Confortetur cor tuum

Que nuestro corazón se consuele en la espera del Señor. Es eso lo que dice el salmo 26. Y viene bien recordarlo con frecuencia.
Muchas veces en el blog aparecen comentarios en los que los lectores se duelen y lamentan por la difícil situación que nos ha tocado vivir: mantener la fe a pesar del mundo y, sobre todo, a pesar de los pastores de la Iglesia que se han convertido en lobos, dedicados a socavar los principios de la fe y a entregar a la Esposa de Cristo al prostíbulo del mundo moderno. 
Dan ganas, a veces, de dejar la lucha y convertirnos en católicos "normales". ¡Basta ya de ser raros y nadar continuamente contra la corriente! ¿No es más cómodo ser como tantos amigos, que están felices escuchado al papa Francisco, haciendo arrumacos al obispo y festejando al cura por sus homilías creativas?
Y es este un sentimiento que no solamente nos ataca a nosotros. Con seguridad, habrá atacado a San Atanasio cuando, casi solo en medio de una iglesia prácticamente arriana, se levantó para defender la fe ortodoxa, y fue desterrado por las autoridades civiles y perseguido o abandonado por todos sus “hermanos” en el episcopado. 
Y habrá atacado también a Santa Catalina de Siena cuando la trataban de loca por escribirle al papa que permanecía en Aviñón, muy cómodo y tranquilo bajo la protección del rey de Francia. 
Y habrá atacado a Robert Benson y Ronald Knox, ambos prominentes personajes de la iglesia anglicana e hijos de obispos de esa confesión, cuando decidieron, contra viento y marea, convertirse a la iglesia de Roma. 
Y habrá atacado a Mons. Lefebvre y a todos lo que mantuvieron la tradición católica durante los '70 y los '80, cuando eran tratados por los obispos, sacerdotes y laicos de fanáticos, desobedientes y, finalmente, de estar fuera de la Iglesia. 
Quien también sufrió esta tentación fue el cardenal Newman. Y esta es su reflexión al respecto:
“Mientras el pensamiento de la muerte es como un límite que se cierne sobre nosotros, es también un gran consuelo, especialmente en esta época del mundo, cuando la Iglesia Universal ha caído en errores y está dividida en facciones contra facciones. ¿Qué es lo que sostendrá nuestra fe (además de la gracia de Dios) mientras tratamos de mantenernos fieles a la Verdad Antigua y nos sentimos solos? ¿Qué es lo que mantendrá alerta al “vigía de las murallas de Jerusalén”, contra el desprecio y los celos del mundo, las acusaciones de singularidad, de ser caprichosos, extravagantes y engreídos? ¿Qué nos mantendrá en calma y en paz interior, cuando somos acusados de “causar problemas a Israel”, de “profetizar el mal” y “sembrar divisiones”? ¿Qué, si no la visión de los santos de todas las épocas cuyos pasos nosotros seguimos? ¿Qué, si no la imagen de Cristo místicamente estampada sobre nuestros corazones y nuestra memoria? ¡Los tiempos pasados de la pureza de la verdad no han muerto! ¡Todavía están presentes! No estamos solos, aunque eso sea lo que parece. Pocos de los que están vivos podrán comprendernos o aprobarnos, pero sí lo harán las multitudes de cristianos que vivieron en los primeros tiempos, aquellos que creyeron y cuyas hazañas pasadas y voces presentes, claman desde el Altar del Cielo. Ellos nos animan con su ejemplo; ellos nos alegran con su compañía, ellos están a nuestra derecha y a nuestra izquierda; mártires, confesores y todo el resto; pequeños y grandes; todos aquellos que rezaron el mismo Credo, celebraron los mismos Misterios y predicaron el mismo Evangelio que nosotros. Y a ellos continuamente se unen, con el paso del tiempo, incluso en las épocas más oscuras, incluso en épocas de división, nuevos testigos de esta Iglesia militante. [...] Es nuestro deber durante esta vida defender incluso los mínimos detalles de la verdad de acuerdo a nuestra propia conciencia, con la certeza de que hay una Verdad a pesar de la discrepancia en las opiniones. [...] Por lo tanto, es bueno arrojarnos al mundo invisible, porque “es bueno está allí”, y construir moradas para aquellos “que hablan un lenguaje puro” [...] Contemplémoslos silenciosamente para nuestra propia edificación, vivificando nuestra paciencia, dando ánimos a nuestra fe, refugiándonos cuando somos asaltados por  nuestros pensamientos egoístas, librándonos de la tentación de abandonar todo y haciéndonos ver a nosotros mismos (en realidad, lo que debemos ser) solamente como seguidores de la doctrina de aquellos que partieron antes que nosotros, que no fueron maestros de novedades ni fundadores de escuelas”.
“El estado intermedio”, Parochial and Plain Sermons.

