En el restaurante...

"ENSALADA A SU GUSTO": te ponen un plato con lechuga y delante el salero, el vinagre y el aceite.



"ENSALADA AL GUSTO DEL CHEF": en lugar de ponerte tú la sal, el aceite y el vinagre, te lo echa el cocinero.

El sospechoso MVM

Sábado 20 de marzo de 2010
El sospechoso MVM



Se decía de Vázquez Montalbán que escribía más que nadie y que estaba mejor informado que nadie. Empezó a escribir cuando un servidor no había nacido, 1960, y es algo que lamentaré siempre. La publicación de su obra periodística, hasta 1973, por la editorial Debate viene a consolarme un poco. Se decía de MVM si tenía negros, dado que lo mismo Castellet lo incluía entre los novísimos de la poesía, que su nombre aparecía a diario en unas cuantas revistas y periódicos, o que se inventaba las andanzas de un tal Carvalho, detective, gastrónomo y turista de los mares del sur, donde cumplió su destino, que daban para más series que el Aviraneta de Baroja. Porque también alguien dijo de MVM que era barojiano, por su desaliño -incluido el indumentario- y barojiano en su afán por contar historias con suma eficacia. Como al otro calvo de la boina, le traían al pairo las fruslerías de la sintaxis. Ante los hallazgos prestos de su ingenio prefería ponernos al día en tantos asuntos con su buena dosis de sorna a escribir con pretensiones -desde luego, nunca estéticas- la misma columna todos los días. Se decía del bueno de Manolo que no era de fiar por escribir en las gacetas del régimen, de ser comunista fichado y tampoco de fiar para los otros, de ser de la CIA o de la KGB, según del lado igualmente de donde se mire, o aunque no fuera por culpa suya, ¿o también sí?, de ser un xarnego irremediable, a pesar de su pasión por el Barça...

No le faltaba razón cuando aseguraba que él, sin haberse movido todos estos años, había pasado de ser un cómodo y triste socialdemócrata a un radical izquierdista, a causa de la derechización española y mundial.

Ahora hay quien dice que escribió no una (la que elige el antólogo), sino 9 loas al régimen por sus 25 años de la victoria. En las entradillas que preceden a los artículos y columnas ya se explica que fueron 9. El problema por lo visto radica en que el sagaz crítico no la considera la más representativa.

¡Vaya sospechosa trayectoria, la de este peligroso columnista!

La de este "maldito socialdemócrata, reformista, revisionista y no sé cuantas cosas más", según reza su propia confesión. Que, como él mismo ironizaba, parece como si el tiempo transcurrido desde los 60 le hubiera "pillado en la cama y durmiendo" mientras los demás ejercían su derecho divino a las metamorfosis. ¡Y lo suelta, uno de tantos ex comunistas acomodados que se jacta de haber expiado esos pecadillos de juventud! ¡Cómo no!

Antes de eso ya había pasado por la cárcel, con el periodismo se alimentaba porque no era un niño de papá. Elegir el oficio de periodista en vez de seguir estudiando Letras le resulto más fácil y práctico. Como sabrá este paisano suyo, adalid del nuevo periodismo, que lo denuncia, de la nómina de brillantes periodistas de la República apenas quedaba sobre este suelo asolado su prologado Julio Camba durmiendo en el hotel Palace. ¡Cuidado con Camba!, avisaba el nuevo enfant terrible de la derecha centralista, 40 años después de que don Julio la palmara, en "Cuatro historias de la República" (Destino, 2003). El hecho de que no se exiliara, me temo que corresponde al terreno de las decisiones estrictamente personales. Además, su trayectoria conoció despidos, cierres por multa y el empuje de sus textos desafiando las rígidas costuras de la censura. Con motivo de las grotescas filas de españoles que se desplazaban a Perpiñán para ver El último tango escribía: “lo único que está consiguiendo la censura es ver cómodamente lo que los demás españoles podemos ver a base de rascarnos a fondo el bolsillo...de dar el espectáculo ante toda Europa e incluso de tener que reírnos de nosotros mismos”.

Sí que resulta sospechoso hoy en este cambiante mundo que MVM siga vivo. El próximo año saldrá la segunda selección de su obra periodística. Hasta 1986. ¡Y al siguiente la tercera!

* * *
(Lo anterior es un torpe plagio en la forma, perdón, homenaje al artículo contenido en la antología, que para hacer modesta publicidad del libro de la editorial Debate, reproduzco a continuación).


EL IRRITANTE ALLENDE


Se aseguraba que Frei y Allende eran amigos personales. Pertenecían a un estamento social similar y Allende, el candidato socialista
constantemente derrotado aunque por poco, tenía ese encanto de los
socialistas amables, antiestalinistas avant-garde, respetuosos con la persona humana, en la grave evidencia materialista de que sólo se vive
una vez.
Se aseguraba que Allende era una persona encantadora, rígido
sólo en lo fundamental, pero capaz de soportar bromas sobre el paraíso socialista en la Tierra y de no devolver a cambio ni una broma sobre el Paraíso con mayúscula. Se aseguraba que en Chile se había producido el milagro metafísico del espíritu olímpico y que lo importante para todos no era vencer, sino competir, bajo el sagrado compromiso del respeto a la norma constitucional.

Se aseguraba, sobre todo lo aseguraban los sociólogos, que en la tradicional oposición entre "competición" y "conflicto", la experiencia chilena era una
prueba de la posibilidad de una vía hacia el socialismo
por la senda
de la competición e incluso ateniéndose a reglas del juego prefijadas
por el "antiguo régimen". Se aseguraba que por vía cultural se
había inculcado en el ejército un espíritu de neutralidad histórica, sin más madre ni padre que las tablas de la ley constitucional y sin otro objetivo que el constante perfeccionamiento en el instrumental de trabajo.

Se aseguraba que la cultura del fair play puede modificar las reglas de la historia y que la "ideología" culturalista del respeto al juego democrático podía contrarrestar la ideología derivada de los intereses comprometidos por el proceso
reformista del Gobierno de Unidad Popular.


Las bombas y las balas han sido implacables.
Han tenido la fiereza y la ceguera del que no tiene otro lenguaje que destruir al interlocutor. Las bombas y las balas han perseguido a Salvador Allende hasta su residencia particular, en busca de esa víctima irritante que se negaba a dar el paso en falso de disparar primero.

Las bombas y las balas se han aplicado a derribar algo más
que un hombre, un Gobierno, un edificio, una experiencia. Han querido
destruir la imagen de que la fuerza del antagonista radicaba precisamente
en que estaba prácticamente desarmado y que defendía un orden que sus competidores se habían hecho a la medida tras siglos de control del poder.

El cuerpo de Allende ocupa el horizonte del mundo. Oscurece todas
las perspectivas, oculta todos los caminos. Hoy por hoy, aunque sólo
sea hoy, ese cuerpo de manos blanca, limpias, de pies cansados de
caminar en busca de palabras propicias, se merece esa paralizada
congoja universal, antes de penetrar en el epílogo del Canto general
de Pablo Neruda,
si es que vive para escribirlo.

Mañana el balance político de los hechos aportará un inesperado vencedor: la extreme
izquierda chilena que profetizó este final en el momento mismo de
ponerse en marcha la experiencia allendista.
Entonces el MIR declaró
que Allende no podría escapar al dilema: o traición o revolución.


Allende jamás aceptó ese dilema. Era amigo personal de Frei. Aunque
era masón, presidía actos religiosos. Exigió a los izquierdistas
que respetaran el honor de las Fuerzas Armadas
. Durante más de
treinta años demostró su confianza en las urnas para cambiar la
historia.
Soportó provocaciones continuadas en la confianza de que
cada provocación le ratificaba a los ojos de las masas que le
sostenían a pesar de que les pedía y les imponía sacrificios.


Sus medidas más espectaculares y drásticas fueron más "nacionalistas"
que "socialistas".

Comprensible que este hombre irritara. Cuando la paciencia de la
víctima no tiene límite, la paciencia del verdugo se acaba.


Tele / eXpres, 12 de septiembre de 1973, recopilado en el libro "Del alfiler al elefante",, p.10. Y 478-479 del aquí reseñado: "Manuel Vázquez Montalbán. Obra periodística 1960-1973. La construcción del columnista".

