EL PULPO ALEMÁN PRONOSTICA LA VICTORIA DE ESPAÑA EN SEMIFINALES

El conocido y odiado Pulpo Paul, del acuario de Oberhausen, ha pronosticado el triunfo de España ante Alemania en la semifinal del Mundial de Fútbol que se disputará mañana, al decantarse por los mejillones que estaban tras la bandera española en lugar de los etiquetados con bandera alemana.

El secreto: el pulpo Paul pensó que se trataba de mejillones de la Rías Baixas.

¿Con qué cara saltarán los teutones mañana al campo de juego sabiendo que su pulpo nos da como ganadores???? Tiembla, Schwainsteiger, temblad, teutones!!! Viva el mejillón gallego. Les vamos a dar las del pulpo!!!!

Masonería

Los masones piden un espacio común




Reunir y poner de acuerdo a cuatro Grandes Maestros de la Masonería española es, a fecha de hoy, una heroicidad. Es triste eso. La Orden masónica, que tiene en los más importantes países civilizados un viejo y sólido prestigio como referente ético de la sociedad, sufre en España un desbarajuste del que sólo en los últimos años, en los muy últimos, empieza a salir. Creo que eso es una buena noticia para todos. Insisto: para todos.

A poco que uno se fije, la obsesión patológica contra la Masonería es lo único que le salió bien al dictador Franco. En términos históricos, fracasó en todo lo demás. Hoy es algo absolutamente corriente ser demócrata, ateo, protestante, gay, nacionalista o pacifista. Comunistas quedan más bien pocos, pero eso se debe a sus propios problemas y no a la persecución que contra ellos montó el caudillo. Sólo el que alguien sea masón, sólo eso, sigue siendo algo que la mayoría de la gente ve aún con prevención y desconfianza. Que era lo que quería Franco, aquel trepa que intentó iniciarse en la Masonería por dos veces (en Larache y en Madrid), que fracasó en ambos intentos y que, por ese motivo, crió en su agrio corazón un odio y un rencor mayores que los que aquel mediocre llegó a sentir por ninguna otra cosa en toda su vida. Mandó matar a 16.000 ciudadanos por el delito de ser masones. Exilió, encarceló, dejó sin trabajo o persiguió de cien maneras a otros 80.000. Y cuando terminó la guerra civil, no había en nuestro país más allá de 4.500 masones. De los que muchos, encima, lograron escapar. Ahí están los archivos de Salamanca para quien desconfíe de estas cifras.

Los masones españoles son pocos aún, aunque su número está creciendo rápidamente, pero esto es lo peor: están increíblemente divididos. Hay Obediencias (así se llama a la agrupación de varias Logias) que no llegan al centenar de afiliados. Muchas de ellas no reconocen a otras, o no tienen relación de amistad con ellas. ¿La culpa la sigue teniendo Franco? En parte sí, pero yo creo que, treinta y cinco años después de la muerte de aquel señor, los masones deberían mirarse a sí mismos antes que al pasado para buscar a los responsables de sus problemas. En un medio hostil, que fue el que dejó la dictadura, lo peor que uno puede hacer es caer en los personalismos, las rencillas, la vanidad, el afán de protagonismo, las querellas absurdas y el rencor individual.

Por eso me parece una heroicidad, pero sobre todo una espléndida noticia, que cuatro Grandes Maestres de la Masonería liberal y adogmática española (esto es, que reconocen a las mujeres masonas como hermanas y que no tienen la obligación de creer en ningún dios) se hayan puesto de acuerdo y hayan presentado hace unos pocos días, en el Ateneo de Madrid y albergados por la agrupación ateneísta Ágora, un texto común en el que se dicen muchas cosas muy importantes para todos. Repito: para todos los ciudadanos.

Nombres: Jordi Farrerons, Gran Maestre de la Gran Logia Simbólica Española (GLSE); Ana María Lorente, Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de España (GLFE); Paloma Martínez Sierra, presidenta de la Federación Española del Derecho Humano (DH) y Aimé Battaglia, que no es Gran Maestro sino Consejero del Gran Oriente de Francia (GOdF). Como anfitriona, Carmen Serrano, presidenta de Ágora, foro para el diálogo en el Ateneo madrileño.

Bien, ¿qué dijeron? En pocas palabras: la Masonería reivindica el principio constitucional de aconfesionalidad del Estado. Vaya cosa, dirán ustedes: eso ya lo pone la Constitución, ¿por qué salen ahora los masones a reivindicar algo que ya está en la ley de leyes?