El Papa paraguayo

Me disculpará el lector doblemente: por volver sobre este personaje menor llamado Bergoglio y por robarle el título del post al recién fallecido Umberto Eco; vaya pues mi homenaje al hombre que como Joyce, debía a Tomás de Aquino y a la Iglesia más de lo que, infortunadamente, les devolvió.
Para lo primero, no tengo más excusas que el intento de vincular las cada vez más excéntricas declaraciones y “gestos” bergoglianos con la gran crisis que envuelve al pensamiento católico y a la Iglesia en los últimos siglos. Bergoglio es un epifenómeno de la crisis -pintoresco y desestructurado, eso sí, como los hippies lo fueron de la sociedad de la posguerra. Así lo hemos hecho en los anteriores posts Neopopulismo Papal y Movimientismo y el Capítulo II del Güelfismo, donde procuramos mostrar cómo algunas desviaciones de Bergoglio no son más que manifestaciones de tendencias antiguas, de vicios seculares. 
Y vamos al título. Cuando lo pergeñó Eco, pensaba, más que en el “padre” Lugo, en un Papa heredero de la tradición de las misiones jesuíticas, “más paraguayo que argentino”. Como en el mismo artículo Eco confiesa que el principal conocimiento sobre las misiones procede de la película homónima protagonizada por Robert de Niro, perdonémosle la porteñada.
Pero hay algo en lo que Eco no se equivoca. Insinúa que el ideario político del primer y último papa argentino es precisamente la estructura socio política de la misión guaraní. Y con mucha gentileza se queja de su inconsistencia con el Estado moderno y laico: una teocracia basada en un socialismo utópico, la teología de la liberación.
Eco ha dado en el blanco. El proyecto bergogliano es fundamentalmente clerical, en cuanto pretende imponer estructuras sociales y políticas prudenciales subordinadas a la ideología de su portador. Cuando el papa subleva a las masas latinoamericanas al grito de destruir las estructuras económicas y combatir al capitalismo, está entrometiéndose en el ámbito secular igual que un Papa güelfo o renacentista. Cuando apoya en forma descarada una opción política y descarta otra está cometiendo un abuso de poder. Esta intromisión de los poderes espirituales (bien que a la mayor gloria de Bergoglio) en el Estado tiene su correlato en la intromisión del pintoresco “magisterio” bergogliano en el ámbito de la razón natural. Es tan ilegítima la promoción de Cristina o Scioli frente a Macri o sus coqueteos cubanos como la aceptación de la hipótesis del calentamiento global o la condena de la teoría de derrame o de los aires acondicionados.
Las misiones eran paternalismos benevolentes que aplicaban la gradualidad para sacar a los indios de la promiscuidad colectivista, tanto en materia sexual como de trabajo y propiedad. En cierto modo, eran una especie de reformatorio para adolescentes, a cargo de adultos - los “padres” jesuitas. Ahora bien, está claro, lo supieran o no los jesuitas, que ni el paternalismo clerical ni el socialismo eran fórmulas deseables o permanentes, eran tan perecederas como las campanadas que, según algún comentarista pícaro, marcaban el horario del officium naturae al que algunos indios restringidos a una sola cónyuge se mostraban renuentes. Si tal paternalismo se atrofió y perduró, pues habría que concluir que el experimento falló antes de la expulsión de América de la Compañía. 