Los rojos no comían cordero - Pedro de la Paz / Blas López Angulo

ueves 22 de enero de 2009

EL hombre que mató a Durruti y a Ascaso







Mi penúltimo post “Los rojos no comían cordero” inspirado en ese slogan de posguerra con que lo iniciaba, “Los rojos no usaban sombrero”, ha provocado en el gran Otoski un par de comentarios, que guiados por esa cereza del sombrero le han llevado a “recordar una novela corta "El hombre que mató a Durruti" de Pedro de Paz, dónde un comandante republicano recibe el encargo de investigar y aclarar la muerte del llorado anarquista leonés. En algún momento de la obra, el comandante es perseguido por un hombre con "gabardina y sombrero", algo muy poco usual en el céntrico Madrid bombardeado de principios del 37, dónde se desarrolla la trama”.





Tienes razón, cito la novela:

“Fernández Durán reparó en un hombre alto, vestido con gabardina de color oscuro y sombrero que caminaba detrás de él a una distancia prudencial (¡! –la admiración por el adjetivo es mía-). Aquel hombre había estado en la puerta de la checa cuando él salió y ahora parecía seguirle en su recorrido. Se había fijado en él al salir por el detalle del sombrero”. ¿Sólo por el sombrero! Me da que el autor hubiera vestido a tan extravagante espía con la misma vestimenta, así lloviera o cayeran 40 grados madrileños de una tarde de agosto en la Gran Vía. Me da que ese espía –de cine negro, como dice Otoski- no se quitaba el sombrero, la corbata y la gabardina que luce en la portada ni para dormir. Además, esperando discretamente en la puerta de la checa, se imaginan el tiempo récord que debería haber transcurrido para terminar dentro. Esos temores, al menos, hubiesen sido más que fundados. Una lectura atenta de Días de llamas, una de las mejores novelas para entender el Madrid revolucionario de la guerra, de Juan Iturralde nos sumerge mejor en este otro tipo de zozobras. No es de extrañar que la escena se solucione con ese Humphrey Bogart caído al cielo limpio de Madrid “echando a correr calle abajo”. Si es un mandado para presionar al comandante no se comprenden bien los medios elegidos para hacerle desistir de la investigación sobre el final de Durruti. De hecho, salvo el pretendido efecto novelesco nada consigue. Por cierto, que un poco más adelante, conocemos al amo del sabueso: “vestía un atuendo de aspecto elegante y refinado que en nada resultaba artificial, puesto que lo portaba con total naturalidad (elemental, Watson, es de noche porque no es de día -/B.) y llevaba un fino bigote que le daba un aspecto distinguido”. ¿No sería, además un fascista indisimulado de la quinta columna?

El desenlace es aún más novelesco, digno del Baroja del Escuadrón del Brigante que en el mismo post aludido al inicio comentaba con Diego del ídem (Casa Brigante) de Lerma. Pero, a mi modo de ver, con algunas licencias insostenibles en el plano histórico:



En el último capítulo nos topamos 25 años después con el comandante republicano reintegrado en la policía franquista, ahora como el comisario Lobato. Lo explica de esta guisa el novelista:



“Después de no pocas dificultades y con la ayuda de algunos de los pocos amigos que le quedaban, consiguió crearse una nueva identidad y vencer los recelos del nuevo régimen para ingresar de nuevo en el cuerpo de policía”.



Un comandante republicano a quien el ministro le manifestó personalmente haber sido elegido para la investigación del caso Durruti por su “probada confianza y por sus méritos como policía antes de la guerra” continúa en el cuerpo – ¡nada menos que el encargado de la represión!-, vencidos “los recelos de nuevo régimen”. ¡Hostias, don Pedro de Paz!, ¡Usted fuma más que Baroja! Joder, y qué amigos, pocos, pero para que más, ni el mismo Paquito en persona. ¡Pero mi ahrma!, con un pasado profesional tan significado y en puestos de máxima confianza política como acabamos de ver, no sólo le depuran: garrote y prensa. Y por favor, más churros….



Entremos, ya, de lleno, en el fondo del affaire Durruti. Tan enigmático como desde el primer día. Otoski comentaba:”Creo que señalar al sargento Manzana como posible portador del naranjero del que salió la bala que atravesó al anarquista leonés (con dos hermanos falangistas por cierto, uno muerto en el frente y otro fusilado por sus compañeros al no fiarse de él y creerle un espía infiltrado de los anarquistas), ya lo hizo hace tiempo entre otros en sus excelentes memorias Juan García Oliver, el que fuera ministro de Justicia del gobierno de Largo Caballero. Otra cosa es especular con una sola pregunta retórica que se hace el autor, si fue un accidente o fue intencionado. La pregunta es más o menos ésta: ¿Por qué se habría reconvertido en anarquista un militar sublevado en Barcelona a sus 34 años?Podría contestarle cualquiera que aunque fuera hombre de confianza de Durruti no tenía por qué ser anarquista, como ya pasó con el cura secretario personal que como puede apreciarse también en sus memorias, nunca fue anarquista pero si "durrutista" hasta la muerte. Y que en ambos casos tal vez salvaron la vida por la intervención personal y directa de Durruti, de ahí su "inquebrantable" lealtad.”

Puesto que hasta la fecha todas las versiones que nos han llegado son contradictorias, cualquier toma de postura es más voluntarista que otra cosa.

Aunque de nuevo el ansia fabuladora del novelista va mucho más lejos: el sargento Manzana, según nos descubre en ese asombroso final, ya se había cargado en los primeros combates a Ascaso, el amigo inseparable de Buenaventura. Ambos la flor y nata del anarquismo español.

Según el novelista, Manzana estaba dentro del cuartel de Atarazanas en Barcelona repeliendo el ataque de los milicianos. Como resulta que era “Maestro Tirador”, como resulta también que Ascaso murió de un “certero disparo entre ceja y ceja”, ergo, quien podría haber sido sino Manzana. ¡Joder, y los guionistas de Hollywood en huelga!

En cambio es sabido que los contactos entre los sargentos Manzana y Gordo del parque de Artillería y los comités libertarios eran continuos. Otro tanto se daba con varios oficiales de la base aérea militar del Prat. Ítem plus: el 19 de julio hacia las 9 de la mañana García Oliver, Ascaso y Durruti se encontraban el plaza Arco del Teatro junto con los sargentos Gordo y Manzana, “que habían fracasado en su intento de apoderarse de Atarazanas, y, teniendo que huir por la puerta que daba a la calle de Montserrat, afortunadamente salieron llevándose unas cajas de municiones de fusil y cintas para ametralladoras”. Esta información la da Pablo Ruiz, uno de los creadores en noviembre de la Agrupación “Los Amigos de Durruti”. Allí se convino que Manzana y Gordo, apoyados por un grupo de militantes del Sindicato de Transporte se emplazaran en la terraza de una casa donde se hallaba el restaurante “casa Juan” para desde allí atacar a Dependencias Militares. El 20 de julio sobre las 13 horas cayó Francisco Ascaso. Ese día continuaba el fuego cruzado de Atarazanas y Dependencias Militares. Desde una de las garitas de aquel cuartel fue disparado varias veces sin alcanzarle. “Ascaso se detuvo un instante para descargar la pistola contra el tirador de la garita, muy próximo a él; pero en el momento de ganar, con otro salto, el camión, recibió una bala en plena frente”. Momentos después, en Atarazanas se levantaba bandera blanca. Se había ganado Barcelona y perdido a uno de sus mayores valedores. (Testimonios de José Mira, Pablo Ruiz y Liberto Ros, recogidos por Abel Paz, Durruti en la Revolución española).

Diego Peña desmintiendo la emboscada de Hontoria del Pinar de Baroja y otro Diego, Diego Camacho, alias Abel Paz, fastidiando los planes de otro Paz.

Con todo a Otoski, con razón, le parece “la mejor novela del autor publicada hasta ahora, e incluso creo que si profundiza en alguno de los personajes apenas dibujados, puede completar y mejorarla sin duda.Y no sería el primer caso, por citar alguno conocido, algo parecido hizo ya Fernando Quiñones con su excepcional cuento largo "Legionaria, al que añadiendo de aquí y de allá presentó como novela al premio Planeta, quedando vencedor sin amaño con Lara, es decir finalista, bajo el nombre de "Las mil noches de Hortensia Romero".

