precaución inversa: cada punto de la figura final debe provenir de uno y sólo uno de los puntos de las piezas reunidas. Al intentar reunir los dos triángulos (véase el paso 3 en el dibujo siguiente) los catetos no pueden superponerse pues habría una duplicación.

"Cortamos" entonces el cateto de uno de los triángulos y lo separamos como una pieza más (paso 4). Reunimos entonces los dos triángulos (paso 5), pero la figura resultante todavía no es un triángulo completo, ya que le falta un lado. Podemos intentar completarlo con el segmento antes separado (paso 6), pero, Pitágoras mediante, ese lado es más corto que el segmento faltante, por lo que la figura final todavía queda incompleta (no es en realidad un triángulo).

En definitiva, según la interpretación abstracta, no hemos podido resolver el problema ya que no logramos armar un triángulo isósceles completo.

¿Es posible resolver el problema según la interpretación abstracta? Dejo la pregunta para los lectores.

Me interesa destacar aquí que el intento de solución según la interpretación abstracta nos ha mostrado una división en partes que es irrealizable en la práctica. El paso 4 (y, de hecho, también el paso 2) son imposibles en la realidad física ya que no existe en el mundo físico el equivalente exacto de un segmento matemático. Existen varillas delgadas, líneas en el papel y otros objetos que podemos imaginar como cercanos a un segmento, pero que de ninguna manera lo son, ya que en todos los casos se trata de cuerpos físicos tridimensionales formados por una cantidad finita de átomos.

Como ya se adivina, el Teorema de Banach-Tarski (que dice que una esfera se puede dividir en cinco partes que, a su vez, permiten ensamblar dos esferas iguales a la original) se refiere a una división abstracta o matemática irrealizable en la práctica.

(Continuará...)

El gol más hermoso del mundo


Nunca he sido un goleador, jugando al fútbol. Siempre he bregado en puestos defensivos, normalmente en algunos de los puestos laterales, pues aunque soy bastante alto siempre he jugado con algún mostrenco que podía ocupar la posición de central. Y casi todos los goles que he marcado han sido bastante feos, exceptuando uno que metí de cabeza cuando era joven.

Por eso cuando este fin de semana el Real Madrid ganó en La Coruña tras 19 años de sequía y gracias a la genialidad de Guti con los tacones volví a recordar no ya un gol mío sino el gol más hermoso que he visto en un campo de fútbol. Y no se trató de aquel gol que marcó Raul en el Vicente Calderón después de regatearse a toda la defensa colchonera. Ese gol no tuvo importancia. Me refiero al gol de Onésimo contra el Mallorca en la promoción de ascenso a Primera 1996, aquella eliminatoria que enfrentó según la prensa mallorquina a la isla más rica de Europa contra el barrio más pobre de Madrid.

El Mallorca llevaba 18 partidos sin perder. Había ganado en el partido de ida 1-0. En Vallecas, aquella tarde de junio de 1996 se había adelantado el Rayo con gol de Guilherme, nivelando la eliminatoria, pero en el 24 nuestro portero nigeriano Wilfred Agbonavbare fue expulsado por tocar el balón con la mano fuera del área. Y 5 minutos más tarde el Torito Aquino, un futbolista argentino determinante en el esquema del Rayo, resultó lesionado. Se necesitaba un gol más para seguir en primera, y se tendría que lograr en inferioridad numérica. En el minuto 65 el mallorquinista Maqueda estrellaba el balón contra el larguero, tras superar por alto una salida alocada del guardameta Abel.

Pero llegó el momento para la genialidad. Se estaba agotando el tiempo del partido. A falta de 9 minutos un pase de 50 metros del gaditano Antonio Calderón, y Onésimo Sánchez, que se va por la izquierda y tras dejar botar la pelota y de un solo toque con su pie derecho conecta una suave vaselina que se cuela en la portería del desesperado Mallorca. A los dos (Calderón y Onésimo) me los encontré aquella misma noche mientras festejábamos la victoria y la permanencia en la máxima categoría, no en la fuente de la Asamblea como se hace ahora, sino en la fuente de Atocha (Glorieta de Carlos V), la primera fuente en el Paseo del Prado, antes de llegar a la colchonera Neptuno y a la merengue Cibeles.

Es curioso contemplar como el Chincheta, el máximo exponente del fútbol de Salón, el ser humano que mejor he visto regatear en el mundo entero, marca su mejor gol en una jugada en la que solo conectó una vez su pie derecho con el balón. Lo habitual era verle regatear una y otra vez a la defensa contraria, con el balón soldado a sus pies.

En el día de hoy ha pasado a
entrenar al Real Valladolid tras el cese de Mendilíbar. Mucha suerte para un jugador que le dio mucha gloria al Rayo, aquella calurosa tarde de julio.

Para recordar ese día, consultad como lo contó
ABC y el Mundo Deportivo (ambos de forma muy sosa).