Parecería que Bergoglio porta ese ideal. Por un lado, el ejercicio desvergonzado de la acción política clerical -hace poco se permitió vetar al principal candidato republicano como si fuera Gregorio VII-; por el otro, la presentación de un proyecto definitivamente socialista. Quien lee sus documentos encuentra ya no la condena de la acción única del derrame como mecanismo de distribución, sino la negación del hecho del derrame en sí; la urgencia por frenar el ritmo de desarrollo económico del planeta, no la morigeración de los efectos del desarrollo; la condena del lujo y del consumo, no del consumismo ni del hedonismo. Aquí queremos ser justos: desde que el magisterio papal, a partir de Juan XXIII, toma el tema del desarrollo económico, incurre en una fatal inconsistencia. El ideal de la pobreza evangélica se confunde con la pobreza material, el moralismo que condena la “sociedad de consumo” choca con la promoción del desarrollo, las invectivas contra los países desarrollados obvian que sus sistemas son los más eficaces para salir de la pobreza. Estas debilidades aparecen incluso en los textos de nuestro llorado Benedicto.
Pero Bergoglio lleva la inconsistencia a su clímax: quiere una sociedad de pobres, no necesariamente espirituales, sino pobres en serio, austeros, sudorosos por la prescindencia del aire acondicionado, produciendo pocas cosas, sin mascotas ni cosméticos ni restaurantes. Al mismo tiempo, condena a los países desarrollados por no acoger a quienes en aluvión quieren ingresar para dejar de ser pobres en sus países pobres, estragados por la tiranía, el socialismo y la corrupción.
En definitiva y fruto de su formidable confusión entre “religión” y política, Bergoglio pretende imponer a una sociedad el tratamiento de una comunidad religiosa en cuanto al voto de pobreza y probablemente de obediencia - el de castidad se le complicaría. Su solicitud por el régimen cubano, su amplia sonrisa y alegría en la Isla hacen ver que es allí donde se siente más cómodo y adonde apunta su corazón. Sólo falta que el régimen dé a leer a sus esclavos sus indigestos documentos, repita sus slogans y comparta con Fidel el culto a la personalidad, y habrá encontrado su misión paraguaya, en las que cosas como las libertades civiles y la autodeterminación estaban de más. 
Es paradójico que luego de décadas de llenarse la boca con el sano laicismo, exaltar al laico adulto  y promover la autonomía de la razón frente a la fe, todo lo que pueda proponer este papado posconciliar sea una misión jesuítica a escala planetaria, bajo el cielo gris del paraíso socalista.