Por lo demás, ya entrando en el enigma Durruti, ahí juega con ventaja, puesto que no hay forma humana de atar cabos. Y la discusión puede alargarse, mientras persita el interés por la figura del heroico luchador, bastantes décadas más.

- En el libro de Joan Llarch, La muerte de Durruti se habla hasta de 7 ocupantes del vehículo. El cual, por cierto para unos es un Hispano- Suiza, para otros Twik y finalmente Packard. En cambio, siguiendo las memorias de Cipriano Mera (ni el García Oliver del Eco de mis pasos ni el resto de dirigentes se hallaba en Madrid), podemos intentar alguna conclusión, siempre provisional, a falta de pruebas irrefutables:

- Los ocupantes del Packard sólo eran tres (véase ilustración del libro Durruti de Rai Ferrer). Durruti solía ir delante y los testimonios del chófer y el sargento Manzana no coinciden para empezar siquiera ni en su número. Para José Manzana viajaban también dos escoltas, cuya identidad nadie conoce y miguel Yoldi. Para Graves no hay más testigos que él y el sargento.

- El arma homicida no se recogió. Durruti acostumbraba a llevar un colt 45 y Manzana un naranjero. El sargento Manzana llevaba el brazo derecho vendado en cabestrillo.

- Sobre la posibilidad de que fuera un accidente, en un foro ácrata muy concurrido http://www.alasbarricadas.org/, recojo lo siguiente:

“Aquí, el primer nombre, de creo el jefe de la milicia anarquista, el nombre de esta se me ha pasado lo siento. López-Tienda, muerto el día 2 en Móstoles al bajarse del coche, y caerse el arma, muriendo de herida mortal producida por esta, y recogido, por un tal Climent Ferrer, en circunstancias parecidas a la muerte de Durruti.”

Es un dato más, los dos jefes de los milicianos que acuden a la defensa de Madrid mueren de accidente similar. ¿Casualidad?

Sería muy prolijo entrar en los intereses partidistas de los defensores de Madrid, la supuesta evolución de Durruti, las purgas estalinistas, etc. Me limito sumariamente a manejar un mínimo de datos, desde los cuales resulten más plausibles unas hipótesis que otras.

Tampoco coinciden las versiones de los cirujanos que NO operaron a Durruti. (Recojo también estas manifestaciones del foro:)

“Hoy he caído por casualidad en este foro, buscando algo sobre mi abuelo, el Doctor Manuel Bastos Ansart. Don Manuel Bastos fue llamado en su época, el padre de la traumatología moderna y aún hoy se estudian sus tratados en las facultades de medicina de medio mundo. Aparte de esto, fue él quién efectivamente atendió a Durruti, al que herido de muerte llevaron al hospital que se había habilitado en el Hotel Ritz. Mi abuelo murió hace ya tiempo pero siempre contaba la historia de como llegó Durruti, de como se le había disparado el naranjero, y de las pocas palabras que salieron de su boca antes de morir. Al parecer y según contaba mi abuelo, repetía ya moribundo: "que tontería, que tontería "el jodío fusil", así ni más ni menos. No dijo nada más, pero si es cierto, al parecer, que en el momento de la muerte decidieron que nadie contaría nada de la forma tan "poco heroica" en que murió.” (http://www.alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?p=58708&sid=5d61f1d8d647e1e068f1c4f6bcc15679). De hecho, en su parte médico dice: “… la bala de gran calibre (seguramente del 9 largo) rozó el colon, destruyó el bazo, perforó el diafragma, hiriendo el pulmón donde quedó alojada”. No menciona que el disparo fuese a corta distancia. En cambio, en su libro, De las guerras coloniales a la guerra civil. Memorias de un cirujano, manifiesta: “los que le rodeaban (al herido) no se recataron en darme a entender que habían sido sus propios secuaces los causantes de la herida”.

José Santamaría, médico personal de Durruti, años más tarde, en respuesta a Joan Llarch estima en 35 cm. la distancia del disparo, “cálculo deducido por la intensidad de la impregnación de pólvora en la prenda que vestía en el instante de los hechos”. No obstante, la camisa y cazadora para apreciar el agujero de la bala también desapareció. De la camisa que fue entregada a su viuda se habla de que la abertura era enorme y manchada por la detonación, lo que probarían que el tiro fue a quemarropa y no fuego enemigo desde el Clínico, a unos 800 metros. Lo cual, asimismo, sería corroborado por el orificio de entrada en un costado, su trayectoria horizontal y el mortal destrozo, ya indicado un poco más arriba.

- En conclusión, sólo el conductor Julio Graves y el sargento José Manzana podrían haber aclarado lo que pasó. Reunidos con Mera, García Oliver y Federica Montseny, en rápidos viajes a Valencia de ida y vuelta, es obvio que eligieron la versión menos comprometedora, dadas la dificilísimas circunstancias en el frente de Madrid.

A todo esto, no es cierta la huida del sargento Manzana. Puede verse en la foto del funeral en Barcelona, el primero por la izquierda con su brazo vendado, al lado Mera, también herido y la viuda Émilienne. De ahí partió para el frente de Aragón.

Ahora bien, su silencio posterior ha propiciado fabulaciones tan efectistas como la descrita en la interesante –pese a todo- novela que comentamos, donde, para no ser menos que el comandante republicano Fdez Durán o el capitán Angulo de las Milicias de Durruti, el sargento Manzana reaparece cambiado de bando y recompensado. “Pero aún queda el plato fuerte” –anuncia el novelista:

Ya en la posguerra en casa de un general tiene lugar una reunión de militares del régimen vencedor, el anfitrión exclamó: “aquí entra el hombre que mató a Durruti”.

Para terminar deseo para el exitoso autor del documento Saldaña, una reedición de El hombre que mató a Durruti, mucho menos conocida, y que el autopomposo cine español, ¡incluso la lleve al cine!

Sería la primera peli sobre Durruti. Y promete.

De momento nos consolamos escuchando el Romancero de Durruti compuesto por Chicho Sánchez Ferlosio:

Os dejo con una pieza tan sencilla como logradamente popular.

Los solidarios.

Publicado por Blas López-Angulo en 01:35

Etiquetas: "El hombre que mató a Durruti", Ascaso, Durruti, García Oliver, Mera, Pedro de Paz, sargento Manzana

11 comentarios:



otoski dijo...



No son pocos los enigmas irresolutos que plagan de pequeños pero importantes detalles el curso de la contienda que siguió al golpe nazifranquista y fascista en el 36.

Mucho se ha especulado sobre lo que habría hecho Durruti de seguir vivo durante todo el conflicto en asuntos tan graves y polémicos como la regularización de las milicias, los sucesos de Mayo en Barcelona, el ataque de Lister a las Colectividades de Aragón y el asesinato de sus líderes, según el estalinista por orden secreta de Prieto, según el ministro diracta de Stalin. En fin figura decisiva para una muerte tan "ridícula" si de un accidente se trató.

En cuanto a la novela y el punto de vista del autor, nada gratuito, sería todo un tanto para la "inteligencia" franquista e historiadores del nuevo revisionismo que el asesino de Durruti hubiese sido un quintacolumnista con una capacidad de mimetismo y disimulo solo comparable a la de Ramón Mercader. Pero me temo que el Sargento Manzanas no tuvo ni antes ni después ni nunca intención alguna de cargarse a su amigo Durruti y la pesada carga de sus silencio tiene más que ver con la vergúenza de la culpa y mala conciencia por el error fatal que con componendas nunca demostradas con el gobierno de ilegal de Burgos.

!qué facil habría sido para Manzanas volver la España Franquista como un héroe que asesinó a Durruti por orden del mismísimo Franco y escribir un relato pormenorizado de cómo ejecutó su plan, con el sin par asesoramiento del guíonista de raza o con la pluma servivial del abuelo de Aznar!.