Pues porque una cosa es lo que dice la Constitución y muy otra lo que pasa en realidad. La Masonería liberal piensa que sigue existiendo no sólo una preeminencia evidente de la Iglesia católica en la vida institucional española, sino que otras confesiones religiosas (qué gaitas otras confesiones, seamos claros: el Islam) están avanzando para imponer al común de los ciudadanos, a todos los ciudadanos, normas de comportamiento, usos, costumbres y prerrogativas que son frontalmente incompatibles no ya con lo que dice la Constitución, sino con la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Nuestro Estado es, por definición constitucional, laico. Esto quiere decir que respeta todas las confesiones religiosas, pero que no ampara, protege, impulsa ni cuida amorosamente a ninguna de ellas. ¿Por qué? Por algo tan evidente que da vergüenza decirlo: porque la religión es, por definición, un acto privado, un sentimiento personal e íntimo que debe ser respetado, cómo no, pero en ningún caso impulsado por un Estado laico. Los franceses –esto lo recordó Aimé Battaglia, del GOdF– tienen, desde hace ciento cinco años, una ley de separación entre la Iglesia y el Estado que nosotros no tenemos. Hace un siglo que se acabaron estos problemas para nuestros vecinos del norte. Aquí, hoy, la Iglesia sigue indignándose porque se pretenda eliminar los símbolos religiosos privados –todos, pero sobre todo los suyos– de los edificios públicos, y muy singularmente de los centros educativos, que es donde pretenden mantener como sea su cantera. Y no es más que un ejemplo entre cientos: ahí están la catequesis en la enseñanza que todos pagamos, las subvenciones más o menos encubiertas que el Estado sigue pasando al clero, la reverencia temerosa de las autoridades civiles para con los jerarcas eclesiásticos, la confusión inconcebible entre religión y derechos humanos que se está cometiendo con el asunto del burka, del niqab y del hiyab.

Es lo que Jordi Farrerons (GLSE) llamaba la “pervivencia de una confesionalidad sociológica del Estado” 32 años después de que se promulgase la Constitución. Yo creo que tiene toda la razón. Y estoy de acuerdo con la idea de los Grandes Maestros masones: ¿por qué hay que incluir en nuestra declaración de la renta una casilla desde la que es posible financiar a la Iglesia católica? ¿En nombre de qué? ¿Quieren los católicos dar dinero a sus curas? Perfecto, que lo hagan. España está llena de iglesias, y las iglesias llenas de cepillos petitorios. Todo el mundo que pide o que necesita dinero (asociaciones de todo género, ONG, iniciativas ciudadanas) hace público un número de cuenta corriente en el que cada cual puede hacer, si así lo considera oportuno, el correspondiente ingreso. Pero ¿en la declaración del IRPF? ¿Por qué? O, nunca mejor dicho, ¿a santo de qué?

El Gobierno parece estar pensando no en solucionar el problema (como hicieron en Francia hace un siglo) sino en multiplicarlo: la idea es, según algunos, tratar a todas las confesiones por igual, sí, pero no según el concepto de igualdad laico… sino tratarlas igual que se trata a la confesión católica. Imagínense la locura de encontrarse, en el impreso del IRPF, ciento ochenta casillas para que cada cual escoja su religión o secta preferida; un plan de estudios en el que se ofrezcan al aterrorizado niño clases de islam, judaísmo, anabaptismo, adventismo, todas las ramas del budismo y, no faltaba más, cienciología; las paredes de las aulas hechas un bazar con cruces de cuarenta clases, estrellas, lunas, soles y yo qué sé qué más. Y todo a cargo, claro, de los Presupuestos Generales del Estado. Pobre ministro Gabilondo.

Creo que la solución más sensata y más constitucional es la que proponían los masones en el Ateneo: quien quiera religión, que se la pague y que la disfrute con salud. Que mande a sus hijos a la parroquia, a la madrasa, a la sinagoga o a la estación espacial internacional si eso es lo que se le antoja, pero, eso sí, fuera del horario lectivo, sin dinero público de por medio y con la garantía de que, en la escuela, a la criatura se le va a enseñar lo que debe aprender todo el mundo, que son materias científicas, humanidades, oficios y educación constitucional y democrática. Sí, he dicho bien: educación para la ciudadanía, para la convivencia en paz, libertad, tolerancia y respeto. Que es lo que propugna la Constitución.

¿Cómo se llama eso? Laicismo. Así de claro. No laicidad, que es un término que no existe, un galicismo que nace de laicité. Que se traduce correctamente, en español, por laicismo.