Ludovicus

Domingo de Pascua




Cristo ha resucitado de entre los muertos,
pisoteando a la muerte con su muerte,
y dando vida a los que estaban en el sepulcro.

Tropario del día, liturgia bizantina.



Hoy, el infierno suspira entre lágrimas: "No tendría que haber recibido a Aquél que nació de María, porque Él vino y destruyó mi poder; Él destrozó mis puertas de bronce y, siendo Dios, liberó a las almas que yo mantenía cautivas". ¡Oh Señor, gloria a tu cruz y a tu santa resurrección!

Hoy el infierno gime: "Mi poder ha desaparecido. Recibí a Aquél que murió como un mortal pero yo no pude retenerlo: por Él y a través de Él, perdí a aquellos a quienes mandaba, aquellos sobre los que tenía poder desde los inicios del mundo, y ahora, Él los resucitó junto con Él". ¡Oh Señor, gloria a tu cruz y a tu santa resurrección".

Idiomela del día, liturgia bizantina.

¿Coincidencia?

Comparen los lectores el texto en este enlace: Apolonio, de Miguel de Guzmán...

... con este otro: Apolonio, unos años más tarde.



Todos los axiomas

Después de años de trabajo discontinuo, finalmente, esta misma tarde he terminado de escanear y subir al blog correspondiente todos los números publicados de la revista Axioma.

Cómo visualizar la Hipótesis del Continuo

Una visualización de la Hipótesis del Continuo
(Basado fuertemente en una idea del filósofo Chris Freiling)

Tomemos un cuadrado... que en realidad puede ser cualquiera, pero, para facilitar la explicación, supondremos que es el cuadrado cuyos vértices son los puntos (0,0), (0,1), (1,0) y (1,1). A su vez, sobre cada punto (t, 0),con t entre 0 y 1, dibujaremos un segmento vertical de longitud 1, y en cada uno de esos segmentos pintaremos algunos puntos.
Aunque en el segmento que se muestra en el dibujo sólo hay "pintada" una cantidad finita de puntos, supondremos que, en realidad, en cada segmento vertical hemos pintado una cantidad numerable de puntos. Tenemos, entonces, el siguiente teorema:

La Hipótesis del Continuo es falsa si y sólo si, no importa cómo se decida pintar los puntos, siempre existirán números x e y (ambos entre 0 y 1) tales que los puntos (x,y) y (y,x) quedan sin pintar. En otras palabras, la Hipótesis del Continuo es equivalente a que existe una manera de pintar los puntos para la cual en toda pareja (x,y) y (y,x), al menos uno de ambos puntos queda pintado.

Vamos a demostrar este teorema.

Supongamos primero que la Hipótesis del Continuo es verdadera. Es posible, entonces, definir en el intervalo [0,1] un buen orden equivalente a $\Omega $ (para más detalles, véase "El Omegón y todo eso,.." en este mismo blog). Pintamos entonces todos los puntos (x,y) tales que es menor o igual que x según el buen orden antes indicado. Por lo tanto, sobre cada x ha quedado pintada una cantidad numerable de puntos, y siempre sucede que, de (x,y) o (y,x), al menos uno de los dos queda pintado.

Recíprocamente, supongamos que la Hipótesis del Continuo sea falsa; y que los puntos han sido pintados de alguna manera. Como la Hipótesis del Continuo es falsa, podemos definir en [0,1] un buen orden equivalente a un ordinal mayor que $\Omega $.

Pensemos ahora en todos los puntos (x,y) pintados para los cuales x es, según el buen orden mencionado, menor que $\Omega $. Como las segundas coordenadas de estos puntos forman un conjunto de cardinal $\aleph _1$ entonces existe un $y_0$ que no pertenece a él (porque estamos suponiendo que [0,1] tiene cardinal mayor que $\aleph _1$). Es decir, para todo $x < \Omega $, $(x,y_0)$ no está pintado.

Pero el conjunto de todos los $x < \Omega $ tiene cardinal $\aleph _1$ y los puntos pintados sobre $y_0$ forman un conjunto numerable. Luego, existe un $x_0 < \Omega $ tal que $(y_0,x_0)$ no está pintado. Pero, por lo dicho más arriba, $(x_0,y_0)$ tampoco está pintado. Esto finaliza la demostración del teorema.

Los axiomas de Peano: compilación y, por ahora, final.

En esta entrada recopilo todo lo que he venido escribiendo en estos últimos meses sobre los axiomas de Peano, a la vez que agrego varios resultados más.

Los axiomas de Peano
Estos axiomas se refieren a ciertos objetos a los que llamaremos números naturales y tienen como elementos primitivos al número 0, que es un número natural, a la función sucesor, que indicamos con la letra S, y a las operaciones de suma y producto. Los axiomas son:

Axioma 0: El sucesor de un número natural es siempre un número natural, la suma y el producto de dos números naturales es siempre un número natural.
Axioma 1: Para todo n, $S(n)\neq 0$.
Axioma 2: Si S(n) = S(m) entonces n = m.
Axioma 3: n + 0 = n.
Axioma 4: n + S(m) = S(n + m).
Axioma 5: n.0 = 0.
Axioma 6: n.S(m) = n.m + n.
Axioma 7 (Esquema de inducción): Para cada fórmula P(n), si puede probarse que vale P(0) y también que vale "P(n) $\Rightarrow $ P(S(n))" entonces P(n) vale para todo n.