No hubiera sido raro, ya sabemos que Stalin concedió a su madre Caridad Mercader, en ausencia de Ramón preso en Méjico, las mas altas ditinciones por el servicio prestado a "la patria y la humanidad" asesinando al "traídor" troski. !Habría sido menos generoso con el asesino de Durruti el espléndido Franco, que no dudó en hacer consejero de confianza a un exPeneuvista mano derecha de Sabino Arana, como fue Don Manuel Aznar que vió la luz nacional católica ante el pelotón de fusilamiento falangista que le preparaba su camino a la inmortaldad como martir nacionalista vasco!



Bueno otro detalle curioso de la novela de Pedro que estamos destripando,(lo siento en mi primer comentario quise preservar la intriga por si alguien se la leía) es que el Comandante Fernández Durán, encargado de la investigación "imparcial" hecha por un "ministro" indeterminado del gobierno de Largo Caballero(¿Oliver?) inició su carrera profesional un año antes del de Primo y obtuvo notoriedad por la resolución de un famoso crimen de la época. Daría para todo un capítulo ver como se desenvolvió este honesto policia católico en los años más duros del pistolerismo empresarial, la ley de fugas, y la persecución salvaje a los anarcosindicalistas, con el aplauso y compresión que hicieronde semejante actitud los aliados de la dictadura de auqellos años, el PSOE y la UGT.



Tal vez sean los descendientes de Durruti y de Manzanas o sobre todo de éste si existen los que pudieran aclarar algo de lo sucedido, pués seguro que alguno de estos familiares tuvieron conocimiento cierto de lo cómo fue el fin del lider anarquista y ha pasado de unos a otros como tradición oral entre los nuevos miembros de la familia.



Otro enigma nunca resuelto también novelado es el de la participación de GAlvez en la Muerte de Muñoz Seca, si como dijo el tribunal que lo condenó y ejecutó tras la guerra, fue su asesino, o al contrario el pobre y viejo galvez hizo todo lo posible por salvarle la vida igualque se comportó con el portero Ricardo Zamora y algún que otro "conocido suyo".



Y otro caso que sorprendería precisamente por su inquebrantable lealtad a la república a pesar de sus firmes convicciones concervadoras y cristianas es el de el General de la Guardia Civil Escobar, fusilado por Franco una vez terminada la guerra, sin ni siquiera darle porsibilidad de "arrepentirse" (Era un mal-buen ejempplo de militar leal a su jurameto constitucional)como si se hizo con en cambio con el exministro anarquista Peiró, al que durante un año se le trató de convercer que salvara la vida aceptando ser el Jefe del Sindicato Vertical para dar legitimad a semejante enendro. Ni que decir tiene que Peiró no dudó ni un instante, y su honestidad le costó la vida.



Demasiado interesante todo, da para varias y buenas películas. A ver si el que ha hecho las dos sobre el CHE, se fija en Durruti y nos da una alegría. !seguro que hasta el Bardem dirigido por este tío borda el papel de Durruti!





SAlud



Blas dijo...



¡Uf! Y cuántas cerezas. Oye, a propósito, llamas Manzanas al sargento Manzana. De mala memoria, efectivamente, existió un Melitón Manzanas. Supongo que es un lapsus sin importancia. En cuanto a tu versión es muy razonable.



He visto un blog de Manuel Durruti, bioquímico, sobrino de Durruti. Sólo tiene 2 entradas, en la primera, traza una biografía del héroe con bastantes detalles familiares, aunque por Abel Paz ya me resultaban conocidos. Además, recoge una frase de Durruti cuya autenticidad es harto discutible, buena prueba de como andaban las cosas:"Se puede renunciar a todo salvo a la victoria". También recoge la versión acusadora hacia Manzana, en los mismos términos que el otro Paz, en este caso, el novelista Pedro: "Si la muerte fue intencionada o no, habría que preguntárselo al sargento José Manzana Vivo, héroe de África con tres medallas; cosa rara para un asesor de Durruti."



Parece increíble, (estas cosas también darían para otra novela, como la última de Lorenzo Silva,¿quién crees que contesta a su blog? Pues quien dice ser María, la nieta del sargento Manzana se dirige a él en su blog:



"como me comunico contigo mi nombre es maria manzana nieta del sargento jose manzana vivo y me encantaria hablar de historia contigo gracias". Y además lo hace un 20 de noviembre ("de 2008 14:02").



Manuel Durruti dijo...

"A la atención de María:

Puedes ponerte en contacto conmigo en la dirección: durrutim@yahoo.es".



¡Menudas cerezas, ¿no? Ya sabes que son buenas pero dan mal empacho. Por tanto, no cojo más.



sólo dos menciones.

- No te preocupes por el destripe: La novelita de Pedro de Paz ahora mismo no hay donde pillarla y su difusión ha sido mínima.

- ¿Sabes cómo terminó el comandante Fdez Durán? No me vayas a dar más sorpresas, por favor. Ya sabemos que la realidad es lo más inverosímil que hay, por eso mismo, a veces, no resiste la ficción. Y no es un juego de palabras.



22 de enero de 2009 12:10

otoski dijo...



Creo que el personaje encargado de la investigación no tiene su contraparte real en ningún personaje histórico concreto ni de mismo nombre ni de similar comportamiento. Pero sería el autor el que podría sacarnos de dudas si puesiera a nuestra disposición qué personaje le dio pie para crear al comandante (Escobar, rojo, miaja), así como certificarnos la siniestra identidad del hombre de gabardina y sombrero en el madrid del 37 ¿un agente del NKVD, Orlov, alguno de sus esbirros alojados en el Palace?, o la del ministro que hizo el encargo ¿de justicia?. Ya te digo, si amplia la novela con gracia le dan el planeta al año que viene, y sin necesidad de pastelear con Lara junior.



Pero cualquiera sabe, tal vez alguien lea esto y diga que es el nieto del comandante Fernandez Durán y nos aclara su final, alegremente jubilado como policia franquista en el 70 y muerto de infarto miestras que bailaba los pajaritos un verano del 80 en Benidor. !un fin normal como el de tantos buenos policias franquistas.



Lo del blo del nieto de Durruti y la contestación de la nieta de Manzana (que no manzanas claro), si que da para retomar el tema, sería cuestión de que Pedro de Paz contacte con ambos si no lo ha hecho ya.



Cosas peores me contaron en la ruta del Quijote, nada menos dónde nació Alonso Quijano, el mismo, que no Cervantes.



Un abrazo



Salud

22 de enero de 2009 13:23

Blas dijo...



Sí, claro, el personaje parece más tomado de Doyle, Hammet, Chandler o el propio Silva; pero me has asustado cuando dices que era un honesto policía católico que resolvió un famoso crimen de la época, etc...¿Eso lo has sacado de la novela? 22 de enero de 2009 14:00





Pedro de Paz dijo...



Estimados Blas y Otoski:



Ante todo, agradeceros a ambos la extensa e interesante disertación que habeis llevado a cabo con relación a algunos de los aspectos en los que se apoya mi novela "El hombre que mató a Durruti". Por el tono y las formas, me consta que las disensiones han sido hechas de buena fe y sin el ánimo de iniciar un debate viciado, cuestión que os agradezco de veras. Con ánimo de participar en esa propuesta, sí me gustaría matizar y puntualizar algunos de los detalles que reseñais tanto en la propia entrada como en los posteriores comentarios. Aun así, me gustaría dejar sentado como premisa que "El hombre que mató a Durruti" es, en puridad, una obra de ficción de género policíaco que sobrevuela uno de los muchos asuntos turbios e intrigantes que se produjeron durante la guerra civil y que lo hace tratando de ser lo más fiel posible a la documentación recopilada. <strong>Pero ni es un ensayo ni tan siquiera una novela histórica. Y que no sería justo que fuese juzgada bajo esa perspectiva.