ACTUALIZADO:

Los dos primeros goles de este video son los de Guilherme y Onésimo en aquella tarde inolvidable. Minuto 81, estábamos desahuciados y entre Calderón y el Chincheta nos sacaron del hoyo.



La Paradoja de Banach-Tarski (Cap. 1)

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Introducción

Hace algún tiempo (véase aquí) escribí en este mismo blog una entrada en la que comentaba que la palabra paradoja suele usarse en muchos y diversos sentidos (no equivalentes, e incluso contradictorios, entre sí). Uno de estos muchos significados podría resumirse de esta manera: hecho matemático perfectamente válido, pero totalmente contrario a nuestra intuición (por así decirlo, un hecho que la intuición nos dice que debería ser falso, pero que la razón matemática demuestra, en cambio, que es verdadero). Por ejemplo, la palabra paradoja es usada con esta acepción cuando se habla de la llamada Paradoja de Banach-Tarski.

Se le da el nombre de Paradoja de Banach-Tarski a un teorema totalmente válido, que fue correctamente demostrado en los primeros años del siglo XX por los matemáticos polacos Stephan Banach y Alfred Tarski, pero cuyo enunciado es, por decir poco, muy sorprendente.

El teorema dice así: cualquier esfera maciza puede cortarse en cinco partes que, al ser rotadas y trasladadas convenientemente (sin deformarlas), permiten ensamblar dos esferas macizas cada una de ellas iguales a la esfera inicial.

¡La duplicación de la esfera! Cortamos una esfera en cinco partes y con ellas armamos dos esferas iguales a la inicial. Sin agregar materia hemos duplicado el volumen que teníamos inicialmente.

Dejemos volar la imaginación: tomemos una pequeña esfera de oro, apliquemos el proceso de duplicación de Banach-Tarski y tendremos (sin agregar oro adicional) dos esferas de oro iguales a la inicial. Apliquemos el proceso a cada una de estas dos esferas y tendremos cuatro, y luego ocho, y luego... Al cabo de unos cuantos pasos estaremos literalmente nadando en oro. O podemos hacerlo con una esfera de pan y así terminaríamos con el hambre en el mundo.

¿Es esto posible? ¿Podemos duplicar el oro o el pan? Obviamente no, pero el teorema dice que sí podemos. ¿Cómo se explica esa discrepancia? La idea de esta saga es estudiar precisamente estas cuestiones. No sé si llegaremos a ver la demostración del teorema en sí, pero sí me interesa analizar qué es exactamente lo que en verdad dice el teorema y por qué, a pesar de que es verdadero matemáticamente, no es aplicable a esferas físicas de oro o de pan.

En última instancia, se trata también de internarnos un poco en la espinosa cuestión de la relación entre la Matemática y la Física.

(Continuará...)

Esperanza Aguirre, pillada en Becerril de la Sierra.


Según informa el diario El Mundo, que dirige Pedro Jota Calvorota, Aguirre se alegra de dar un puesto en Caja Madrid a IU a costa del 'hijoputa'.

La presidenta de la Comunidad de Madrid rápidamente ha desmentido que se refiriera al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Napollardón. "No me refería a Napollardón, sino a otro hijoputa", aclaró la presidenta.

Gangs of the blog: la película

La historia de este blog, que lleva funcionando desde un ya lejano 2006, gestado tras un concierto de los Lucksmiths (ellos también se han disgregado), ha generado ya el suficiente material como para ir pensando en realizar un guión para una película que triunfe en los Goya, o quizá en los Oscar.

Por desgracia el tristemente desaparecido Eric Rohmer no podrá dirigir el bodrio, pero es cosa de ir mirando ya los actores que podrían encarnar a los principales personajes de la trama peliculera. Pensando ya en la versión Hollywood del invento, estos son los actores que propongo...


En el papel del Pitxi, y dada la reciente jubilación de los hermanos Calatrava, el principal candidato es Joaquin Phoenix. La ventaja es que se puede dejar barba-geyperman. Al igual que Joaquín abandonó el cine por la música country, el Pitxi abandonó Gangs por Pitxilandia.


En caso de no poder contar con él, podría sustituirle Simon Woods, Octavio en la segunda temporada de la serie Roma.




Para el papel de Chuso, creo que resultaría apropiado el carisma del gran Benicio del Toro, especialista en papeles históricos.




Para el papel de Pelado, aunque deberá mejorar su acento argentino, contaríamos con Vin Diesel.



Prince Michael Pelao III sería encarnado con acierto por el divertido Russell Brand:





Y para interpretar el controvertido papel de Fernifunk, una estrella del cine de los 80s, Mickey Rourke, ahora reciclado tras su paso por los gimnasios.




Si pensáis en algún otro actor más apropiado no dejéis de comunicarlo, a fin de intentar su contratación.