Teoremas:
Estos son algunos teoremas que se deducen de los axiomas de Peano.

Teorema 1: 0 + n = n.
Demostración: 
Aplicamos el esquema de inducción.
Para n = 0 la afirmación vale por el axioma 3.
Tenemos que probar que "0 + n = n $\Rightarrow $ 0 + S(n) = S(n)". Veamos que es así:
Si 0 + n = n entonces 0 + S(n) = S(0 + n) = S(n).

Teorema 2: n + S(m) = m + S(n).
Demostración:
Hacemos inducción en m.
Para m = 0 la afirmación vale porque:
n + S(0) = S(n + 0) = S(n) = 0 + S(n), esto último por el teorema 1.
Veamos que n + S(m) = m + S(n) implica n + S(S(m)) = S(m) + S(n).
S(m) + S(n) =
= S(m + S(n))     (ax. 4)
= S(n + S(m))     (hipótesis)
n + S(S(m))     (ax. 4).

Teorema 3: n + m = m + n
(Es decir, la suma es conmutativa).
Demostración:
Fijamos n y hacemos inducción en m.
Para m = 0 vale ya que n + 0 = n = 0 + n, por axioma 3 y teorema 1.
Tenemos que probar que n + m = m + n implica n + S(m) = S(m) + n, veamos que es así:
n + S(m) =
= S(n + m)     (ax. 4)
= S(m + n)     (hipótesis)
m + S(n)     (ax. 4)
= S(m) + n     (teo. 2).

Teorema 4: (n + m) + k = n + (m + k)
(Es decir, la suma es asociativa).
Demostración:
Fijamos n y m, y hacemos inducción en k.
Para k = 0 vale ya que:
(n + m) + 0 = n + m = n + (m + 0).
Tenemos que probar que (n + m) + k = n + (m + k) implica (n + m) + S(k) = n + (m + S(k)). Veamos que es así:
(n + m) + S(k) =
= S((n + m) + k)     (ax. 4)
= S(n + (m + k))     (hipótesis)
n + S(m + k)     (ax. 4)
n + (m + S(k))    (ax. 4).

Teorema 5: 0.n = 0
(Recuérdese que el axioma 5 afirma que n.0 = 0).
Demostración:
Hacemos inducción en n. Para n = 0 vale por el axioma 5. Tenemos que probar que 0.n = 0 implica 0.S(n) = 0. Veámoslo: 0.S(n) = 0.n + 0 = 0 + 0 = 0.

Teorema 6: S(n).m = n.m + m
Demostración:
Fijamos n y hacemos inducción en m. Para m = 0 vale porque: S(n).0 = 0 = 0 + 0 = n.0 + 0.
Tenemos que probar que S(n).m = n.m + m implica S(n).S(m) = n.S(m) + S(m). Veámoslo:
S(n).S(m) =
= S(n).m + S(n)     (por el ax. 6)
= (n.m + m) + S(n)     (hipótesis)
n.m + (m + S(m))     (teo. 4)
n.m + (S(m) + n)     (teo. 2)
n.m + (n + S(m))     (teo. 3)
= (n.m + n) + S(m)     (teo. 4)
n.S(m) + S(m)     (ax. 6)

Teorema 7: n.m = m.n (el producto es conmutativo).
Demostración:
Fijamos n y hacemos inducción en m. Para m = 0 vale porque n.0 = 0 = 0.n.
Tenemos que probar que n.m = m.n implica n.S(m) = S(m).n. Veámoslo:
n.S(m) =
n.m + n     (ax. 6)
m.n + n     (hipótesis)
= S(m).n     (teo. 6).