** Lo del sombrero y la gabardina, sin ser falso del todo, tiene mucho más de mito que de realidad. Un mito explotado hasta la saciedad en épocas posteriores a la guerra civil. Todos estamos acostumbrados a ver fotos de milicianos vestidos con el mono azul y la gorra y tendemos a extrapolar la idea de que ese era el "uniforme oficial" de todo bicho viviente que se preciase de ser proletario y republicano. Y aun siendo esa una indumentaria de uso muy extendido, no resultaba nada extraordinario ni sorprendente ni sospechoso -aunque despetarse algún recelo que otro- el ver a alguien, sobre todo de cierta posición política y social, con otra indumentaria. A las pruebas me remito:



- Web SBHAC ( http://www.sbhac.net/Republica/Imagenes/FotoRep/FotoRep.htm ). Foto 1.7: Largo Caballero y Wenceslao Carrilo, ambos con sombrero. Foto 1.19: Prieto acompañado de varios militares usando gabardina.



- http://img248.imageshack.us/my.php?image=tarradellasrl5.jpg Foto de Azaña y Companys. Al fondo, Tarradellas. Todos con sombrero y alguno incluso con sombrero y gabardina (Companys).



Y no, Blas. Si en lugar de trasncurrir en enero del 37, la acción hubiese transcurrido en julio, no le habría puesto gabardina y sombrero. Pero sí traje :-)





** "...Si es un mandado para presionar al comandante no se comprenden bien los medios elegidos para hacerle desistir de la investigación sobre el final de Durruti. ..."



En ningún momento trata de presionar a nadie. Se limita a vigilarlo y a seguir sus pasos para saber que hace en cada momento. Cuando se siente descubierto, se escabulle. Lo más clásico en seguimiento y vigilancia desde los tiempos de Pompeyo. :-)





** "...Un comandante republicano a quien el ministro le manifestó personalmente haber sido elegido para la investigación del caso Durruti por su “probada confianza y por sus méritos como policía antes de la guerra” continúa en el cuerpo – ¡nada menos que el encargado de la represión!-, vencidos “los recelos de nuevo régimen”. ¡Hostias, don Pedro de Paz!, ¡Usted fuma más que Baroja! ..."



"Amárramela al muslo, Manuel" que diría un escritor amigo mío :-DDDD. Vamos a ver. De acuerdo que en el supuesto se abusa en cierta medida del factor "suerte", pero LOBATO ni es comandante republicano ni ningún ministro le encarga nada. LOBATO es una nueva identidad que nadie conoce y sin ningún tipo de antecedente al que poco se le puede rebatir o reprochar. No es algo descabellado, tras el maremagnum del fin de la guerra, el cambio de identidad entre republicanos que no se exiliaron se produjo con bastante más frecuencia de lo que imagina. FERNÁNDEZ DURÁN, el ínclito policía famoso por su perspicacia, desapareció al día siguiente de terminar la guerra y de él nunca más se supo. Cierto es que el riesgo de ser reconocido sería muy grande, pero aquí jugamos al 50% de posibilidades. O es que sí o es que no. Y salió el que no. Si hubiese salido el que sí, la trama argumental hubiese sido otra. Ten en cuenta que, en aquella época, la imagen pública de un policía, por muy eficiente que fuese en su labor, no era conocida de forma amplia. En aquella época, su foto no salía en el "Hola" :-) Y con ciertos cambios fisionómicos uno, si no era persona relevante, podía pasar hasta cierto punto desapercibido.





** "...(con dos hermanos falangistas por cierto, uno muerto en el frente y otro fusilado por sus compañeros al no fiarse de él y creerle un espía infiltrado de los anarquistas)..."



Esto no es correcto. Es la típica información errónea que circula de boca en boca en boca y que no hay quien la pare. Durruti sólo tuvo un hermano falangista, Pedro Marciano que, en efecto, fue fusilado por sus propios compañeros falangistas (y no tras una saca de la Cárcel Modelo de Madrid, error que también se lee muy a menudo por ahí) aunque no por creerle infiltrado sino más bien por otras causas un poco más oscuras. El otro al que siempre se le atribuye tal filación se llamaba, creo recordar que Manuel (que no era falangista y que además no murió en el frente sino en los disturbios de la revolución del 34). Este artículo ( http://www.elmundo.es/suplementos/cronica/2007/596/1175378408.html ), elaborado a partir de documentación recopilada durante años por Manuel Durruti, sobrino de Buenaventura (cuya copia obra en mi poder gracias a la generosidad de D. Manuel), es bastante esclarecedor al respecto.





** "...Aunque de nuevo el ansia fabuladora del novelista va mucho más lejos: el sargento Manzana, según nos descubre en ese asombroso final, ya se había cargado en los primeros combates a Ascaso, el amigo inseparable de Buenaventura. Ambos la flor y nata del anarquismo español..."



Bueno, al margen de "licencias literarias", ésta es una cuestión que en la novela se plantea como una hipótesis más. Se sugiere como posibilidad, pero, en ningún momento de la obra se afirma taxativamente, ni como fabulación ni como aparente verdad. Forma parte de todo ese "resto de casualidades" que, sumadas, dejan intuir tras todas ellas algo más que la mera casualidad pura. En cualquier caso, en la novela se divaga sobre la posibilidad, no se afirma.





** "...Según el novelista, Manzana estaba dentro del cuartel de Atarazanas en Barcelona repeliendo el ataque de los milicianos. ..."



No es "según el novelista". De esto hay testimonios probados. Si me deja un tiempo, le busco las fuentes (que no tengo a mano ahora mismo). Lo que no está tan claro es ni el momento ni las circunstancias de su salida de las Atarazanas teniendo que remitirnos en exclusiva al testimonio de Pablo Ruiz.





** "...Por lo demás, ya entrando en el enigma Durruti, ahí juega con ventaja, puesto que no hay forma humana de atar cabos. Y la discusión puede alargarse, mientras persita el interés por la figura del heroico luchador, bastantes décadas más..."





De esas mismas "ventajas" ya dejo yo mismo constancia en este mensaje aportado a una red de estudiosos de la guerra civil ( http://arxiu-llistes.tinet.org/mllistes/gce/April_2003/msg00728.html ). Fíjese en la fecha (abril del 2003). La cuestión es que desde siempre yo he querido dejar claro que "El hombre que mató a Durruti" es una fabulación novelada (o novelesca) que no trata de aportar ninguna solución al enigma (de ahí su final abierto) y el problema invariablemente ha surgido cuando alguien ha querido ver tras la obra algun tipo de "verdad" sobre un asunto del que, en efecto, nada se sabe (que no digo que sea vuestro caso, ni el de Otoski ni el tuyo).





** "...De hecho, en su parte médico dice: “… la bala de gran calibre (seguramente del 9 largo) rozó el colon, destruyó el bazo, perforó el diafragma, hiriendo el pulmón donde quedó alojada”..."



Pues el doctor Bastos miente o bien en el parte médico (que yo no he tenido ocasión de encontrar ni leer y mira que he buscado) o bien en sus memorias ("De las guerras coloniales a la guerra civil: memorias de un cirujano") por que en estas últimas especifica que Durruti presentaba orificio de entrada en el pecho y de salida en el centro de la espalda. Y que la pretendida operación (que, efectivamente, NO se llevó a cabo), era para tratar de atajar las hemorragias internas, en ningun caso para extraer una bala que NO estaba alojada en el cuerpo de Durruti.





** "...No menciona que el disparo fuese a corta distancia.”..."



En efecto. Esto lo mencionan otras fuentes, entre ellas, el Dr. Santamaría.





** "...Ya en la posguerra en casa de un general tiene lugar una reunión de militares del régimen vencedor, el anfitrión exclamó: “aquí entra el hombre que mató a Durruti”..."



Pues fíjese, D. Blas, que la "realidad" (con comillas) supera a la ficción en la mayoría de las ocasiones por que la idea ni siquiera es mía. Yo solamente hice un puzzle novelado con muchas de las piezas que encontré, entre ellas la de un articulista que decía haber hallado, tras muchos meses de investigación, el expediente militar de José Manzana Vivó y ahí están las hemerotecas para demostrarlo. Le doy la referencia: "Diario de Cordoba, 09/12/2002 - Artículo de Oscasr Arauxo León. En cualquier caso, jamás negaré que todo pueda tratarse de un "cuento de viejas", pero... es lo que tiene de bonito la literatura. :-)





** "...el Comandante Fernández Durán, encargado de la investigación "imparcial" hecha por un "ministro" indeterminado del gobierno de Largo Caballero(¿Oliver?)..."