Alguno dirá: ya están los masones, esos comecuras, prendiendo la antorcha para quemar iglesias. Bien, es inevitable. De sobras sé que es por completo imposible convencer de nada a los fanáticos ni a quienes se creen en posesión de la verdad, sea revelada (es lo más frecuente, así no hay que pensar) o sea fruto del propio mecanismo mental, que para el caso es lo mismo. Porque es mentira que los masones sean anticlericales. O antirreligiosos. Entre ellos hay numerosísimos cristianos, y también musulmanes, budistas, agnósticos y ateos. Pero cualquier persona medianamente informada sabe que en las logias masónicas no se habla jamás de religión: cada cual puede creer en lo que quiera y nadie le pregunta nada a nadie. Lo que sí defienden, como acabamos de ver, es la libertad, la democracia, la tolerancia y el respeto a los demás. A todos los demás. Lo que defienden es un espacio común de convivencia, laico y constitucional, en el que quepamos todos los ciudadanos.

Y el que quiera rezar, pues que rece en su casa o en su templo, que para eso están la libertad individual y los templos.

Por cierto: ¿alguien se imagina una discusión como esta en Alemania, en Francia, en Suiza, en Suecia o en el Reino Unido? Resulta difícil, ¿verdad?

Lo decía Bertolt Brecht: malos tiempos aquellos en los que es necesario defender lo evidente.

POR QUÉ ME DI A LA BEBIDA


Que corra el alcohol. Hoy cumplo 37.

Ay, mamá pulpa!!!


Según el profeta Manotas, Alemania ganará el encuentro del sábado ante Argentina.
Eso es lo que dicen los cuidadores de este pulpito candidato a paella.
¿Y cómo se ha manifestado el cefalópodo con semejante predicción? Resulta que le pusieron alimento en sendas cajas identificadas cada una con la bandera del país y el bicho fué a comer justo de la de Alemania.
Dicen que le preguntaron sobre cada partido que disputó hasta ahora el equipo germánico y acertó siempre. Incluso en la derrota ante Serbia. Pero yo tengo mis dudas y esto me huele a trampa. Es que creo que en la caja de alimento le ponen la comida típica de cada país, y el gelatinoso octopus prefiere la cerveza y el chucrut con salchichas antes que el asado argentino.

¿Y con Serbia? Ah no sé, habrá que ver que comen allá.

Jorge Taiana - de la militancia a la diplomacia

Perfiles



Jorge Taiana: de la militancia a la diplomacia

El actual vicecanciller es uno de los principales candidatos a reemplazar a Rafael Bielsa si éste acepta ser candidato a diputado. Estuvo vinculado con Montoneros y fue funcionario del menemismo. Ahora, su llegada directa al presidente Kirchner le genera el recelo de los bielsistas.




No había cumplido veinte años y sus compañeros de militancia ya le decían "El canciller". Cuentan que el apodo surgió casi naturalmente, por sus modos reservados, su aspecto impecable y su marcada diplomacia para discutir los temas acalorados que se debatían en la juventud peronista, más precisamente entre el grupo Descamisados de los agitados años 70, al que el joven Jorge Enrique Taiana pertenecía. Paradojas de la vida, "el canciller" es hoy uno de los candidatos que más suenan para ser ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina, en el caso cada vez más probable de que Rafael Bielsa deje ese espacio para acudir al llamado del presidente Néstor Kirchner y se presente como candidato a diputado nacional por el oficialismo en la ciudad de Buenos Aires.

Hace apenas unos días, el 31 de mayo pasado, cumplió 55 años. Cultor del jazz y los habanos Churchill, Taiana está casado en segundas nupcias con Bernarda Llorente, vicegerenta de programación de Telefé -el canal de aire más exitoso del momento-, con quien tuvo a Francisco, el último de sus tres hijos; un chico de 12 años que decidió seguir los pasos de su padre y cursar su educación secundaria en el Colegio Nacional Buenos Aires. Toda una alegría para la familia.

Con Francisco, casi todos los sábados sale a pasear por la ciudad en un restaurado Citroen 3CV, el "auto rana" de la década del 70, que guarda como un celoso secreto en el estacionamiento de la Cancillería. "Es casi su único hobby", aseguran sus amigos más cercanos.