Teorema 8: n.(m + k) = n.m + n.k.
(Es decir, vale la propiedad distributiva).
Demostración:
Fijamos n y m, y hacemos inducción en k. Para k = 0 vale por los axiomas 3 y 5.
Tenemos que probar que n.(m + k) = n.m + n.k implica n.(m + S(k)) = n.m + n.S(k). Veámoslo:
n.m + n.S(k) =
n.m + (n.k + n)     (ax. 6)
= (n.m + n.k) + n     (teo. 4)
n.(m + k) + n     (hipótesis)
n.S(m + k)     (ax. 6)
n.(m + S(k))    (ax. 4)

Teorema 9: (n.m).k = n.(m.k).
(Es decir, el producto es asociativo).
Demostración:
Fijamos n y m, y hacemos inducción en k. Para k = 0 vale por el axioma 5.
Tenemos que probar que si (n.m).k = n.(m.k). entonces (n.m).S(k) = n.(m.S(k)).
Veámoslo:
(n.m).S(k) =
= (n.m).k + n.m     (ax.6)
n.(m.k) + n.m     (hipótesis)
n.(m.k + m)     (teo. 8)
n.(m.S(k))     (ax. 6).

Definición: 1 = S(0).

Teorema 10: $1\neq 0$.
(Es consecuencia inmediata del axioma 1.)

Teorema 11: n + 1 = S(n).
Demostración:
n + 1 = 
= n + S(0)  (definición)
= S(+ 0)  (Ax. 4)
= S(n)   (Ax. 3)

Teorema 12: 1.n = n.
Demostración:
Por inducción. Para n = 0 vale por el axioma 5. 
Veamos que 1.n = n implica 1.S(n) = S(n).
1.S(n) = 
= 1.n + 1  (Ax. 6)
n  + 1  (por hipótesis)
= S(n)  (Teo. 11).

Definiciones:
2 = S(1)
3 = S(2)
4 = S(3)
5 = S(4)
etc.

Veamos ahora un nuevo teorema:

Teorema 13: Si $n\neq 0$ entonces existe m tal que S(m) = n.
Demostración:
El enunciado que queremos demostrar equivale a $\forall n (n=0 \vee \exists m(S(m)=n))$, y este último enunciado se prueba fácilmente por inducción. En efecto, para n = 0 vale, y supuesto que vale para n entonces es claro que también vale para S(n) ya que si n = S(m) entonces S(n) = SS(m).

Teorema 13 bis: Si $n\neq 0$ entonces n se obtiene aplicando al 0 la función S sucesivamente una cantidad finita de veces.
Demostración:
Por inducción. Para n = 0 vale (el antecedente de la implicación es falso). Supuesto que vale para n es inmediato que vale para S(n) ya que si n = SS...S(0) entonces S(n) = SSS...S(0) (una S más).

Teorema 13 ter: Si una afirmación vale para 0, S(0), SS(0), SSS(0), SSSS(0),... entonces la afirmación vale para todo n.
Demostración:
Sea n cualquiera, entonces, por el teorema anterior, o bien n = 0, o bien n = SS...S(0), en cualquiera de los dos casos, por hipótesis, la afirmación vale para n.

¿Cree usted que las tres versiones del teorema 13 son válidos?

Sucede que el enunciado y la demostración del primer teorema respetan las restricciones que impone la lógica de primer orden, mientras que los otros dos no las respetan (se enmarcan en la lógica de segundo orden). ¿Es importante esta distinción? En parte sí, porque el teorema de Gödel sólo vale en teorías basadas en la lógica de primer orden. De hecho, si se acepta la validez del teorema "13 ter" entonces el teorema de Gödel pasa a ser directamente falso (o, si se quiere, es falso si se acepta en la matemática ese tipo de razonamiento). Por así decirlo, la validez del teorema de Gödel termina en la delgada línea que separa el teorema 13 del teorema 13 bis. Vuelvo a preguntar: ¿cree usted que los tres teoremas son válidos?