En efecto, amigo Otoski. La identidad del "ministro", nunca mencionada en la novela, es un guiño para "avisados". Se trata de García Oliver. Por coherencia y por cargo (Ministro de Justicia) no podía tratarse de otro ;-)





** "...Otro enigma nunca resuelto también novelado es el de la participación de GAlvez en la Muerte de Muñoz Seca..."



Yo estoy convencido de que el pobre Gálvez (que era un sinverguenza, un fantoche y un "Juan Lanas", pero no mala persona en el fondo) fue un cabeza de turco que se tragó un monton de marrones debido a su notoriedad y "aprovechando que pasaba por allí". El episodio de Muñoz Seca (y de cómo recordaba constantemente a sus captores "A este no me lo mateis, que a este lo mato yo" -a lo que Muñoz Seca, con su retranca habitual, siempre respondía: "muy honrado, Gálvez. Muy honrado"), leído entre líneas (algo a lo que eran muy poco aficionados los facciosos), es bastante significativo al respecto.





** "...Creo que el personaje encargado de la investigación no tiene su contraparte real en ningún personaje histórico concreto ni de mismo nombre ni de similar comportamiento. Pero sería el autor el que podría sacarnos de dudas si puesiera a nuestra disposición qué personaje le dio pie para crear al comandante ..."



El autor pone a vuestra disposición que, según cierta fuente, si existió un intento de esclarecer los hechos y se le encargó a un militar una investigación al respecto. De sus conclusiones y de si llegó a algo, nunca más se supo. Por cierto, este dato sólo me llegó a través de una única fuente y no he vuelto a verlo reseñado en ningún otro lado con lo que su fiabilidad es más bien escasa. ¿El nombre del militar? (guiño al canto): Comandante Fernández Lobato. :-) La idea de ese personaje -que no su trayectoria puesto que de él nada más supe- fue la que dio origen al personaje de Fernández Durán.





** "...así como certificarnos la siniestra identidad del hombre de gabardina y sombrero en el madrid del 37 ¿un agente del NKVD, Orlov , alguno de sus esbirros alojados en el Palace?..."



De esto nada puedo avanzar porque dicho personaje podría tener una continuidad en breve. Dejémoslo en alguien sin ideales, de moral disoluta y ventajosa y cuyo interés está con mejor postor.





Señores, ha sido un autentico placer. Ya saben dónde me tienen a su disposición.



Abrazos,

Pedro de Paz



PS1.- La posible reedición de "El hombre que mató a Durruti" se está negociando pero aún no hay nada en firme.



PS2.- En breve, en unos días (creo), en el podcast de la web de los amigos de "Radio Onda Expansiva" ( http://ondaexpansiva.net ) se publicará una entrevista sobre la génesis y el desarrollo de la novela. Invito a todos a escucharla.

23 de enero de 2009 19:49

Blas dijo...



Contestando al autor de “El hombre que mató a Durruti”.



Los sombreros, signo de distinción de los caballeros de una época ya fenecida, primero al gran Otoski le llevaron a su novela y ahora me llevan a mí ante su autor. Discutamos, pues, de sombreros.

En los primeros meses de la guerra y revolución en Madrid por supuesto que no se llegó a una total uniformidad. Lo que si experimentó la vestimenta del personal fue un cambio considerable. Parecido ocurrió en la España rebelde-nazionalista con la proliferación de tantos falangistas de camisa azul o requetés con pistolón al cinto. En Madrid, la gente más acomodada guardó los trajes en el armario, incluidos los sombreros, y hasta prefirió cierto desarreglo, cuando no desaseo. No tengo aquí la novela que le cité de Juan Iturralde, Días de llamas, por lo que recuerdo, recrea muy bien todo aquello. El protagonista es juez y su padre y familia militares de alta graduación. Siempre en una gran capital la indumentaria nos ofrece un abanico coloridísimo, más marcado y variado. Imagínese durante esos días la tendencia: había que echarle un par para salir con la corbata bien puesta, recién duchado, perfumado y el sombrero en su sitio. Don Pedro, no me valen sus numerosas pruebas en contrario. Se trata de burgueses republicanos en su mayor parte tan distinguidos, que pueden permitírselo: ¡el presidente de la República, el president de la Generalitat y su sucesor, el presidente del Gobierno y un ministro! No eran gente de “a pie”, como se dice ahora, ni de encontrártelos a solas por las calles. Suerte tenían que sus retratos sí aparecían en la multitud de periódicos, revistas gráficas y de humor, en suma, reconocibles y reconocidos por las masas (también mítines, actos públicos,….). De lo contrario, se los imaginan apostados con esa guisa de espías de cine negro en la puerta de una ¡checa!...con los milicianos más coléricos, a un paso.

De todas maneras, debo preguntar como acostumbra usted a algún amigo o experto en la cuestión. Antonio Ferres usa sombrero y tal vez sepa algo. Le preguntaré. En estos momentos no que es muy temprano.



** "...Un comandante republicano a quien el ministro le manifestó personalmente haber sido elegido para la investigación del caso Durruti por su “probada confianza y por sus méritos como policía antes de la guerra” continúa en el cuerpo – ¡nada menos que el encargado de la represión!-, vencidos “los recelos de nuevo régimen” (Blas L-A)

Cierto es que el riesgo de ser reconocido sería muy grande, pero aquí jugamos al 50% de posibilidades. O es que sí o es que no. Y salió el que no. (Pedro de Paz).



Habrá que concederle ese 50 % de posibilidades, aunque si usted se empeña -por el buen final de su trama- también hubiera podido ser “que si” con un 99% de posibilidades. Desde luego que de ser el rostro del protagonista muy conocido habría necesitado del cirujano de Michael Jackson. El problema es que le podrían reconocer muchos colegas del otro bando o pasados ellos sí con mejor suerte y con la furia del converso, ¿no le parece? Más a un tipo con su historial (Policía Gubernativa e inspector de primera clase con Primo de Rivera, 2 condecoraciones, resuelve el célebre “crimen del compañero”, en 1930 se traslada al cuerpo de seguridad de la P.G., etc.), que en “unos meses” recién terminada la guerra, reingresa en el cuerpo de policía.

Por cierto, no se entiende bien como pudo ser “oficialmente dado por desaparecido” a las pocas semanas. A los más se le tendría por no presentado en el cuerpo de seguridad donde estaba en julio del 36 y depurado por su notorio pasado, en todo caso.

Paso a entrar de lleno en los dos asuntos capitales de su apasionante historia.

1) El hombre que mató a Ascaso.

2) El hombre que mató a Durruti.

Porque, casualidad o no, ese hombre mató primero a Ascaso. “O divaga sobre esa posibilidad”. Se trata de una legítima licencia como narrador (por supuesto, toda la razón, Pedro de Paz) que junto a las anteriores bien administradas consiguen un fascinante final. Y olvidadas en parte las anteriores a fe que lo consigue. Su relato es sobrio, preciso (ya ve, puede que hasta demasiado) y avanza derecho hacia ese final.

Otra cosa es que Otoski y yo, devotos de la figura de Durruti, pinchemos en el juguete que tanto nos ha gustado, como dos traviesos niños, para ver lo que de verdad tiene dentro.



“Lo que no está tan claro es ni el momento ni las circunstancias de su salida de las Atarazanas teniendo que remitirnos en exclusiva al testimonio de Pablo Ruiz.”



En la plaza Arc del Teatre el Comité de Defensa local de la CNT y de la FAI instaló su puesto de coordinación. A la reunión del 19 de julio a las 9 horas acudieron García Oliver, Ascaso, Durruti, Gordo y Manzana, como ya recogí. También otros enlaces, concretamente, Belmonte, de Sindicato de la Madera. A ellos se unieron Antonio Ortiz y Aurelio Fernández. Todo esto lo cuenta el poco después ministro de Justicia, García Oliver, en un artículo en Le Libertaire (18-8-1938) “Ce que fut le 19 juillet” y seguramente en sus memorias El eco de los pasos (extremo éste que Otoski le podrá confirmar, puesto que le han regalado la nueva edición de la obra, teniéndola más a mano que un servidor).