Jorge Enrique Taiana también compartió pasiones con su propio padre, Jorge Alberto Taiana, quien fue médico personal de Juan Domingo Perón y ministro de Educación en el último mandato del general. De hecho, de su mano se inició en la función pública como jefe de Gabinete del Ministerio de Educación entre 1973 y 1974.

Fue el destino. Había respirado peronismo desde su nacimiento. A los chicos del barrio les encantaba ir a la casa de "Jorgito" porque era el único que tenía televisor, un regalo que le había hecho Evita en persona.

En el Nacional Buenos Aires, compartió aula y recreos con el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, uno de sus amigos más cercanos en la política.

De adolescente, la militancia en la juventud peronista pasó a ser una obsesión. "Descamisados, antes de que se fusionara con Montoneros, fue una agrupación que nació junto a cuadros gremiales, estábamos ligados a los barrios más pobres aunque veníamos casi todos de la clase media", recuerda hoy uno de los compañeros de militancia de Taiana, pero prefiere hacerlo con la condición de que no se revele su identidad.

Su actividad en Descamisados terminó con un arresto breve en 1972, donde permaneció hasta que recuperó la libertad gracias a una amnistía general firmada por Héctor Cámpora.


Con el regreso de Perón a la Argentina, Taiana hijo debutó como funcionario peronista en el Ministerio de Educación junto a su padre. Duró dos años, hasta el primer día de un julio lluvioso, en el que su padre certificó la muerte del entonces presidente Perón en un acta de defunción, renunció a su cargo y se exilió en Madrid, amenazado por la Triple A. Pero Jorge hijo decidió quedarse en Buenos Aires.

En 1975, un año después de la desaparición del líder del justicialismo, Taiana padre tuvo que volver de Madrid cuando supo que su único hijo varón había sido encarcelado por el gobierno de María Estela Martínez de Perón.

Siete años en prisión

Estuvo detenido durante siete años, la mayor parte de esos años en el penal de Rawson. Allí compartió interminables horas con Juan Carlos Dante Gullo y algunos de quienes hoy son funcionarios kirchneristas, como el subsecretario de la Presidencia Carlos Kunkel, o Rodolfo Ojea Quintana, el director jurídico de la Secretaría General de la Presidencia.

"Es un muy buen tipo y muy inteligente. No anda con egoísmos chiquitos ni pavadas", fue la definición que ensayó para LA NACION uno de sus mejores amigos, el "Tojo" Ojea Quintana, compañero de cárcel y militancia en los años 70.

Sociólogo de profesión, aunque muchos insistan en endilgarle el título de abogado, Taiana regresó a su casa y su familia en 1982 con un régimen de libertad vigilada. "Mi hijo fue acusado de subversivo, fue sentenciado, cumplió su condena, y después el Poder Ejecutivo lo retuvo dos años más a su disposición. Ya está en libertad vigilada, se ha reintegrado a su familia, está estudiando, trabajando y ha vuelto a la vida normal", dijo Taiana padre en una entrevista con la revista Humor a mediados de 1983.

El hoy vicecanciller encontró trabajo como Gerente de Relaciones Públicas de la Organización Alcorta y luego se acercó a la defensa por los derechos humanos en un puesto que lo volvió a acercar a la política como coordinador del Centro de Estudios Sociales del servicio de Paz y Justicia en América Latina (Serpai).

También con la democracia, regresó a las aulas, primero como profesor de comunicación social en el Instituto Universitas y luego enseñando sociología en la facultad de psicología.

Con Cavallo y Menem
Fue Domingo Cavallo, todavía canciller de Carlos Menem, quien en 1990 lo inició en los senderos diplomáticos al nombrarlo Director de Organismos Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.

Taiana no es, sin embargo, diplomático de carrera, como sí lo son los egresados del ISEN (Instituto del Servicio Exterior de la Nación ), pero se mueve casi como si lo fuera. "No tiene conflictos con los funcionarios del Palacio porque es quien mejor entiende cómo funcionan los mecanismos internos", admitió un diplomático de carrera a LA NACION.

Tanta experiencia tiene su fundamento. En 1992, Menem lo nombró embajador de su gobierno en Guatemala, donde vivió cuatro años. Y en 1996, de la mano del entonces canciller Guido Di Tella, consiguió ocupar la secretaría general de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos.

En los 5 años que estuvo en la OEA, presidió más de 30 misiones, en casi todos los países de América. Su tarea fue verificar violaciones, y promover y concretar acuerdos de solución amistosa entre autoridades y peticionarios.