Una primera conclusión es (o debería ser) que el teorema de Gödel involucra ciertas sutilezas que impiden que sea discutido a la ligera, y que refutan cualquier análisis que no tome en cuenta adecuadamente sus complejidades técnicas.

Por otra pare, yo sí creo que los tres teoremas son válidos, por lo que esta situación me convence (al menos a mí) de que la lógica que usan naturalmente los matemáticos no es (a diferencia de los que los lógicos suelen sostener) la lógica de primer orden, sino la lógica de segundo orden. La "verdadera lógica", digo yo, es la de segundo orden, la otra es una lógica muy apta para ser estudiada, pero no es la que usamos realmente para razonar.

¿Es falso entonces el teorema de Gödel? No, el teorema de Gódel sigue siendo válido en la teorías basadas en la lógica de primer orden, es decir, tiene una aplicación específica que, según yo lo veo, no alcanza a toda la matemática en su conjunto.

Teorema 14: Si n + m = 0 entonces n = 0 y m = 0.
Demostración:
Si $m\neq 0$ entonces, por el teorema 13, m = Sk para algún k, luego n + Sk = 0. Deducimos así, por el axioma 4, que S(n + k) = 0, pero esto es un absurdo porque contradice el axioma 1. Luego, debe ser m = 0; fácilmente, del axioma 3, se sigue que n = 0.

Teorema 15: Si n + m = n + k entonces m = k.
Demostración:
Lo hacemos por inducción en n. Para n = 0 es fácil ver que vale (por el axioma 3).
Paso inductivo:
Supongamos que Sn + m = Sn + k, entonces, por el axioma 3 y el teorema 3, tenemos que S(n + m) = S(n + k). Luego, por axioma 2, n + m = n + k, y por hipótesis inductiva m = k.

Otros teoremas que pueden probarse, las demostraciones que faltan se dejan como ejercicio para los lectores:

Teorema 16: Si n.m = 0 entonces n = 0 o m = 0.
Demostración:
La afirmación es equivalente a: Si n.m = 0 y $m\neq 0$ entonces n = 0. Probémoslo.
Si $m\neq 0$ entonces, por el teorema 13, existe k tal que S(k) = m. Luego:
0 = n.S(k) = n.k + n (por axioma 6).
Entonces n.k + n = 0 y, por el teorema 14, deducimos que n = 0, como queríamos probar.

Comentario: ¿No podríamos haber dicho que n.m = n + n + n + ... + n (m veces) para luego aplicar directamente el teorema 14? Una vez más, este razonamiento, perfectamente aceptable en la "matemática de todos los días", no lo es, en cambio, en el contexto de la lógica de primer orden (que es la que presupone el teorema de Gödel),

Teorema 17: Si n.m = n.k y $n\neq 0$ entonces m = k.
Demostración:
La afirmación  a demostrar es:
Para todo m vale: Para todo n y k, si n.m = n.k y $n\neq 0$ entonces m = k.
Probémosla por inducción en m.
Para m = 0, hay que probar que si n.0 = n.k y $n\neq 0$ entonce k = 0; esto se deduce del teorema anterior.
Supuesto que vale para m vamos a probarlo para S(m). Tenemos entonces que n.S(m) = n.k.
Comencemos observando que $k\neq 0$, en efecto, si k = 0 entonces n.S(m) = 0, de donde se deduce que n = 0 o S(m) = 0, lo cual es absurdo. Por lo tanto, existe r tal que S(r) = k, y entonces:
n.S(m) = n.k
n.S(m) = n.S(r)
n.m + n = n.r + n
n.m = n.r   (Teo. 15)
m = r   (Hipótesis inductiva)
S(m) = S(r)
S(m) = k, que es lo que queríamos probar.

Teorema 18: Si n + m = 1 y $n\neq 0$ entonces m = 0.
(De este teorema se deduce inmediatamente que si la suma de dos números naturales es 1 entonces uno de de ellos es 0 y el otro es 1.)
Demostración:
Supongamos, por el absurdo, que $m\neq 0$, entonces existe k tal que S(k) = m. En consecuencia:
n + m = 1
n + S(k) = 1
S(n + k) = 1
S(n + k) = S(0)
n + k = 0
Entonces, por el teorema 14, n = 0, lo que contradice la hipótesis.