En cuanto a testigos presenciales de la muerte de Francisco Ascaso, sucedida aproximadamente 28 horas más tarde, no sólo lo fue Pablo Ruiz, sino también los demás reseñados en mi texto. El supuesto doble infiltrado Manzana y doble cazador sería todo un prodigio si acertó a abandonar el cuartel, no faltar a las reuniones de la plaza Arc del Teatre y regresar a tiempo al cuartel para cargarse, repito, al mismo Ascaso. Más, si tenemos en cuenta que era el punto más caliente de la ciudad, sin duda, por el fuego cruzado. Otrosí: en toda la anchura de la Rambla Santa Mónica, los obreros del Transporte y de la Metalurgia habían levantado una imponente barricada, impidiendo la salida a la tropa de Atarazanas y Dependencias Militares.



“Pues el doctor Bastos miente o bien en el parte médico (que yo no he tenido ocasión de encontrar ni leer y mira que he buscado) o bien en sus memorias ("De las guerras coloniales a la guerra civil: memorias de un cirujano") por que en estas últimas especifica que Durruti presentaba orificio de entrada en el pecho y de salida en el centro de la espalda.”



En efecto, su parte médico se prestaba a posibilitar la hipótesis oficial de la bala procedente de fuego enemigo, disparada desde el Hospital Clínico. De haber reconocido el orificio de salida por la espalda perdía consistencia, habida cuenta la distancia, que fue calculada en unos 6oo metros .



“Yo solamente hice un puzzle novelado con muchas de las piezas que encontré, entre ellas la de un articulista que decía haber hallado, tras muchos meses de investigación, el expediente militar de José Manzana Vivó (…) En cualquier caso, jamás negaré que todo pueda tratarse de un "cuento de viejas", pero... es lo que tiene de bonito la literatura.”



Había visto ese artículo en la red, lo malo que finaliza de manera un tanto sesgada inopinadamente”: “La versión más pulida sobre la muerte de Durruti apunta a un”

Nada he podido leer de su expediente. No sé usted. Claro que para los intereses que persigue un novelista tanto da.

He pasado por alto la alusión a los “dos hermanos falangistas”. Debería responder el amigo Otoski “que es él que metió la pata” o casi mejor que no porque suele abrir demasiados frentes y algunos muy atractivos, como el de la muerte de Muñoz-Seca atribuida a Gálvez.

En cuanto a la primera, como recojo en un anterior comentario he visto la semblanza que sobre los Durruti traza un descendiente en su blog. En ella cita la trágica suerte de su tío Manolo Durruti (él también se llama Manuel Durruti) muerto en el 34 en Asturias. Por cierto, hace unas horas me ha respondido esto, lo pongo para quienes siguieron aquel comentario. Esto no es una novela, pero también la historia es algo, no lo olvidemos, vivido:

Estimado Blas:

“La nieta del sargento manzana no se ha puesto en contacto conmigo.

Le di mi dirección, pero sin respuesta. Pudo ser una broma.


Saludos

Manuel

Tengo el acta militar del asesinato a Pedro Marciano. Fue detenido el sábado y el domingo asesinado. Todo muy rápido.



En cuanto a la segunda y con esto concluyo (¡habremos de poner un límite a nuestra común pasión!), totalmente de acuerdo.”

En esto también habría que precisar al querido Otoski que no se le imputó crímenes concretos, (ergo: no se le juzgó por la muerte de Muñoz-Seca) lo que constituye una muestra más de la irregularidad y nulidad total de los sentencias y de los propios tribunales que durante tantos años después de finalizar la guerra funcionaron, eso sí, a pleno rendimiento. Acerca de esto puede leerse en la Wikipedia: “…un Consejo de Guerra el 5 de diciembre de 1939 por «conspiración marxista y otros cargos más» entre los que se contaba «la muerte de varias decenas de monjas», sin especificar, y no se le comunicó la sentencia…”



Tenemos de nuevo un nieto, para nada apócrifo, preguntándose o, más bien, respondiéndose él mismo: Ussía. Pero le puede el rencor, maneja indicios, no pruebas.



El periodista de la C.N.T. Eduardo de Guzmán (que junto a Ramón J. Sender denunció la matanza de Casas Viejas con Azaña en el Gobierno) compartió las checas trocadas de los rebeldes y prisión con el bohemio sonetista/sablista. Fue testigo de sus últimas horas. (Que no fueron en Porlier ni en Yeserías, sino en el más lejano Alto Carabanchel, al lado de donde, poco después, se construiría la cárcel, la misma que apenas un mes se descopuló con precipitación y nocturnidad). Lo cuenta Eduardo de Guzmán en la primera parte de una trilogía publicada en la transición, Nosotros, los asesinos es su título. El testimonio es de primera por la calidad moral e intelectual del memorialista. Gálvez sufría un arrebato místico-religioso, ¡auténtico! Que no exento de lucidez: «sé que van a matarme, pero no me preocupa gran cosa. Nadie pasa de viejo, y yo lo soy hace muchos años. Todo lo que pueden hacer es ahorrarme unos meses o unas semanas la agonía y decrepitud».



La leí no hace mucho. A Gálvez se la tenían jurada por su exhibicionismo de miliciano chequista. Daba igual las pruebas. Claro que como cuenta Guzmán en su libro era un personaje, mitad santo, mitad vil fementida canalla, con pasaporte lo mismo para el cielo que para las calderas de Botero.



25 de enero de 2009 08:25

Lorenzo Silva dijo...



Interesantes reflexiones sobre un no menos interesante personaje y un episodio como poco emblemático de lo que esa República, por desgracia, podía resistir a los rebeldes.



Saludos cordiales

Lorenzo Silva



25 de enero de 2009 22:32

Pedro de Paz dijo...



Lorenzo, ¿are you here? ¿El Lorenzo de verdad? ¡Amos, anda! :-)





Saludos,

Pedro de Paz

26 de enero de 2009 00:15





Blas dijo...



El novelista Pedro de Paz me envía esta entrevista que le hacen recientemente sobre la novela. La podéis escuchar aquí: http://ondaexpansiva.net/?p=85

17 de febrero de 2009 23:02





Anónimo dijo...



hola blas mi nombre es nadxelly navarro manzana como dije a manuel soy nieta de jose manzana vivo,me encantaria poder intercambiar opiniones sobre mi abuelo y de una buena vez darle en su descanso real paz,el no mato a durruti y si cambio de bando fue porque amaba espana y creia en el pueblo no en la politiqueria sucia muchas gracias puedes contactarme en nadxelly_manzana@yahoo.com estoy a tus ordenes

18 de marzo de 2009 01:48

Anónimo dijo...



Pues a mi me da la impresión que a este lo mataron los comunistas o los socialistas. Reconocidas y ampliamente documentadas (ahora mas, tras la caida del imperio sovietico y publicos sus archivos)son las limpiezas que entre sus propias filas y las de sus aliados politicos se hacian. Por lo que fuera a este le metieron "cuatro tiros" y crearon la leyenda (lo mas epica posible) para ocultar su propia felonia. Uhmmmm, interesante...





Poblachón manchego

La Gran Vía, herida abierta en este poblachón manchego que es Madrid.

Cuando la construyeron, hace 100 años, tuvieron que tirar muchas casas que formaban el viejo Madrid. Mi abuela vivía en la calle de Silva cuando extendieron la Gran Vía desde Callao hasta la plaza de España, partiéndola en dos (a la calle, no a mi abuela).

Y cuánto ha cambiado desde mi infancia hasta hoy. De una avenida gris, atiborrada de cines y de bolsas de basura, como la que veíamos de pequeños en películas como “El Crack” de Garci , a una calle repleta de teatros con nombre de empresas de telefonía y tiendas de ropa. (Desapareció Madrid Rock, donde comprábamos discos de Madness, Men at Work y Aerolíneas Federales. Al menos subsiste La Casa del Libro). Los cines Azul, Coliseum, Gran Vía, Lope de Vega… han cerrado.

La Gran Vía ha muerto. Napollardón la ha matado. Es tan hortera que la denomina "calle Gran Vía".
Madrid, poblachón manchego. José Mota, Alcalde y Concejales los chicos de Muchachada Nui.