Vivió en Washington hasta mediados del 2001. Practicó mucho su inglés, pero extrañaba en demasía la política y la carne argentina. "Jorge es carnívoro, siempre dice que la carne y el lipitol, una pastillita que toma para el colesterol, no pueden faltar", contó uno de sus amigos.

Renunció a la Comisión Interamericana y volvió a dar clases en la universidad de Quilmes.

A la distancia reconoce que no fue el mejor momento para volver a un país teñido por la inestabilidad que terminó de cubrir a la Alianza a finales de ese año. Pero igual aceptó la oferta del fugaz presidente peronista Adolfo Rodríguez Saá, quien lo designó subsecretario de Derechos Humanos de su gobierno, en una gestión efímera: Taiana juró el 26 y renunció el 30 de diciembre de 2001.

Con Solá

Pero su compañero del Nacional Buenos Aires Felipe Solá le encontró un trabajo en la provincia a poco de mudar sus papeles a la gobernación. Lo nombró secretario de Derechos Humanos del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires.

En mayo de 2003, recibió un llamado de Rafael Bielsa. Alguien de su equipo lo había propuesto para ocupar la secretaría de Política Exterior, precisamente por su experiencia en el mundo de la diplomacia, un ámbito hasta entonces desconocido para el ahora canciller, y sus colaboradores cercanos ligados al peronismo porteño.

"Vino, se sentó, Rafael se lo ofreció, dijo que lo iba a pensar hasta el día siguiente, pero a las dos horas llamó por teléfono y aceptó el puesto", cuentan en la Cancillería.

Desde el vamos, su ingreso al Palacio San Martín fue controvertido. Le exigió a Martín Redrado, por entonces secretario de Comercio y Relaciones Económicas Internacionales, que desocupara el despacho del piso 14 que le correspondía al vicecanciller.

También volvió a militar con sus compañeros de juventud, en lo que dieron en llamar el Grupo Michelángelo, expresión del kirchnerismo no patagónico, junto con Kunkel y Ojea Quintana.

Postulación a la OEA
En el 2004 sorprendió a todos en el Palacio San Martín al asegurar que "estaría muy contento" si fuera propuesto por la Argentina para ocupar la secretaría general de la OEA. Pero Kirchner ya había comprometido su apoyo al chileno José Miguel Insulza.

Nadie niega hoy en la Cancillería que la relación con Bielsa se calienta y enfría intermitentemente.
Sobre todo después del episodio de diciembre pasado, cuando, según los bielsistas, Taiana le aseguró al presidente Kirchner que la estrategia diseñada por el entonces jefe de Gabinete del canciller, Eduardo Valdés, por el caso de la médica cubana Hilda Molina, era equivocada.

El episodio terminó con la salida de Valdés, mano derecha del canciller. Y eso Bielsa no lo olvida. "Es muy individualista y sólo juega para él", asegura un hombre del ministro.

A Taiana también le endilgan otra pérdida en el gabinete del canciller. Eduardo Sguiglia fue apartado de su cargo como subsecretario de América latina luego de algunas discusiones acaloradas con el vicecanciller.

En los últimos meses, Taiana se propuso mantener un perfil bajo. Sabe que al Presidente no le gusta que sus funcionarios aparezcan demasiado en los diarios, y apuesta a que la discreción que desde joven supo sostener lo beneficie. Es el consejo de los hombres que conocen al santacruceño más de cerca.

La semana pasada, Taiana estuvo en el centro de la polémica por haber enviado a Bolivia como mediador a un dirigente piquetero que trabaja en su área. Pero los ya declarados "taianistas" aseguran que sólo cumplió órdenes del secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y se corren de cualquier controversia. Aunque Bielsa dijo claramente que la idea fue de su vicecanciller y no suya.
No acepta reportajes largos, no sale por la radio, no va a la televisión.

Taiana espera. Enciende uno de sus habanos Churchill y espera que aquel apodo de militancia juvenil se convierta en realidad.


Por Ana Gerschenson



Quién es
Descamisado
Jorge Taiana tiene 55 años, gran parte de los cuales los pasó dedicado a la política. También estuvo en prisión, siete años, desde que el gobierno de Isabel Perón lo encarceló por su pertenencia al grupo Descamisados, vinculado a Montoneros.

Con varios gobiernos
Se inició en la actividad política de la mano de su padre, médico personal y ministro de Educación de Juan Perón. Fue Domingo Cavallo quien a comienzos de los noventa lo llevó a la Cancillería. Luego fue embajador del menemismo y subsecretario de Derechos Humanos del efímero gobierno de Rodríguez Saá.