Teorema 19: Si n.m = 1 entonces n = m = 1.

Teorema 20: 1 + 1 = 2.
Demostración:
1 + 1 = 1 + S(0) = S(1 + 0) = S(1) = 2.

Teorema 21: $1\neq 2$.
Demostración:
Si 2 = 1 entonces S(S(0)) = S(0), luego (por el axioma 2), S(0) = 0, lo que contradice el axioma 1.

Teorema 22: No existe n tal que 2.n = 1.
Demostración:
Supongamos que sí. Luego:
2.n = 1
(1 + 1).n = 1   (teo. 20)
n + n = 1  (teo. 8 y 12)
Por el teorema 18, se sigue que n = 0 o n = 1,
Si n = 0, llegamos a que 0 = 1, lo que contradice el teorema 10.
Si n = 1, llegamos a que 2 = 1, lo que contradice el teorema 21.
Deducimos así que n no existe.

Teorema 23: Si n + m = 2 y $n\neq 0$ y $m\neq 0$ entonces n = m = 1.

Teorema 24: 2 es primo, es decir, si n.m = 2 y $m\neq 1$ entonces m = 2.

Teorema 25: $4\neq 2$.

(*) Teorema 26: n = SS....S(0), donde la S se repite n veces.

Como en el caso del teorema 13, bordeamos aquí las ideas del teorema de Gödel. El teorema 26 ni siquiera puede enunciarse en la lógica de primer orden de los axiomas de Peano, por lo que "escapa" a los métodos de demostración que supone el teorema de Gödel. De hecho, si intentan demostrarlo, verán que se debe hacer inducción, no sólo en n en tanto "número natural", sino también en n en tanto "cantidad de veces que aparece la letra S". ¿Pero acaso no son la misma cosa? ¿Los números naturales no son cantidades? En el contexto de los axiomas de Peano la respuesta es no, "número" no es "cantidad", sino que "número" es "símbolo que cumple los axiomas". Es por eso que, a mi modesto entender, como dije más arriba, la lógica de primer orden (tan defendida por los lógicos matemáticos) es insuficiente para abarcar la riqueza del razonamiento matemático.

Es también interesante notar que en la lógica de primer orden sí puede demostrarse que
1 = S(0)
2 = SS(0)
3 = SSS(0)
etc.

Es decir, puede probarse cada instancia del teorema 26, pero no el teorema en toda su generalidad.

Teorema 27: 3 es primo.

Teorema 28: 2.2 = 4 (luego, 4 no es primo).
Demostración:
2.2 = 2.S(1) = 2.1 + 2 = 2 + 2.
2 + 2 = 2 + S(1) = S(2 + 1) = S(S(2)) = S(3) = 4.

Teorema 29: Si $n\neq m$ entonces existe k tal que n + k = m o m + k = n.

Definición: $n\leq m$ si y sólo si existe k tal que n + k = m.
n < m si y sólo si $n\leq m$ y $n\neq m$.

Teorema 30: Para todo n y m vale que $n\leq m$ o $m\leq n$.

Teorema 31: Si $n\leq m$ y $m\leq n$ entonces n = m.

Teorema 32: Si $n\leq m$ entonces $Sn\leq Sm$.

Teorema 33: Si $n\leq m$ y $m\leq k$ entonces $n\leq k$.

Teorema 34: Para todo n, $0\leq n$.

Teorema 35: Para todo n, no existe k tal que n < k < Sn.

Teorema 36: Si n entonces $Sn\leq m$.

Teorema 37: Si $n\leq m$ entonces para todo k, $n + k\leq m + k$.

Teorema 38: Si $n\leq m$ entonces para todo k, $nk\leq mk$.

Fin (por ahora).