Ashok Dwivedi

Rebeldes matan a 60 soldados en India
Un grupo de uniformados murió en un explosión cuando se dirigían a recuperar los cuerpos de las víctimas fatales de un primer ataque





El Universal
India Martes 06 de abril de 2010
04:52



Un grupo de presuntos rebeldes maoístas mató al menos 60 soldados paramilitares el martes durante ataques en el estado de Chhattisgarh en el oriente de la India, informó un oficial prominente de la policía.


Los ataques dejaron el mayor número de víctimas entre las fuerzas del orden desde que el año pasado el gobierno emprendió una ofensiva contra los insurgentes.

El inspector general de la policía estatal, R.K. Vij, dijo que unos 81 efectivos formaban parte de una patrulla que fue atacada en la madrugada del martes en el bastión rebelde de Dantewada.

Indicó que han sido recuperados 60 cuerpos de los soldados muertos en al menos dos ataques. En la zona -remota y boscosa- continuaban enfrentamientos entre efectivos y rebeldes. También fueron encontrados ocho efectivos heridos.

Tres soldados fueron muertos en una emboscada y otros 17 murieron cuando su vehículo fue volado al accionar una mina terrestre, precisó Vij.

Los soldados muertos en la explosión se dirigían a recuperar los cuerpos de las víctimas fatales del primer ataque, explicó.

No hubo por el momento más detalles provenientes de la zona. Los rebeldes hablan con la prensa en raras ocasiones, y emiten comunicados ocasionalmente.

''El combate continúa en la zona, y tenemos muchas dificultades para conseguir noticias desde allá'', afirmó el agente Ashok Dwivedi, que labora en la sala de control de la policía en la capital estatal de Raipur.

En Nueva Delhi, el ministro del Interior, P. Chidambaram, dijo a periodistas que los ataques expusieron ''la brutalidad y el salvajismo'' de que son capaces los rebeldes.

jfra

Umárov, el `emir´ del Cáucaso

Umárov, el 'emir' del Cáucaso

El terrorista se convierte en el enemigo 'número uno' de Rusia tras los ataques en el metro de Moscú - Su objetivo: crear un Estado islámico en la región
PILAR BONET - Moscú - 02/04/2010



Doku Umárov, el terrorista checheno que reivindicó el doble atentado del lunes pasado en el metro de Moscú, se ha convertido en el enemigo público número uno del Kremlin. El llamado Emirato del Cáucaso, la causa religiosa radical impulsada por Umárov, puede suponer una amenaza mayor para Rusia que la que representó el separatismo checheno anterior, según los expertos. Umánov, que ha sido condenado dos veces por homicidio, luchó en la primera guerra chechena, iniciada en 1994, y llegó a general.


RUSIA LLORA A LAS VÍCTIMAS DE LOS ATENTADOS
Rusia
A FONDO
Capital: Moscú. Gobierno: República. Población: 140,702,094 (est. 2008) El conflicto de Chechenia
A FONDO
Oleada de atentados



También declaró la guerra santa contra Reino Unido, EE UU e Israel
El Emirato del Cáucaso, que ha sustituido al proyecto de Ichkeria (nombre que los secesionistas dan a Chechenia), pone a las autoridades rusas en una situación mucho más complicada, en opinión de Gregory Shvédov, director del servicio informativo Kavkazuzel, especializado en temas caucásicos. Los separatistas perseguían un fin territorial y querían crear un Estado con sus propias características, opuestas al Estado heredero del Imperio ruso. Sin embargo, "los partidarios del Emirato luchan por una ideología y están dispuestos a morir por ella", sin presentar reivindicaciones ni dar pie a ningún tipo de discusión, lo que crea una "situación monstruosa y sin salida", señala el experto.

El Emirato del Caúcaso fue declarado en octubre de 2007 por Umárov, el guerrillero que se autoproclamó líder de los separatistas chechenos en 2006, tras la muerte de Abdul-Jalim Saduláev, el sucesor de Aslán Masjádov, el presidente electo de Chechenia. En febrero de 2006, Saduláev ya había anunciado que aspiraba a la unión del Cáucaso del Norte en un único Estado islámico. El Emirato del Cáucaso es la continuación de este proyecto, al que se opone una rama de los separatistas chechenos. A Umárov se le atribuyen el secuestro de funcionarios de la fiscalía de Chechenia en 2002, las explosiones en las sedes del Servicio Federal de Seguridad de Ingushetia en Magás, así como la incursión en Ingushetia en 2004 y la toma de rehenes de Beslán en 2004. Checheno de origen, se formó como especialista en construcción, fue condenado por homicidio en los ochenta y por asesinato a principios de los noventa. Luchó en la llamada primera guerra chechena, iniciada en 1994, y llegó a general.

En 1997, Aslán Masjádov (por entonces reconocido por el Kremlin), le nombró secretario del Consejo de Seguridad de la república, cargo que simultaneó con la coordinación de la lucha contra la delincuencia. En 1998, sin embargo, Masjádov le cesó de todos sus cargos por participar en actos delictivos, incluidos los secuestros que había convertido en un lucrativo negocio.


En 2000, durante la segunda guerra de Chechenia, fue herido gravemente. En diversas ocasiones las tropas federales le han dado por muerto, y en su intento de capturarle, varios parientes de Umárov, entre ellos su padre, su esposa y un hijo, fueron recluidos en una cárcel privada de Ramzan Kadírov, tras lo cual Umárov amenazó con llevar el terrorismo a otras regiones de Rusia. Al proclamarse emir del Caúcaso, Umárov declaró también la guerra santa contra Reino Unido, Israel y EE UU. En diciembre de 2009, asumió la responsabilidad por la explosión en el tren Névski Express.

En un vídeo difundido en abril de 2009, Umárov anunció la reaparición del batallón Riad al-Salijin, formado por suicidas, que fue creado en 2002. En mayo de 2009, menos de un mes después de que fuera abolido el régimen contraterrorista en Chechenia, un suicida se inmoló en la sede del Ministerio del Interior en Grozni. Tras este incidente, el régimen de Kadírov inició una campaña de exterminio contra la guerrilla, que continúa hasta hoy.

Opina Shvédov que la abolición del régimen antiterrorista y la consiguiente transferencia de responsabilidades a las autoridades locales desató las manos a Kadírov, que se ha caracterizado por "métodos medievales". En el Cáucaso coexisten hoy dos enfoques: el de Kadírov, centrado en el exterminio, y otro, el del líder de Ingushetia, Yunus-Bek Yevkúrov, más sofisticado y diversificado, ya que apuesta también por un diálogo con la sociedad. Shvédov cree que algunos sectores del Kremlin comprenden que la apuesta por la línea dura exclusivamente no dará resultado, de ahí el nombramiento de Alexandr Jloponin como representante en el Cáucaso, y de ahí las reuniones con sectores críticos de la sociedad que han sido organizadas en diferentes lugares del Cáucaso.

En estas sesiones, señala Shvédov, los asistentes expresan los agravios de los que son objeto por parte de dirigentes locales en presencia de éstos y de representantes de Moscú. "Está madurando la idea de que tal vez hay que encauzar y comunicarse con una sociedad donde decenas de miles de personas apoyan potencialmente la guerra santa, y que, a pesar de no colaborar con la guerrilla, se alegran cuando matan a los responsables de la autoridad", señala. Admite Shvédov que atentados como los de esta semana ponen en peligro el enfoque más sutil de la lucha contra el terrorismo considerado en algunos sectores del Kremlin.


El jueves, el presidente ruso, Dmitri Medvédev, realizó un viaje relámpago por sorpresa a Majachkalá, la capital de Daguestán, región en la que hubo otro atentado suicida el miércoles. Medvédev se pronunció por reforzar los órganos de orden público y seguridad, así como a los dignatarios islámicos oficiales.


Empleando expresiones que encajan mal con su condición de jurista y con la legislación vigente, el líder dijo que hay que "apuñalar" a los terroristas y "destruir sus refugios", así como "ayudar" a los que han decidido romper con ellos. "A los bandidos más odiosos les retorcieron la cabeza, pero por lo visto eso es poco", afirmó. El jueves, en la localidad de Jasavyurt, en Daguestán, dos personas murieron en la explosión de un automóvil, según las autoridades locales.